sábado, 31 de mayo de 2008

PENSAMIENTO - MI VOCACIÓN / DON ORIONE.

PENSAMIENTO - DON ORIONE." ¡ Mi verdadera vocación
sería poder vivir
como un auténtico asno de Dios,
como un auténtico burrito
de la Divina Providencia ! ".
( Don Orione ).

( del libro " Fuego al mundo " ).
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

EL ESPINO Y EL PERDÓN.

El Espino y el perdón

Un hombre caminaba por un camino, contemplando la belleza a su alrededor, cuando sintió que tenía una herida. Miró a un lado y vió que un espino le había hecho un corte en la pierna.

Pero el paisaje era tan hermoso que decidió no darle mucha importancia y, volviéndose hacia la planta, murmuró: - Te perdono.

Horas más tarde, otro hombre caminaba por el mismo camino, también contemplando la belleza de Dios en la puesta de sol frente a sus ojos, cuando el mismo espino lo hirió.Él se limitó a mirar al espino, se limpió la sangre que le salía y siguió adelante.

Un ángel, que lo había visto todo, se dirigió al Señor y le dijo:

- Hoy he visto a un santo que perdonó a un espino. Y he visto también a un hombre sin corazón que también ha sido herido y no ha dicho nada.

- Pues estás completamente engañado -respondió el Señor-. Claro que el primero es un hombre de bien, pero el segundo, además de santo, es también muy sabio.

- ¿Cómo es posible? -insistió el ángel, sorprendido con la respuesta del Todopoderoso-. Él no tuvo la grandeza de decir nada, ¡simplemente siguió su camino!

Dios interrumpió al ángel:

- El hijo injustamente reprendido por el padre, aunque entienda que el gesto es fruto de un amor tal vez excesivo, no tiene necesidad de perdonar a nadie, sino tan solo de aceptar lo ocurrido. De esta manera, la herida no hiere y el perdón no humilla.

“El espino nació para usar sus espinas. Aunque quisiese, nunca podría perfumar el ambiente a su alrededor. El primer hombre, al sentir el dolor del pinchazo, echó la culpa al espino, y como es puro de corazón, lo perdonó. El segundo hombre también se hirió; pero como sabe que todos los espinos son así, no se sintió ofendido. Y como no tenía nada que perdonar, no perdonó.”

Y concluyó: - Cuando el alma sangra por algo que sabemos que hiere, de nada sirve ni culpar ni perdonar.
FUENTE : www.ciudadredonda.org/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

viernes, 30 de mayo de 2008

ALABAR - CARLO MARÍA MARTINI.

Alabar
Si te has parado a contemplar el cielo,un bosque, un arroyo,
que te han impresionado por algo que has llamado «belleza»,
si has sentido de pronto ganas de cantar, o de correr un buen trecho,
por algo que has llamado «alegría»,
si te has preguntado asombrado
cómo alguien cercano a ti te puede querer precisamente a ti...
¡puedes entender lo que significa alabar!
( Carlo María Martini ).

FUENTE :
www.pastoralsj.org/oracion/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.

jueves, 29 de mayo de 2008

ORACIÓN DEL PAPA PABLO VI.

ORACIÓN DEL PAPA PABLO VI.

Padre, yo no existía y Tú me has pensado;
Tú me has llamado de la nada y me has concedido
el don de responder: yo soy
Tú has guiado con secreta Providencia la vida de mi existencia
Tú has dispuesto las etapas de mi camino.
Me has llamado desde lejos para que yo te respondiera cercano.
Soy, criatura en tus manos,arcilla deforme e imagen de tu rostro.
Rehaz en mí tus semablantes y no me juzgues si los olvido.
Yo soy frágil en tus potentes manos,mi debilidad es señal de tu dominio;
pero tus manos son piadosas: socorren y sostienen, castigan y vivifican.
Yo dejaré en ellas mi vida,donde nada se pierde,
perderé mi ser en Ti, Padre mío,mi principio y mi fin.
FUENTE : www.
vocacionesjesuitas.blogspot.com/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

HOY ME TOPÉ CON JESÚS.

