domingo, 31 de agosto de 2008
DICHOS VIII.
BENDITO SEAS, SEÑOR.
Te glorificamos, Padre, y te bendecimos, porque en Jesucristo, tu Hijo, nos has dado la imagen perfecta del servidor obediente: Él hizo de tu voluntad su alimento, del servicio la norma de vida, del amor la ley suprema del Reino.
Te glorificamos, Padre, y te bendecimos, porque en Jesucristo, nuestro hermano, nos has dado el ejemplo más grande de la entrega de sí: Él, que era rico, por nosotros se hizo pobre, proclamó bienaventurados a los que tienen espíritu de pobre y abrió a los pequeños los tesoros del Reino.
Te glorificamos, Padre, y te bendecimos, porque en Jesucristo, hijo de la Virgen Madre, nos diste un modelo supremo de amor consagrado: Él, Cordero inocente, vivió amándote y amando a los hermanos, murió perdonando y abriendo las puertas del Reino.
sábado, 30 de agosto de 2008
LA COSECHA.
Las ramas de los árboles que bordeaban el camino se doblaban doloridas, ante el peso de tanta flor. De lejos, llegaban flotando en el cálido aire primaveral las notas alegres de una flauta. Toda la gente se había ido a los bosques, a celebrar la fiesta de las flores. En lo alto del cielo, la luna llena observaba las sombras del pueblo silencioso.
El joven asceta paseaba por la calle solitaria, mientras sobre él los cuclillos enamorados lanzaban desde las ramas del mango su queja desvelada. Upagupta atravesó las puertas de la ciudad y se detuvo en la base del torreón. ¿Quién era aquella mujer tendida al pie de la muralla? Abatida por la peste negra, el cuerpo cubierto de llagas, había sido arrojada de la ciudad.
El asceta se sentó a su lado, apoyó la cabeza, humedeció con agua sus labios y untó de bálsamo su cuerpo hinchado.
—¿Quién eres, que así te compadeces? —preguntó la mujer.
—Ha llegado la hora en que debía visitarte, y aquí me tienes a tu lado —contestó el joven asceta.
DICHOS VII.
viernes, 29 de agosto de 2008
P. RANIERO CANTALAMESSA - ES PRECISO NEGARSE A SÍ MISMO PARA PODER VIVIR.
En el evangelio de este domingo escuchamos a Jesús que dice: “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, coja su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida la perderá, pero quien pierda su vida por causa mía, la encontrará”.
¿Qué significa “negarse a sí mismo”? Es más, ¿por qué hay que negarse a sí mismo? Conocemos la indignación que suscitaba en el filósofo Nietzsche esta exigencia del Evangelio. Comienzo respondiendo con un ejemplo. Durante la persecución nazi, muchos trenes cargados de hebreos partían desde todas partes de Europa hacia los campos de exterminio. Se les convencía de subir a ellos con falsas promesas de llevarlos a lugares mejores por su bien, mientras que en cambio se les llevaba a la destrucción. A veces sucedía que en alguna parada del convoy, alguien que sabía la verdad gritaba a escond idas a los pasajeros: bajad, huid. Y alguno lo conseguía.
El ejemplo es un poco fuerte, pero expresa algo sobre nuestra situación. El tren de la vida en el que viajamos va hacia la muerte. Sobre esto, al menos, no hay dudas. Nuestro yo natural, siendo mortal, está destinado a terminar. Lo que el Evangelio nos propone cuando nos exhorta a renegar de nosotros mismos y a bajar de este tren, es subir a otro que conduce a la vida. El tren que conduce a la vida es la fe en Él, que ha dicho: “El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá”.
Pablo había realizado este “trasbordo”, y lo describe así: “Ya no soy yo quien vive, sino que Cristo vive en mí”. Si asumimos el yo de Cristo nos convertimos en inmortales porque él, resucitado de la muerte, no muere más. Eso es lo que significan las palabras que hemos escuchado: “E l que quiera salvar la propia vida, la perderá; pero el que pierda la vida por mi causa, la encontrara”. Por tanto, está claro que negarse a sí mismo no es una operación autolesionadora y renunciadora, sino el golpe de audacia más inteligente que podemos realizar en la vida.
