(Psicólogo Especialista en Educación para la Comunicación ).
De entre las costumbres que esta sociedad líquida nos ha ayudado a dejar de lado está la de ser agradecidos. ¿Será, como dice el sociólogo polaco Zygmunt Baumann, que vivimos en una sociedad que se ha modelado en torno al usar y tirar, al deseo de consumir, a la ausencia de las responsabilidades? Si consideramos al otro una mercancía que se usa y se tira, entonces no hay razón para agradecer. Dar una respuesta sociológica ayuda a no hacernos responsables en lo individual. El ser agradecido nace de uno y se alimenta de los valores que ponemos en juego.
El ser agradecido implica más que decir un "gracias" de forma mecánica. Es una actitud que debe nacer de lo profundo del corazón.
No se nace agradecido, uno se va haciendo agradecido. La familia primero, la escuela después, son las encargadas de ir generando este sentimiento desde la enseñanza y, por sobre todo, desde el testimonio cotidiano.
Muchas son las veces que nos encontramos frente a personas que se vinculan demandando cosas, tal como si fuera una obligación otorgarle lo pedido, y, una vez cumplido, son incapaces de agradecer. Subyace, en el pensamiento de estas personas, que él otro esta a su servicio o, lo que es peor, que lo que se hace por él forma parte de lo natural. Algo así como que se tiene un deber hacia él. Que el mundo está para cumplir con sus deseos. A este tipo de personas, de niños no se le ha enseñado a agradecer, y se le da todo a manera de derecho, sin reconocer los esfuerzos que sus padres y los que lo rodean hacen para que se sienta feliz, sin importarle las consecuencias de sus actos. Aprender a agradecer supone que se está aprendiendo a recibir.
Ser agradecidos crea un espacio de dignidad entre el que agradece y el que se siente agradecido. La dignidad es un valor netamente humano. Esto hace que el agradecimiento no sea vivido como pagar una deuda sino como reconocer la generosidad de los demás. Ese tiempo y ese espacio que nos han dedicado.
No sólo me refiero a esa gratitud que nace de los pequeños actos cotidianos, sino a todas aquellas situaciones en que alguien nos ha ayudado a encontrar el rumbo cuando lo sentíamos perdido. A ese alguien que supo escucharnos y nos dio fuerza para seguir adelante. Ese otro con quien hemos vivido tiempos de tristeza y alegría, haciéndonos crecer en amistad. Aquel que siempre esperó lo mejor de nosotros y poniendo su mano en nuestro hombro alivió nuestra soledad.
Hay a tantos a quien agradecer… a ese que estando lejos lo sentimos cerca. Al que a los problemas más difíciles nos los convierte en anécdotas y con su necesidad de vos hace que te sientas único. A aquellos que sabés que nos quieren y siempre nos esperan. Agradecer cada día, al despertamos, que estamos vivos, con la posibilidad de enfrentar lo positivo y lo negativo, porque de los dos se aprende.
Un "gracias" dicho en el momento oportuno dice mucho del que lo expresa y de su condición humana. Ayuda a establecer relaciones duraderas, a crear lazos de solidaridad y, por sobretodo, dejar de pensar los vínculos afectivos en términos de costos y beneficios.
Un "gracias" que nace desde lo profundo de nuestro ser es un acto de amor. Un amor que refuerza la construcción social de la cultura. Es un acto de comunicación.
No dejemos de ser agradecidos, a pesar de que no nos agradezcan. Así mantendremos viva la fuerza del ejemplo.
FUENTE : www.san-pablo.com.ar/rol/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.
2 comentarios:
Muy bello y muy cierto el texto sobre Ser agradecido. Que gran verdad, el de dejar de pensar los vínculos afectivos en términos de costos y beneficios. Pienso que cuando uno se va librando de su Ego, la pureza del agradecimiento puede ser una realidad.
Muchas gracias al que escribió el texto!!!
Saludos de Martín :)
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