HOY ME TOPÉ CON JESÚS.Hoy me topé con Jesús.En el ruido de los vientos.
En el trinar de las aves.En el ruido constante de la ciudad.
Señal de vida de la humanidad.En el amigo que me acompaña y me saluda.
En la gente que camina aprisa a su faena.En el saludo atento y respetuoso de mi jefe.
En el apretón de manos de mi compañero de trabajo.
En el escuchar la alegría de la gente que trabaja.
En el que trabaja con conciencia y dignidad.
En la sonrisa amable de una dama.En el plato repleto de alimento.
En el momento preciso de iniciar las labores del día.
En el momento preciso de terminar la jornada diaria.
En la persona desconocida que me saluda por la calle.
En la tierna voz de los niños.En el sollozo de un recién nacido.
En el atardecer y anochecer del día.En el llegar a casa
y ver la televisión junto a la familia.
En el ser amable ante una mirada de dureza.
En aceptar a los demás con sus indiferencias.
En el sonreír en lugar de experimentar el odio y la venganza.
En el aceptarse a sí mismo tal y como se es y sin presunciones.
En el vivir para servir aunque nunca sea reconocido.
En el sentir en todos los ambientes su presencia.
En el hablar con el lenguaje mudo.
De verdad , ¡ hoy me topé con Dios!
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

miércoles, 28 de mayo de 2008

LECTIO DIVINA - NOVENO DOMINGO TIEMPO ORDINARIO ( CICLO A ).

LECTIO DIVINA - 9º Domingo del Tiempo Ordinario (A)
Quien quiere hacer la voluntad del Padre
tiene que escuchar la palabra de Jesús y ponerla en práctica.
Mateo 7,21-27
Oración inicial :
Señor, nos acogemos confiadamente a tu providencia, que nunca se equivoca; y te suplicamos que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquellos beneficios que pueden ayudarnos para la vida presente y la futura. Por nuestro Señor.

1. LECTIO :
Lectura del Evangelio:

«No todo el que me diga: 'Señor, Señor', entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán aquel Día: 'Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?' Y entonces les declararé: '¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!'«Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.»