Pero debemos hacer inmediatamente una precisión: Jesús no nos pide renegar de “lo que somos”, sino de “aquello en lo que nos hemos convertido”. Nosotros somos imagen de Dios, somos por tanto algo “muy bueno”, como dijo Dios mismo en el momento de crear al hombre y la mujer. De lo que tenemos que renegar no es de lo que Dios ha hecho, sino de lo que hemos hecho nosotros, usando mal nuestra libertad. En otras palabras, las tendencias malas, el pecado, todas esas cosas que son como incrustaciones posteriores superpuestas al original.
Hace unos años se descubriero n en el fondo del mar, a lo largo de las costas jónicas, dos masas informes que tenían un ligero parecido con cuerpos humanos, y que estaban recubiertas de incrustaciones marinas. Fueron sacadas a la superficie y limpiadas pacientemente. Hoy son los famosos “Bronces de Riace”(estatuas griegas de gran belleza, que representan a dos varones, y que están datadas en el siglo V antes de Cristo, n.d.t.) custodiados en el museo de Reggio Calabria, y están entre las esculturas más admiradas de la antigüedad.
“Negarse a sí mismo” no es por tanto una operación para la muerte sino para la vida, para la belleza y para la alegría. Consiste también en aprender el lenguaje del verdadero amor. Imagina, decía un gran filósofo del siglo pasado, Kierkegaard, una situación puramente humana. Dos jóvenes se aman. Pero pertenecen a dos pueblos diversos y hablan dos lenguas completamente diversas. Si su amor quiere sobrevivir y crecer, es necesario que uno de los dos aprenda el idioma del otro. En caso contrario, no podrán comunicarse y su amor no durará.
Así, comentaba, sucede entre Dios y nosotros. Nosotros hablamos hablamos el lenguaje de la carn e, él el del espíritu; nosotros el del egoísmo, él el del amor. Negarse a sí mismo es aprender la lengua de Dios para poder comunicarnos con él, pero es también aprender la lengua que nos permite comunicarnos entre nosotros. No somos capaces de decir “sí” al otro, empezando por el propio cónyuge, si no somos capaces de decir “no” a nosotros mismos. Ciñéndonos al ámbito del matrimonio, muchos problemas y fracasos de la pareja dependen de que el hombre nunca se ha preocupado de aprender el modo de expresar el amor de la mujer, y la mujer el del hombre. También cuando habla de negarse a sí mismo, el Evangelio, como puede verse, está bastante menos alejado de la vida de lo que la gente cree.
[Traducción del original italiano realizada por Inmaculada Alvarez]
SENTIMIENTOS.
jueves, 28 de agosto de 2008
SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO ( LEVÍTICO 11, 41 ).
( B. Isabel de la Trinidad ).
DICHOS VI.
SOMOS CANCIÓN DE DIOS.
“Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús, para hacer buenas obras”...Efesios 2,10.
No había notado a un extraño que se había sentado en un banco de atrás.
Cuando el organista se dio la vuelta para irse, el extraño se le acercó y le preguntó, si él podía tocar la pieza. El organista respondió bruscamente:
El extraño se sentó y llenó el santuario de una hermosa e impecable música. Cuando terminó, el organista preguntó:
«Yo soy Félix Mendelsohn.»
El organista por poco impide al creador de la canción, que tocara su propia música.
Igual que el obstinado organista, quitamos las manos de las teclas, con renuencia.
( Fuente: Dave Egner ).
miércoles, 27 de agosto de 2008
EL ÚLTIMO PROFETA, JUAN EL BAUTISTA.
(Jn 1,19-27; Mt 11,2-6)
Según Flavio Josefo, la muerte de Juan a manos de Herodes Antipas no fue causada, como aparece en los evangelios, por el hecho de que el profeta se inmiscuyese en un asunto de cuernos entre hermanos (Mc 6,17-29), sino más verosímilmente por el temor, por parte del tetrarca, de una sublevación popular provocada por el Bautista.De hecho, cuando el éxito de la predicación de Juan llegó al ápice, "Herodes se alarmó. Su elocuencia tenía sobre la gente efectos tan fuertes que podía llevar a cualquier clase de sedición, porque parecía que la gente quería dejarse guiar por Juan en todo lo que hiciesen. Por esto, Herodes decidió que sería mucho mejor golpearlo anticipadamente, librándose de él antes de que su actividad llevase a una sublevación, que esperar un levantamiento y encontrarse en una situación tan difícil como para arrepentirse de ella. Con ocasión de las sospechas de Herodes, (Juan) fue llevado encadenado a Maqueronte, y allí fue asesinado" (Antigüedades 18, 118-119).
FUENTE : www.elalmendro.org/epsilon/libros/
martes, 26 de agosto de 2008
DICHOS V.
