Pablo en la escuela de Gamaliel por Tarcisio Carmona
Sacerdote de la Sociedad de San Pablo, biblista.
Queridos hermanos, yo, Pablo de Tarso, en esta ocasión retomo el tema anterior y les comparto algunas cosas acerca de mi educación y del tiempo que pasé en Jerusalén. Siendo todavía un adolescente, mis padres decidieron enviarme a Jerusalén. Ya había recibido la formación básica en casa y en la sinagoga de Tarso, pero debía continuar aprendiendo. Así que, a pesar de la tristeza por dejar atrás mi familia y a mis amigos, me fui a vivir a Jerusalén, para estudiar bajo la guía de un reconocido Rabino, llamado Gamaliel (Hech 22,3), quien era un respetado doctor de la ley, miembro del grupo de los fariseos e integrante del Sanedrín, [órgano de gobierno interno del pueblo judío] (Hech 5,34). Durante los viajes de peregrinación que hacíamos cada año a la ciudad santa, para celebrar la Pascua, mis padres averiguaron dónde podía continuar preparándome y arreglaron todo para que Gamaliel me recibiera como su estudiante. No piensen que en aquel tiempo las escuelas eran como las de ahora, con sus grados y titulaciones; en aquel entonces se reunía un grupo de discípulos en torno a un maestro (rabí) y éste les enseñaba desde su propia experiencia y conocimiento. Nuestro libro de cabecera seguía siendo la Biblia (la ley, los profetas y los escritos), lo que los cristianos hoy en día llaman “Primer Testamento” o “Antiguo Testamento”; pero también aprendíamos sobre la ley oral, las tradiciones y la historia de Israel. La enseñanza abarcaba básicamente las siguientes áreas: 1) La Torá o Ley: Había que leer y memoriza los cinco primeros libros de la Biblia. Sobre todos los preceptos de la ley de Moisés. 2) Las tradiciones de los antiguos y la actualización de las leyes de Dios para el pueblo (orales y escritas). 3) La interpretación de la Biblia (Midrash) que consistía en aprender el método para la búsqueda del sentido que tiene la Sagrada Escritura para la vida del pueblo y de las personas. Como buen fariseo, Gamaliel era un estricto observante de la ley y de las tradiciones, y eso nos inculcaba a sus aprendices; pero también era un excelente maestro y educador, atento a las necesidades de las personas y favorable a una interpretación más abierta y humana de la ley. Como lo demostraría más tarde, cuando el Sanedrín querían matar a los apóstoles de Jesús, y él intervino diciendo: “Israelitas, piensen bien lo que van a hacer con estos hombres… porque si este plan o esta obra es de los hombres, fracasará; pero si es de Dios no conseguirán destruirlos. No sea que ustedes se vean luchando contra Dios” (Hech 5 35-39). Por supuesto, en otros asuntos la vida misma sería mi mejor escuela, hasta llegar a darme cuenta que “Dios escoge a los ignorantes del mundo para confundir a los sabios; a los débiles para confundir a los fuertes…” (1Cor 1,27). Por ahora es todo. Les deseo gracia y paz a ustedes que leen estas líneas. Continuará…
FUENTE : www.san-pablo.com.ar/aniopaulino/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.
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