2. MEDITATIO :
a) Clave de lectura:

El texto que la liturgia de hoy nos propone, cierra el discurso de Jesús que se abre con las bienaventuranzas (Mt 5,1-12). Jesús “al ver a toda esa muchedumbre ... subió al monte; allí se sentó… y les enseñaba” (Mt 5,1-2). Después de haber anunciado e inaugurado los nuevos tiempos de la conversión en vista del reino de los cielos que se acerca (Mt 4,17), Jesús presenta un programa completo, con un nuevo estilo de vida basado en su persona: El es la “buena nueva del reino” (Mt 4,23) en la que se fundan los tiempos nuevos. En este texto del séptimo capítulo Jesús reitera una vez más que entramos en el reino de los cielos eligiendo, a conciencia, los valores de este reino y haciéndolo con decisión y responsabilidad. Una decisión que se traduce en obras que se reconozcan: las obras de los “hijos de Dios” (Mt 5,9). Jesús aquí hace alusión no tanto a obras externas o a manifestaciones extraordinarias, sino que se refiere sobre todo al fundamento de la vida del discípulo: hacer “la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt 7,21). Muchos, ciertamente, profetizan en el nombre de Jesús, expulsan demonios y realizan prodigios al servicio de la evangelización (Mt 7,22). Pero Jesús no los reconoce ya que son “agentes de iniquidad” (Mt 7,23). Las palabras de desprecio dirigidas a éstos son fuertes y terribles ya que Jesús declama abiertamente: “Jamás os conocí; apartaos de mí” (Mt 5,23). Son frases que nos recuerdan las palabras del Buen Pastor, en el evangelio de Juan: “Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y mis ovejas me conocen” (Jn 10,14). Aquí se hace hincapié en la actitud de Jesús, que no se deja embaucar y sabe, siendo Juez Justo, quienes les pertenecen y quienes no. En el Evangelio de Juan, encontramos lo mismo, por ejemplo con referencia a Judas Iscariote y a la elección de los doce: “Jesús respondió: Yo mismo los elegí a ustedes, los Doce. Y, sin embargo, ¡uno de ustedes es un diablo!. Hablaba de Judas, hijo de Simón el Iscariote: era uno de los Doce y lo traicionaría.” (Jn 6,70); “No lo digo por todos ustedes; porque conozco a los que he escogido; y se va a verificar lo dicho por la Escritura: El que come el pan conmigo se levantará contra mí.” (Jn 13,18); “Ustedes no me escogieron a mí. Soy yo quien los escogí a ustedes y los he puesto para que vayan y produzcan fruto, y ese fruto permanezca. Y quiero que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo dé.” (Jn 15,16). Un tema éste que es común también en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, lo encontramos en Oseas, con relación al pueblo de Dios que a pesar de haber “rechazado el bien” grita: “Mi Dios, nosotros de Israel, ¡no te conocemos!” (Os 8,2-3). Las parábolas de las diez vírgenes (Mt 25,11-12; Lc 13,25), de las dos casas (Lc 6,46) nos hablan de esto. También algunos pasajes de los Hechos de los Apóstoles y de las cartas paulinas nos hacen notar esta realidad (He 8,9-13, 18-23; 2Ti 3,8-9, 1Co 4,20; Fil 3,7-9;) existente ya en la iglesia primitiva: es decir la presencia de los que cumplen un ministerio en nombre de Jesús, pero de hecho son agentes de iniquidad, desobedientes a la voluntad de Dios (Heb 4,6) y entonces no se enteran del reino. Por ello Pablo exhorta a los discípulos para que vivan “con sencillez de espíritu, no sirviendo sencillamente cuando los vigilan, o para que los hombres los feliciten, sino que sean como siervos de Cristo. Hagan su trabajo con empeño por el Señor, y no por los hombres” (Ef 6,6).

Jesús reconoce solamente como suyos, los que hacen la voluntad de su Padre (Mt 12,50; 21,29-31; Mc 3,35), porque él también es reconocido por esto (Jn 7,17). Pone en guardia a sus discípulos de los falsos profetas “que vienen a ustedes disfrazados de ovejas, cuando en realidad son lobos feroces” (Mt 7,15). En ese texto (Mt 7,22) el término “profetizar” se refiere al ministerio de la enseñanza con autoridad moral, hecha en nombre de Jesús, en la comunidad cristiana. A esto se refiere también Pablo en 1Cor 12,28 y Ef 4,11. Este es uno de los dones, juntamente con el exorcismo y con la manifestación de otros prodigios, que contribuye a la edificación de la Iglesia facilitando la proclamación de la buena nueva. Por consiguiente es un don que, como cualquier otro don, trae consigo una gran responsabilidad. Los “agentes de iniquidad”, aunque tengan dones, causan daño y ruina al edificio de la Iglesia (casa de Dios) con su hipocresía. Es posible que sea también éste el sentido de la parábola de Jesús sobre las dos casas construidas, una sobre arena y la otra sobre roca. Así que lo importante no es afanarse, sino construir sobre la Palabra de Dios, poniéndola en práctica con docilidad y caridad, porque sin la caridad que nos une a Dios y a su voluntad no somos nada y nada nos sirve (1Cor 13,1-13). “Pasarán las profecías, callarán las lenguas y se perderá el conocimiento” (1 Cor 13,8). Solamente “la caridad nunca pasará” (1 Cor 13,8).

b) Algunas preguntas:
i) Lee atentamente el texto del evangelio y la llave de lectura. Encuentra en la Biblia todas las citas de los textos paralelos. Puedes buscar otros que te ayudan a comprender y a profundizar el texto de Mateo.