NO TENGO NADA PARA DARTE.
Se dice que, cuando los pastores se alejaron y la quietud volvió, el niño del pesebre levantó la cabeza y miró la puerta entreabierta. Un muchacho joven, tímido, estaba allí, temblando y temeroso.-Acércate le dijo Jesús ¿Por qué tienes miedo?-No me atrevo... no tengo nada para darte.-Me gustaría que me des un regalo dijo el recién nacido.El pequeño intruso enrojeció de vergüenza y balbuceó:-De verdad no tengo nada... nada es mío, si tuviera algo, algo mío, te lo daría...-mira..Y buscando en los bolsillos de su pantalón andrajoso, sacó una hoja de cuchillo herrumbrada que había encontrado.-Es todo lo que tengo, si la quieres, te la doy...-No -contestó Jesús- guárdala. Querría que me dieras otra cosa. Me gustaríaque me hicieras tres regalos.-Con gusto dijo el muchacho pero... ¿qué?-Ofréceme el último de tus dibujos.El chico, cohibido, enrojeció. Se acercó al pesebre y, para impedir que María y José lo oyeran, murmuró algo al oído del Niño Jesús:-No puedo... mi dibujo es horrible... ¡nadie quiere mirarlo... !Justamente, por eso lo quiero... siempre tienes que ofrecerme lo que los demás rechazan y lo que no les gusta de ti. Además quisiera que me dieras tu plato.-Pero... ¡lo rompí esta mañana! tartamudeó el chico.-Por eso lo quiero... Debes ofrecerme siempre lo que está quebrado en tu vida, yo quiero arreglarlo... Y ahora insistió Jesús repíteme la respuesta que le diste a tus padres cuando te preguntaron como habías roto el plato.El rostro del muchacho se ensombreció, bajó la cabeza avergonzado y, tristemente, murmuró:-Les mentí... Dije que el plato se me cayó de las manos, pero no era cierto... ¡estaba enojado y lo tiré con rabia!Eso es lo que quería oírte decir dijo Jesús, dame siempre lo que hay de malo en tu vida, tus mentiras, tus calumnias, tus cobardías, tus crueldades. Yo voy a descargarte de ellas... No tienes necesidad de guardarlas... Quiero que seas feliz y siempre voy a perdonarte tus faltas.
A partir de hoy me gustaría que vinieras todos los días a mi casa.
lunes, 25 de agosto de 2008
EL PASO COSTOSO - PARA MEDITAR.
Muchas espléndidas santidades fracasan por algo que no se acaba de aceptar del todo:
( Del Libro " Consumarse en el Amor " ).
LOS DIEZ MOMENTOS DEL PABLO CRISTIANO.
domingo, 24 de agosto de 2008
CONSAGRADOS A TI, SEÑOR.
sábado, 23 de agosto de 2008
¿ CÓMO SON LOS SERES HUMANOS ?.
viernes, 22 de agosto de 2008
TÓMATE TIEMPO... - MADRE TERESA DE CALCUTA.
Tómate tiempo para rezar.
Tómate tiempo para reír,
es la fuente de poder,
es el mayor poder sobre la tierra,
es la música del alma.
Tómate tiempo para jugar.
Tómate tiempopara amar y ser amado.
Tómate tiempo para dar,
es el secreto de la perpetua juventud,
es el privilegio que nos da Dios.
El día es demasiado corto para ser egoísta.
Tómate tiempo para leer.
Tómate tiempo para ser amable.
Tómate tiempo para trabajar,
es la fuente de la sabiduría,
es el camino de la felicidad,
es el precio del éxito.
es la llave del Cielo.
( Madre Teresa de Calcuta ).
P. RANIERO CANTALAMESSA - JESÚS, ¿ EL MAYOR LOCO DE LA HISTORIA ?.
Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del próximo domingo.
Isaías 22, 19-23; Romanos 11, 33-36; Mateo 16, 13-20
Parece como si los apóstoles no esperaran otra cosa para poder finalmente dar rienda suelta a todas las voces que circulaban a propósito de él. Responden: "Algunos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o alguno de los profetas". Pero a Jesús no le interesaba medir el nivel de su popularidad o su índice de simpatía entre la gente. Su propósito era bien diverso. A renglón seguido les pregunta: "¿Vosotros quién decís que soy yo?"
