martes, 22 de abril de 2008

LUGARES PASCUALES - ESTANCIAS.

LUGARES PASCUALES - ESTANCIAS.
“Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio?”
Evangelio según san Juan 14, 1-12.

La vida humana, la que todos llevamos de manera un tanto apresurada, también nos va conduciendo, casi sin darnos cuenta, adonde no queremos. De pronto se nos hace patente que, con el paso de los años, se nos está acabando la juventud, se nos desgasta la poca sabiduría adulta que hemos conseguido, y no sabemos bien qué nos va a deparar en el futuro la propia trayectoria vital. Ese es el momento en que nos preguntamos no sin cierta inquietud: “Pero bueno, y cuál es mi sitio?”
No es que no conozcamos el itinerario, el camino hasta ahora recorrido. Sí que lo conocemos y muy bien. Pero lo que nos preguntamos es adónde nos lleva, adónde nos conduce tanto ajetreo, tanta ansiedad, tanto activismo, tantas y tantas preocupaciones por vivir honestamente la vida…
Saber el lugar que nos aguarda en la vida, el sosegado y hondo silencio, la verdadera paz del corazón. Eso es lo que desconocemos. No sabemos vivir la vida en manos de los otros, acogiendo lo que viene a nosotros cada día como un regalo, como una ofrenda que la Vida nos hace, que Dios nos regala.
El Señor está preparándonos ese lugar, trabaja para nosotros, nos lo ha prometido y su Palabra nunca falla. No solo nos lo prepara sino que está siempre mostrándonos el camino, el camino verdadero que nos conduciría a la verdadera vida.
Nosotros no acertamos, pero él nos muestra su propio camino: él mismo, su trayectoria, como una baliza de carretera para que podamos circular por la nuestra propia, la de cada uno. Resulta que en su vida encontramos nuestra biografía, nuestro camino es el suyo, o puede serlo, si nos dejamos conducir por su mano.
El sitio de reposo y confianza que no encontramos en nuestra pobre vida es él mismo, su propio itinerario, su preocupación por los más pequeños, su corazón compasivo, su abandono confiado en manos del Padre, como los lirios y los pájaros del campo. Adonde se nos quiere conducir es a ver su Rostro en todos los rostros, también en el nuestro propio, y a caminar sin miedo, abiertos, confiados y seguros, al futuro de Dios.
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.

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