ii) Subraya lo que te ha llamado la atención en los textos y en la llave de lectura.

iii) En este discurso ¿cuál te parece que sea el mensaje principal de Jesús?

iv) El evangelio nos dice que “cuando Jesús terminó estos discursos, lo que más había impresionado a la gente era su modo de enseñar” (Mt 7,28). Esta reacción ¿es también la tuya? ¿Por qué?

v) La multitud notaba que Jesús “enseñaba como uno que tiene autoridad y no como los escribas” (Mt 7,29).
¿Qué piensas de esta intuición de la multitud?
¿Tiene que ver con la coherencia del estilo de Jesús con su mensaje?

vi) ¿Cómo puedes contribuir a la edificación de la Iglesia?

3. ORATIO :
Haz silencio dentro de ti y acoge las palabras de Jesús en tu corazón.
Practicando estas palabras, terminarás por transformarte en El.

Concluye tu oración con el Salmo 31
En ti, Yahvé, me cobijo,
¡nunca quede defraudado!
¡Líbrame conforme a tu justicia,tiende a mí tu oído, date prisa!
Sé mi roca de refugio,alcázar donde me salve;pues tú eres mi peña y mi alcázar,
por tu nombre me guías y diriges.
¡Y yo que decía alarmado:
«Estoy dejado de tus ojos»!Pero oías la voz de mi plegaria
cuando te gritaba auxilio.¡Tened valor, y firme el corazón,vosotros,
los que esperáis en Yahvé!

4. CONTEMPLATIO :
“Porque pensamos que el hombre es justificado por la fe, independientemente de las obras de la ley.” (Rm 3,28).

ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

RASGAD LOS CORAZONES - RAFAEL PRIETO.

Rasgad los corazones - Rafael Prieto.
( Cáritas Cuaresma 2005 ).

Si tienes el corazón duro, tienes que ablandarlo.
Si llega a ser de piedra, tienes que romperlo,
y convertirlo en un corazón de carne (Ez 36, 36).
Si tienes el corazón viejo, tienes que rejuvenecerlo y revitalizarlo
hasta conseguir un corazón nuevo.
Si tienes el corazón sucio, tienes que purificarlo,
hasta que llegues a ser limpio de corazón.
Para purificarlo se necesita el agua limpia (Ez 36, 25),
la lejía (Jr 2, 22),el fuego (Mal 3, 2; Mt 3, 11)
y sobre todo el Espíritu (Ez 36, 27; Mt 3, 11).
Si tienes el corazón pequeño, ruin,
orgulloso,tienes que estirarlo y hacerlo crecer,
que sea un corazón grande, ensanchado,
dilatado,como el de Abraham o
Pablo (2Cor 6, 11-13)
para que quepan en él todos los hermanos.
Si tienes un corazón inflado, orgulloso,tienes que vaciarlo,
podarlo, quitarle sus humos y grandezas,hasta hacerlo humilde y ponerlo a servir, como el de Cristo (Mt 11, 29; Lc 22, 27).
Conviérteme, Señor, ¡ haz mi corazón semejante al tuyo!


ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

martes, 27 de mayo de 2008

ORACIÓN - DIOS, DANOS LA FUERZA...


Dios, danos la fuerza de ayudar al progreso
a fin de subir hasta ti; danos la caridad pura,
danos la fe y la razón, danos la simplicidad que hará de nuestras almas el espejo donde se debe reflejar Tu Imagen.
( Winston Francisco Pauta ).
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

HABLANDO DEL EVANGELIO.

HABLANDO DEL EVANGELIO.
“Y les dijo:Id por todo el mundo
y proclamad la Buena Noticia a toda la creación ”
(Mt 16,15)

El Evangelio es la Buena Nueva del amor y de la paz.
El Evangelio es la Buena Nueva de la alegría.
El Evangelio es la Buena Nueva de la salvación.
El Evangelio es la Buena Nueva de la justicia.
El Evangelio es la Buena Nueva de Jesucristo.