Esta segunda pregunta, inesperada, les descoloca completamente. Se entrecruzan silencio y miradas. Si en la primera pregunta se lee que los apóstoles respondieron todos juntos, en coro, esta vez el verbo es singular; sólo "respondió" uno, Simón Pedro: "¡Tú eres el Cristo, el hijo del Dios vivo!"
Entre las dos respuestas hay un salto abismal, una "conversión". Si antes, para responder, bastaba con mirar alrededor y haber escuchado las opiniones de la gente, ahora deben mirarse dentro, escuchar una voz bien distinta, que no viene de la carne ni de la sangre, sino del Padre que está en los cielos. Pedro ha sido objeto de una iluminación "de lo alto".
Se trata del primer auténtico reconocimiento, según los evangelios, de la verdadera identidad de Jesús de Nazaret. ¡El primer acto público de fe en Cristo de la historia! Pensemos en el surco dejado por un barco: se va ensanchando hasta perderse en el horizonte, pero comienza con una punta, que es la misma punta del barco. Así sucede con la fe en Jesucristo. Es un surco que ha ido ensanchándose en la historia, hasta llegar a los "últimos confines de la tierra". Pero empieza con una punta. Y esta punta es el acto de fe de Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo". Jesús usa otra imagen, vertical no horizontal: roca, piedra. "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia".
Jesús cambia el nombre a Simón, como se hace en la Biblia cuando uno recibe una misión importante: lo llama "Kefas", Roca. La verd adera roca, la "piedra angular" es, y sigue siendo, él mismo, Jesús. Pero, una vez resucitado y ascendido al cielo, esta "piedra angular", aunque presente y operante, es invisible. Es necesario un signo que la represente, que haga visible y eficaz en la historia este "fundamento firme" que es Cristo. Y éste será precisamente Pedro, y, después del él, el que haga las veces de él, el Papa, sucesor de Pedro, como cabeza del Colegio de los apóstoles.
Pero volvamos a la idea del sondeo. El sondeo de Jesús, como hemos visto, se desarrolla en dos tiempos, comporta dos preguntas fundamentales: primero, "Quién dice la gente que soy yo?"; segundo, "¿Quién decís vosotros que soy yo? Jesús no parece dar mucha importancia a lo que la gente piensa de él; le interesa saber qué piensan sus discípulos. Les coge con ese "¿y vosotros quién decís que soy yo?". No permite que se atrincheren tras las opiniones de otros, quiere que digan su propia opinión.
La situación se repite, casi idéntica, en el día de hoy. También hoy "la gente", la opinión pública, tiene sus ideas sobre Jesús. Jesús está de moda. Miremos lo que sucede en el mundo de la literatura y del espectáculo. No pasa un año sin que salga una novela o una película con la propia visión, torcida y desacralizada, de Cristo. El caso del Código Da Vinci de Dan Brown ha sido el más clamoroso y está teniendo mucho imitadores.
Luego están los que se quedan a medio camino. Como la gente de su tiempo, cree que Jesús es "uno de los profetas". Una persona fascinante, se le coloca al lado de Sócrates, Gandhi, Tolstoi. Es toy seguro de que Jesús no desprecia estas respuestas, porque se dice de él que "no apaga el pábilo vacilante y no quiebra la caña cascada", es decir, sabe apreciar todo esfuerzo honesto por parte del hombre. Pero hay una respuesta que no cuadra, ni siquiera a la lógica humana. Gandhi o Tolstoi nunca han dicho "yo soy el camino, la verdad y la vida", o también "el que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí".
Con Jesús no se puede quedar uno a medio camino: o es lo que dice ser, o es el el mayor loco exaltado de la historia. No hay medias tintas. Existen edificios y estructuras metálicas (creo que una es la torre Eiffel de París) hechas de tal manera que si se toca un cierto punto, o se traslada cierto elemento, se derrumba todo. Así es el edificio de la fe cristiana, y ese punto neurálgico es la divinidad de Jesucr isto.
Pero dejemos las respuestas de la gente y vayamos a los no creyentes. No basta con creer en la divinidad de Cristo, es necesario también testimoniarla. Quien lo conoce y no da testimonio de esta fe, sino que la esconde, es más responsable ante Dios que el que no tiene esa fe. En una escena del drama "El padre humillado" de Claudel, una muchacha judía, hermosísima pero ciega, aludiendo al doble significado de la luz, pregunta a su amigo cristiano: "Vosotros que veis, ¿qué uso habéis hecho de la luz?". Es una pregunta dirigida a todos nosotros que nos confesamos creyentes.
