Los dos mil asistentes a la Catedral de Concepción, el Primero de Mayo de 1982, irrumpieron en un estruendoso aplauso cuando Esteban Gumucio terminó de recitar este poema-oración, casi al finalizar la celebración.Lo había escrito esa misma mañana, al levantarse, con el corazón puesto en el Señor y en el trabajador de nuestro pueblo...
Dijo el trabajador en su corazón:
he trabajado el pan con el sudor de mi frente,siguiendo tus mandatos, Señor.
He trabajado la tierra con mis manos de hombre he trabajado el mundo que Tú creaste con todo mi corazón humano con toda mi alma
con todas mis fuerzas.
Con cuanto amor cogí en mis manos el primer martillo;
con cuanta esperanza llevé a mi madre mi primer salario.
Aprendieron mis hábiles dedos la precisa medida del milímetro y mis ojos,
la penetrante mirada que domestica el acero y lo convierte en máquina.
Señor, por tu nombre y por el amor de mis hijos fui carpintero, como tu hijo Jesús ;por tu nombre,recorrí los mares: fogonero, marinero, pescador;
Señor, por tu nombre,recorrí los largos caminos de mi patria,
camionero, caminante vendedor, caminero de pala y azadón;
y te daremos gracias y contaremos a nuestros hijos cómo fue tu auxilio,
cantaremos tu justicia y tu misericordia.
Los trabajadores del mundo entero diremos:
"nos han hecho pasar por peligrosmuchos y graves,estuvimos en hambre y en cárcel,
fuimos humillados, divididos, enmudecidos;pero tú de nuevo nos darás la vida,
nos harás subir de lo hondo de la tierra".Tú acrecentarás nuestra dignidad,
de nuevo nos consolarás; y te daremos gracias, Dios mío,con la alegría de nuestras esposas
y de nuestros hijos.Te aclamarán nuestros labios, Señor,nuestros corazones que Tú has liberado.
Y seremos un solo pueblo bien plantado,que no baja los brazos, caminante de la aurora;un pueblo de un solo corazónque busca cada día la parte de su pan en libertad.
Amén.
FUENTE : www.iglesia.cl/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.
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