El Evangelio no es un conjunto de leyes.
El Evangelio no es un conjunto de condiciones.
El Evangelio no es un conjunto de virtudes.
El Evangelio no es un conjunto de historias.
El Evangelio no es un conjunto de obligaciones.

El Evangelio es libro de verdad divina.
El Evangelio es libro de verdad para sabios e ignorantes.
El Evangelio es libro de verdad para niños y adultos.
El Evangelio es libro de verdad para ricos y pobres.
El Evangelio es libro de verdad cuando erramos.
El Evangelio es libro de verdad cuando queremos no errar.

El Evangelio es la Buena Nueva
para los deprimidos y para los optimistas,
para los desanimados y para los eufóricos,
para los relegados y para los importantes,
para los que pierden y para los que ganan.
( Jesús María Bezunartea,
Revista “El Pan de los pobres” ).

FUENTE : www.revistaecclesia.com/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

CON SED A LA ESPERA DE DIOS - PEDRO ASTORGA GUERRA.

Con sed a la espera de Dios
Pedro Astorga Guerra*
Sal Terrae 96 (2008) 485-494

«Mi ser está sediento del Señor, del Dios vivo» (Sal 42,3). Así describe el salmista su relación con Dios. Probablemente no es una relación gratificante, pues la sed manifiesta la ausencia y la necesidad de Dios. No obstante, al menos se mantiene en tensión hacia Dios, pues en la sed gusta ya de Aquel a quien busca. Tal es la falta de agua que sólo las lágrimas son su pan día y noche (Sal 42,4). Por una parte, no tiene más alimento que el dolor. Por otra, sus lágrimas manifiestan el deseo y la necesidad de la presencia de Dios1.
Quizá la persona está a punto de morir. El verbo que aparece en Sal 42,2, «bramar», solo aparece tres veces en el Antiguo Testamento: dos en Sal 42,2 y una en el libro de Joel: «Incluso las bestias del campo braman hacia Ti, porque se han secado los raudales de agua, y el fuego ha devorado los pastizales del desierto» (1,20). Por lo tanto, la situación de quien tiene sed, como la de la cierva, es de vida o muerte. Si el ser más íntimo de la persona «brama» por Dios, es que está sintiendo la muerte y busca desesperadamente el agua que pueda darle la vida. Lo más profundo del ser del salmista tiene sed de Dios. Así como la cierva y las bestias del campo o beben del agua o se mueren, así también la persona sedienta, o bebe de Dios o se muere.
Ahora bien, los salmos 42 y 43 no testimonian una búsqueda desesperada y angustiosa del Dios vivo, sino una búsqueda con esperanza. Entre la sed de Dios y su satisfacción en el manantial divino no está la búsqueda desesperada, sino esperanzada: «¿Por qué estás abatida, ¡oh alma mía!, y gimes en mí? Espera en el Señor, pues aún he de loarlo como salvación de mi rostro y mi Dios» (42,6.12; 43,5).
Probablemente esta experiencia del salmista no sea tan evidente, pues lo más difícil de descubrir es normalmente aquello que realmente somos. Seguramente habrá muchas personas que afirmen no tener sed de Dios, ni les preocupe, por tanto, buscarlo y esperarlo. Habrá también otras muchas que, como yo, sintiendo la sed de Dios, no sepamos a veces cómo buscarlo o, en la búsqueda, sencillamente nos quedemos sin sed. Supongo que, a veces, aguas engañosas han venido a inundar nuestro corazón y vivimos muy satisfechos (Jr 2,11-18). Estamos contentos en la superficie, y ya la sed de Dios va quedando tan debajo de nosotros mismos que incluso la damos por perdida. Tal vez hemos llegado a experimentar que la sed de Dios es mortal y, por tanto, más vale acallarla, que no «brame»... En realidad, no somos más que ignorantes que se niegan a reconocer que la sed de Dios es la única oportunidad que tenemos de vivir: «Ni aun dijeron [vuestros padres]: “¿En dónde está Yahveh, el que nos ha subido del país de Egipto, el que nos