[Traducción del original italiano realizada por Inmaculada Álvarez]
jueves, 21 de agosto de 2008
UN RETRATO- EL PROFETA JEREMÍAS.
" Profeta Jeremías lamenta la destrucción de Jerusalén " - Rembrandt.
¿Qué impresión hubiera tenido de Jeremías si me lo hubiera encontrado 600 años antes de Cristo por las calles de Jerusalén? Ciertamente el libro que lleva su nombre es, a ratos, indigesto: demasiados anuncios de desgracias. Pero al mirar de cerca su rostro, ¿acaso no hubiera descubierto un hombre abierto, sensible, clarividente, que se atrevía a expresar su opinión, y también un hombre humilde, incluso tierno, capaz de conmoverse invocando el amor de Dios? Un día lo habría visto atravesar la ciudad con un yugo sobre sus hombros (cap. 27) y me hubiera impresionado.
Y viene la pregunta: ¿cuál fue el resorte de este hombre fuera de lo común? ¿Cómo pudo mantenerse en pie, sin doblegarse, permaneciendo al mismo tiempo liviano a pesar del yugo que tenía que cargar?
La respuesta se podría contener en tres puntos:
1. Jeremías estaba persuadido que su vocación no descansaba en sí misma, en sus deseos o en sus necesidades, sino que venía de Otro: antes de formarse en el vientre de su madre, Dios lo había apartado (1,5). Esta es su referencia constante: Dios había dado un sentido a su vida, antes que él mismo tomara conciencia de ello. Le toca a él responder a esa intención de Dios y nunca desviarse.
Lo cierto es que, al mirarse a sí mismo, tendría que decirse que no estaba a la altura. «No tengo la edad» (1,6), no tengo lo que hace falta para hablar en público, ni siquiera tengo el derecho de ello. Sin embargo, sabía que Dios no tendría en cuenta semejante argumento. Mirarse a sí mismo ya no conviene más a quien ha sido llamado. Otro se ocupa de lo que él debe realizar.
Hubiera querido por momentos escapar de esa llamada: «Me decía: no pensaré más en Él; no hablaré más en Su nombre; pero en mi corazón había un fuego devorador, encerrado en mis huesos. No lo podía contener.» (20,9). Hoy podríamos encontrar peligroso que un ser humano ceda ante la voluntad de otro, aunque fuera Dios. En Jeremías era más bien el secreto de su solidez. Si, a pesar de todas las oposiciones que encontró, permaneció inconmovible, fue porque en el fondo de sí mismo daba la prioridad a Dios.
2. En Jeremías no encontramos nada fanático. Habló abiertamente a Dios de lo que no podía aceptar. Le expuso todo su desaliento. Tampoco lo ocultó a los demás. Pero con la misma transparencia admitió que su cansancio y sus dolencias no tenían peso delante de Dios. Aceptó ser interpelado: «Si la carrera con peatones ya te cansa, ¿cómo será con caballos? » (12,5).
Dios lo ha empujado por momentos. Le dijo claramente que no quería oír más palabras viles de su boca y que no tenía más que regresar a él (15,19). Y ello al final le pareció normal al profeta que la última palabra viniera de Aquél que había sido el primero. Le conocía suficientemente bien para saber que no era un Dios duro y autoritario, sino al contrario, Aquél que, a través de las peores pruebas, no dejaba «de amar con un amor eterno y atraerlo a él con fidelidad» (31,3), Aquél que amando experimentaba él mismo «estremecimiento en sus entrañas y un desbordamiento de ternura» (31,20).
Jeremías había sentido su llamada como si Dios lo hubiera «seducido» (20,7). No sabía lo que le sucedió, porque Dios lo había tomado por su lado vulnerable y él se dejó tomar.
Toda su relación con Dios permaneció marcada por esa aproximación. «La vulnerabilidad: puerta por la que, preferentemente, Dios puede entrar en nosotros», como dijo el Prior de la Gran Cartuja acerca del hermano Roger.
3. Jeremías permaneció desinteresado hasta el final. Nunca quiso sacar provecho de su vocación, nunca pretendió haber realizado bastante o tener en adelante el derecho de pensar en sí mismo. Cuando, tras la caída de Jerusalén, recibió un salvoconducto, podría haberse salvado o hacerse una situación honorable. No, su lugar estaba entre los pocos que se iban a quedar en Jerusalén, solidario hasta en su angustia. Imposible para él volver a tomar la vida que él había entregado. Le bastaba con saber que esa misma vida constituiría de ahora en adelante «el botín que Dios le concedía adonde iría» (45,5).
