miércoles, 1 de octubre de 2008

SAN PABLO, LA REALIZACIÓN DE LA VOCACIÓN CRISTIANA.

San Pablo, la realización de la vocación cristiana
por Emilio Rodríguez Escurra


Pablo comprendió desde muy joven la predilección de Dios por él y, dispuesto a seguirlo con absoluta generosidad y entrega, se formó durante toda su vida para ser cada día más digno de esa iniciativa del Padre.

Proveniente de una familia judía observante de la tribu de Benjamín y miembro del grupo de los fariseos, el más ortodoxo de todos al que decía sentirse orgulloso de pertenecer, Pablo tuvo como maestro a Gamaliel, uno de los más prestigiosos de la época, quien lo instruyó “en la Ley de nuestros padres en la formación más seria” (Hechos 22, 3).
Su amor a Dios y su predisposición a servirle lo llevaron, luego de la muerte de Cristo, a perseguir a los seguidores del “Camino”, como se llamaba a los primeros cristianos, “quería detener a cuantos seguidores del camino encontrara” (Hechos 9, 2). Era conocido como uno de los perseguidores más severos.

El velo por su fe judía lo condujo ha pedir un permiso especial a los Sumos Sacerdotes para detener a los cristianos de Damasco, el cual le fue concedido, he inmediatamente partió hacia allí.

En ese trayecto Dios, en Jesús, salió a su encuentro y se produjo la renovación de la misión a la que Pablo era enviado: anunciar su mensaje a todos los hermanos, antes desde las tradiciones judías, desde ahora predicando al Mesías esperado que se había hecho presente en Jesús, Hijo de Dios, que había iniciado el Reino de Dios en la tierra con su muerte y resurrección.

“Saulo, Saulo ¿por qué me persigues?” le preguntó Jesús Resucitado al aparecérsele rodeado de una incandescente luz, que lo dejó no sólo sin poder ver, sino atónito ante esa pregunta: si su única intención era la de servir a Dios.
“¿Quién eres, Señor?”, Pablo no reconoce a Jesús. “Yo soy el Señor, tu Dios...”, Pablo atento a los signos de los tiempos comprende que se trata del mismo Dios que lo envía a una nueva misión.
Es a partir de entonces cuando Saulo toma el nombre de Pablo, que quiere decir poco, pequeño, y se constituye Apóstol de Jesús; perdonado por la misericordia de Jesús e impulsado por el Espíritu Santo.

A diferencia de Pedro, a quien le había sido destinada la misión de predicar a las comunidades judías, Pablo debería llegar a los paganos. Aquí se encuentra lo novedoso de la misión de la Iglesia naciente: el criterio de “catolicidad” (universalidad) del mensaje cristiano que debía llegar a todos, judíos y paganos.

Su celo apostólico por llegar a cada comunidad y a cada persona, siendo incluso cuestionado y rechazado por algunas, con las enfáticas predicaciones propias de San Pablo, reflejadas en cada una de sus 13 cartas, lo constituyen uno de los máximos comunicadores de los valores del Evangelio, especialmente con el ejemplo de su modesta su vida.

En su vocación se halla la realización de la auténtica vocación cristiana: la escucha del llamado de Dios, la puesta en camino y la renuncia a todo lo poseído y a la ambición de poseer; entregando todas sus capacidades al servicio de la Iglesia hasta poder afirmar que “ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí”.

ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

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