ha conducido a través del desierto, por tierra de estepa y barranco, por tierra árida y tenebrosa, tierra por donde nadie transita y donde no habita hombre alguno?”» (Jr 2,5-6). Beber de Dios o morir: ésa es la disyuntiva y algo que, a nuestro modo de ver, tenemos que vivir desde la espera. Quien tenga sed, mantenga viva la esperanza; y cuando la sed parezca secarse, porque disminuye la esperanza, rememoremos de continuo que las misericordias del Señor no se han agotado (Lam 3,22). Pidamos a Dios, por tanto, el don de la esperanza, medio para sentir la sed de Dios y, al mismo tiempo, impulso para buscar y esperar el agua viva2. Los salmos 42 y 43 también pueden ayudarnos en este camino.
Una vez que el salmista ha descrito su situación (Sal 42,2-6), da paso al recuerdo potenciador. Ya no se acuerda simplemente de lo que hacía (Sal 42,5), sino que recuerda a Dios (Sal 42,7). Al percibir la situación de otra manera, está en posición de avanzar: «envíame tu luz y tu verdad, ellas me guíen» (Sal 43,3). Un cambio de percepción también hizo pasar a Israel de temer a Egipto (Ex 14,10) a temer a Yahveh y a creer en éste y en Moisés, su siervo (Ex 14,31).
Normalmente, atrás está lo conocido y lo que aparentemente permite vivir, como decían los israelitas a Moisés: «Déjanos que sirvamos a los egipcios, pues más nos vale servir a los egipcios que morir en el desierto» (Ex 14,12). Quizás atrás está la relevancia social, las numerosas vocaciones y los «triunfos» pastorales; pero estancarse en el recuerdo paraliza y acaba matando. El desierto que se avecinaba para el pueblo de Israel era un lugar de muerte, pero también la oportunidad de recibir la libertad y la vida. Esto es lo que Moisés posibilita enseguida a los ojos de Israel: «Manteneos firmes y veréis la salvación que Yahveh va a llevar hoy a cabo por vosotros» (Ex 14,13). Aquí está el punto de inflexión del relato y, en definitiva, uno de los rasgos fundamentales de la misión de Moisés3. El horizonte de sentido ensancha la vista de los que tienen miedo y buscan un mal refugio en el pasado. Lo que la esclavitud pasada tiene que posibilitar es el clamor a Dios para que Éste actúe. A Israel le corresponde ahora mantenerse firme disponiéndose a ver la salvación de Dios.
Quizás hoy, como Iglesia, tenemos que preguntarnos si nos mantenemos firmes a la espera de la salvación de Dios. Más aún, si somos capaces de dar un horizonte de sentido desde la presencia de Cristo, que le dice qué es y dónde está la vida4. No negamos que los hombres y las mujeres de hoy vislumbran un futuro y se construyen el presente desde ese futuro. Sin embargo, nos da la impresión de que la cultura, en cuanto modo de percibir, filtrar e interpretar la realidad, no quiere tener en cuenta a Dios para abrirse al futuro. Parece que Dios es ahora el Faraón de Egipto, y aparecen distintos «anti-Moisés» que pretenden abrir perspectivas para que el pueblo se mantenga firme, no vuelva a Dios y espere la salvación de cualquier otra parte, menos de Él. Estamos de acuerdo en que el corazón humano es un corazón sediento de infinito, pero también hay que reconocer que es tan finito y encarnado que tiene la percepción de sí que le da la cultura y sacia su sed también en las fuentes que ofrece la cultura5. Si la cultura hace ver que «sólo Dios sobra», pues entonces los canales que conduzcan a fuentes que sacien la sed tratarán de evitar el encuentro con Dios. No creemos que esto sea lo mejor: canales y fuentes que no conduzcan a Dios son canales y fuentes agrietados que pronto se quedarán sin agua (Jr 2-12-13). Ciertamente que encontrarse con Dios, fuente de aguas vivas, significará la destrucción de canales que provoquen servidumbre, injusticia y muerte, pero también exaltación de los que conduzcan a la libertad, a la justicia y a la vida. Los hombres y mujeres que estamos inmersos en esta cultura no podemos cerrarnos a percibir que nuestra sed más profunda sólo se puede saciar en Dios, y que los canales que nos ofrece la cultura no tienen ningún sentido si no conducen a Dios o manan de Él. No puede ser que, cuando hay tantas oportunidades para dejar la esclavitud, servidumbre y muerte, lo estemos haciendo dejando a un lado a Dios.
