El Padre Hurtado y el Trabajo Humano.
Sentido Social del Trabajo
Hacer comprender la dignidad del trabajo humano es tarea fundamental de la educación social. Durante siglos se despreció el trabajo, sobre todo el trabajo manual, propio de los esclavos. Hay obras -se ha afirmado- que no hace un caballero, idea reforzada por la educación demasiado libresca que se ha dado hasta ahora sobre todo en los países latinos.Una fuerte reacción felizmente se ha hecho sentir. El comunismo, el nacismo, el fascismo y no menos los movimientos de auténtica acción católica obrera han creado una mística de trabajo y del respeto a la persona del trabajador y han encontrado profundo eco en las masas obreras.La guerra contribuyó mucho a crear esta mística. Los jefes políticos y militares reforzaron, aún en los países democráticos, la idea de que el trabajo del obrero era tan necesario como la acción de los generales para ganar la victoria: el obrero lo comprendió y trabajó con denuedo.Para el progreso humano en la época de paz el trabajo es tan necesario como para ganar la guerra. Los más altos escalones de la pirámide social se levantan sobe una base creada por el trabajo. Hermosamente reconoce Pío XI en “Quadragessimo Anno” este valor del trabajo, cuando dice: ¿No vemos acaso con nuestros propios ojos cómo los obreros, ya directamente ya por medio de máquinas e instrumentos que aumentan su eficacia de manera tan admirable? No hay nadie que desconozca que los pueblos han labrado su fortuna y han subido de la pobreza a la cumbre de la riqueza sino por medio del trabajo acumulado de todos los ciudadanos, trabajo de los directores y trabajo de los operarios”.La palabra “trabajo” debería sugerirnos a todos no sólo un medio para ganar la vida sino una colaboración social. Según esta concepción del trabajo podría ser definido: “El esfuerzo que se pone al servicio de la humanidad; esfuerzo personal en su origen, fraternal en sus fines, santificador en sus efectos”.Por el trabajo el hombre da lo mejor que tiene: su actividad personal, algo suyo, lo más suyo; no su dinero, sus bienes, sino su esfuerzo, su vida misma. Con razón los trabajadores se ofenden ante la benévola condescendencia de quienes consideran su tarea como algo sin valor. Trabajar en condiciones humanas es bello y produce alegría, pero esta alegría es echada a perder por los que altaneramente desprecian el esfuerzo del obrero, no obstante de que se aprovechan de sus resultados.…La sociedad debería vivir en un acto continuo de acción de gracias a todos los que laboran su grandeza espiritual, intelectual, manual y consiguientemente de respeto a todo trabajador, de gratitud por sus esfuerzos que no se pagan con dinero. Siempre el que recibe el esfuerzo de un hombre recibe más que lo que le da al entregarle en cambio billetes de banco o monedas, aunque fueran de oro legítimo. Es misión del educador caer en la cuenta a sus alumnos de los beneficios inmensos que nos proporciona cada día el trabajo de los demás.
FUENTE : www.iglesia.cl/
Hacer comprender la dignidad del trabajo humano es tarea fundamental de la educación social. Durante siglos se despreció el trabajo, sobre todo el trabajo manual, propio de los esclavos. Hay obras -se ha afirmado- que no hace un caballero, idea reforzada por la educación demasiado libresca que se ha dado hasta ahora sobre todo en los países latinos.Una fuerte reacción felizmente se ha hecho sentir. El comunismo, el nacismo, el fascismo y no menos los movimientos de auténtica acción católica obrera han creado una mística de trabajo y del respeto a la persona del trabajador y han encontrado profundo eco en las masas obreras.La guerra contribuyó mucho a crear esta mística. Los jefes políticos y militares reforzaron, aún en los países democráticos, la idea de que el trabajo del obrero era tan necesario como la acción de los generales para ganar la victoria: el obrero lo comprendió y trabajó con denuedo.Para el progreso humano en la época de paz el trabajo es tan necesario como para ganar la guerra. Los más altos escalones de la pirámide social se levantan sobe una base creada por el trabajo. Hermosamente reconoce Pío XI en “Quadragessimo Anno” este valor del trabajo, cuando dice: ¿No vemos acaso con nuestros propios ojos cómo los obreros, ya directamente ya por medio de máquinas e instrumentos que aumentan su eficacia de manera tan admirable? No hay nadie que desconozca que los pueblos han labrado su fortuna y han subido de la pobreza a la cumbre de la riqueza sino por medio del trabajo acumulado de todos los ciudadanos, trabajo de los directores y trabajo de los operarios”.La palabra “trabajo” debería sugerirnos a todos no sólo un medio para ganar la vida sino una colaboración social. Según esta concepción del trabajo podría ser definido: “El esfuerzo que se pone al servicio de la humanidad; esfuerzo personal en su origen, fraternal en sus fines, santificador en sus efectos”.Por el trabajo el hombre da lo mejor que tiene: su actividad personal, algo suyo, lo más suyo; no su dinero, sus bienes, sino su esfuerzo, su vida misma. Con razón los trabajadores se ofenden ante la benévola condescendencia de quienes consideran su tarea como algo sin valor. Trabajar en condiciones humanas es bello y produce alegría, pero esta alegría es echada a perder por los que altaneramente desprecian el esfuerzo del obrero, no obstante de que se aprovechan de sus resultados.…La sociedad debería vivir en un acto continuo de acción de gracias a todos los que laboran su grandeza espiritual, intelectual, manual y consiguientemente de respeto a todo trabajador, de gratitud por sus esfuerzos que no se pagan con dinero. Siempre el que recibe el esfuerzo de un hombre recibe más que lo que le da al entregarle en cambio billetes de banco o monedas, aunque fueran de oro legítimo. Es misión del educador caer en la cuenta a sus alumnos de los beneficios inmensos que nos proporciona cada día el trabajo de los demás.
FUENTE : www.iglesia.cl/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.
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