Era un hombre muy sencillo, que no había aprendido a leer.
Un día, el misionero le preguntó qué hacía estando tan tranquilo y silencioso delante del sagrario, y él le contestó :
- Padre, pongo mi alma al sol. "
Moraleja :
" La adoración a Jesús Eucaristía
calienta y acrisola el alma mía."
( de " 101 Cuentos para la Catequesis ", P. Mateo Bautista, Ed. San Pablo ).
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.
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