En Jesús, el Verbo
se hizo carne,
palabra corporal
vestida de tiempo y espacio,
grito y temblor,
gesto y ternura,
accesible al ojo, a la caricia y al oído,
originalidad inagotable
surgiendo en medio
de la vida cotidiana,
fidelidad crucificada,
espesor humano
resucitado del sepulcro
del sanedrín y del imperio
por la fuerza del Espíritu.
Todo nuestro cuerpo
espera esta Palabra
desde el primer segundo
de existencia,
para irse haciendo
en el encuentro con ella,
carne liberada,
cosmos redimido,
transparente destello
del dolor cotidiano,
esperanza que brilla
en medio de los límites
de la condición humana,
pedazo de historia
transportada al infinito
en la reconciliación
sin fin y sin distancias
de la vida resucitada.
El Verbo encarnado
está todo él orientado
hacia nosotros,
esfuerzo infinito
de Dios que se expresa
en la cercanía corporal
de una vida caminante
por los más estrechos
callejones torcidos,
de la misma manera
que se adentra por su Espíritu
hasta la más íntima
puerta estrecha
de mí mismo.
Y todos nosotros,
llenos de nombres y de fechas,
de aromas y de golpes
en las costuras de la carne,
nos vamos haciendo
infinitos en su abrazo.
se hizo carne,
palabra corporal
vestida de tiempo y espacio,
grito y temblor,
gesto y ternura,
accesible al ojo, a la caricia y al oído,
originalidad inagotable
surgiendo en medio
de la vida cotidiana,
fidelidad crucificada,
espesor humano
resucitado del sepulcro
del sanedrín y del imperio
por la fuerza del Espíritu.
Todo nuestro cuerpo
espera esta Palabra
desde el primer segundo
de existencia,
para irse haciendo
en el encuentro con ella,
carne liberada,
cosmos redimido,
transparente destello
del dolor cotidiano,
esperanza que brilla
en medio de los límites
de la condición humana,
pedazo de historia
transportada al infinito
en la reconciliación
sin fin y sin distancias
de la vida resucitada.
El Verbo encarnado
está todo él orientado
hacia nosotros,
esfuerzo infinito
de Dios que se expresa
en la cercanía corporal
de una vida caminante
por los más estrechos
callejones torcidos,
de la misma manera
que se adentra por su Espíritu
hasta la más íntima
puerta estrecha
de mí mismo.
Y todos nosotros,
llenos de nombres y de fechas,
de aromas y de golpes
en las costuras de la carne,
nos vamos haciendo
infinitos en su abrazo.
FUENTE : www.webdepastoral.salesians.info/P/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.
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