La experiencia prueba que es el desinterés que hace sólido a un ser humano – sólido y libre a la vez.
FUENTE : www.taize.fr/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.
miércoles, 20 de agosto de 2008
LA DIACONÍA EN LAS MUJERES.
por Gloria Ladislao
Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó, y tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirlos.
Así leído el texto, nos puede parecer que la sanación dada por Jesús no trajo muchos cambios a la vida de la suegra de Pedro. Seguirá lavando, limpiando, haciendo la comida y atendiendo a la familia. Sin embargo, el evangelio nos lleva a mirar un poco más.
Lavar los pies
Todos recordamos el gesto de Jesús en la última cena: lavó los pies de los discípulos. Lavar los pies era una tarea que hacían los esclavos en las casas pudientes y las mujeres en las casas pobres. Lavar los pies del marido cuando volvía de la calle era una de las obligaciones de la esposa. Jesús se pone en ese lugar brindando el servicio que no se paga con dinero y que muchas veces ni siquiera se agradece, porque se da por supuesto que eso es lo que el esclavo y la mujer deben hacer. El servicio doméstico, uno de los trabajos peor considerados socialmente, es para Jesús la única prueba de que somos sus discípulos:
Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.
El que es más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna, como un servidor. Porque ¿quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es acaso el que está a la mesa? Y sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.
Estas cosas de mujeres y de esclavos: limpiar una casa llena de tierra, atender las necesidades básicas de las personas, cocinar, lavar pies sucios, son para Jesús la nota que expresará si somos o no sus discípulos y discípulas.
Mujeres llamadas y servidoras
El evangelio no nos cuenta ninguna historia de vocación de mujeres, no nos dice cómo fueron llamadas. Pero sí deja claro que ellas se incorporan en la comunidad con la nota propia y distintiva de los seguidores y seguidoras de Jesús: sirviendo.
Para la suegra de Pedro, este servicio tiene ahora una nueva dimensión. Ya no es sólo para los de su casa, es para toda la comunidad. Así, los límites de la casa se ensanchan y esta mujer deja de estar circunscripta solamente a su familia y sus parientes; ahora entra en relación con toda una comunidad que reconoce su servicio.
En el evangelio aparecen otras mujeres con este rol de servidoras. No tenemos relato de vocación acerca de ellas, no sabemos la forma en que Jesús las llamó a integrarse en la comunidad. Pero sí sabemos que lo siguieron y lo sirvieron. Así va a caracterizar el evangelio al grupo de mujeres discípulas que llega con Jesús hasta el Calvario:
Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en Galilea; y muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.
Les recomiendo a Febe, nuestra hermana, diaconisa de la Iglesia de Cencreas, para que la reciban en el Señor como corresponde a los santos, ayudándola en todo lo que necesite de ustedes; ella ha protegido a muchos hermanos y también a mí.
Para Conversar en grupo
¿Qué servicios realizamos en el ámbito donde estamos: casa, trabajo, iglesia? ¿Qué valoración tiene ese servicio?
¿Qué servicios hacen las mujeres de la comunidad que pueden ser calificados como diaconía? ¿Cómo valora la comunidad estos servicios?
Mirando el mapa de Palestina en tiempos de Jesús
La suegra de Pedro vivía en Cafarnaum, a orillas del lago de Galilea. Desde allí, muchas mujeres siguieron a Jesús hasta Jerusalén. Observemos ese camino y prestemos atención a los nombres de lugares conocidos que van apareciendo.
Ese es el itinerario que las mujeres servidoras hacen con Jesús.Para darnos una idea de lo que eran esos caminos, tengamos como dato que una caravana tardaba siete días en ir de Nazaret a Jerusalén.
PARTIR EL PAN, UN OFICIO CON PLAZAS DISPONIBLES.
SEÑOR JESÚS
que llamas a quien quieres,
llama a muchos de nosotros
a trabajar por ti,
a trabajar contigo.
Tú, que iluminas con tu palabra
a los que has llamado,
ilumínanos
con el don de la fe en ti.
Tú, que sostienes
en las dificultades, ayúdanos
a vencer nuestras dificultades
de jóvenes de hoy.
Y si llamas a alguno de nosotros
para consagrarlo todo a ti,
que tu amor aliente esta vocación
desde el comienzo
Y la haga crecer y perseverar
hasta el fin.
Así sea.