Es verdad, Señor,
mi corazón es como la cera que se va derritiendo
en los entresijos de mi ser.
A veces, no sé explicarme mi propia turbación, todo me afecta,
todo me quiebra por dentro. ¿Dónde encontrar cobijo para mi corazón derretido?...
Tú, Amado, que eres el dueño de todos mis imposibles,
colma de felicidad este corazón que clama a Ti día y noche,
revélame tu rostro de Misericordia.
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.
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