Como mediadores/as y hombres y mujeres de Iglesia, tenemos que criticar las aguas engañosas que pretenden erigirse en fuentes vivas, pero también debemos reconocer y potenciar lo bueno de la cultura, evangelizando los modos de percibir, filtrar e interpretar la realidad, para posibilitar verdaderos canales que sacien la sed porque conducen a Dios o brotan de Él, fuente perenne de vida6.
Entre algunos canales que habría que potenciar, creemos que está el conocimiento continuo del mensaje cristiano. La comunidad cristiana, desde un principio, no se replegó sobre sí misma; y si bien es cierto que no vivía cómodamente, la convivencia con los gentiles la vio como una oportunidad de dar razón de la esperanza, con mansedumbre y respeto (1 Pe 3,15). Por eso no hay que descuidar de ninguna manera la formación y el interés por descubrir continuamente la razón que lleva en sí misma esta esperanza viva a la que Dios nos hecho renacer (1 Pe 1,3). Si acentuamos también la mansedumbre y el respeto, entonces habrá que caer en la cuenta de que el cristianismo es una propuesta y que, por lo tanto, no se impone. La cultura tiene sus formas para configurar a los individuos, y está claro que la imposición, sin razones convincentes, no conduce a ninguna parte.
El encuentro con la cultura no sólo puede ser de descalificación mutua, sino de esfuerzo intelectual y apertura de ambas partes. No se le puede tachar de materialista, porque también es solidaria; ni de hedonista, porque también ama (agapé); ni de relativista, porque también está buscando la verdad. Quizás habría que insistir más bien en que la posesión de bienes materiales y el bienestar son don de Dios, y entonces no se pueden poseer de forma egoísta. También habría que buscar la manera de relacionar el placer y el gozo con el amor, y no verlos simplemente como antagónicos. Finalmente, habría que reconocer que la verdad no se posee en propiedad para descalificar a los demás, sino que es una Persona, Jesucristo, y entonces quizá las «verdades» adquieran su auténtico sentido y la holgura suficiente para hacerse un lugar y dar lugar a las demás.
No es fácil vivir en esta cultura con la necesidad de transmitir el Evangelio. Quizá no haya ni cultura fija, sino inestabilidad cultural. Aún así, creemos que el cristianismo puede hacer mucho en la construcción de Europa como una casa común. Por supuesto que concretar medidas para vivir unos/as con otros/as es complicado, pero no menos cierto es que todos somos hermanos e hijos de un solo Dios. Hoy tenemos la oportunidad de abrir las puertas a quien no sólo viene a quitar la «paz», sino a ensanchar las percepciones y a enriquecer la cultura. La Iglesia se afianza con esto en su identidad al saberse visitada por el Dios de entrañas misericordiosas y afectada por los hermanos y hermanas a quienes se acoge desde el amor recibido7.
Creemos también que habría que continuar estando al servicio de la reconciliación y del perdón. Diferencias culturales siempre habrá, pero ello no ha de ser obstáculo para llegar a un entendimiento. Exigencia y afán de justicia lo queremos todos/as, pero no menos cierto es que somos pecadores/as y tenemos que ser capaces de iniciar procesos de reconciliación y no sólo de desaparición del contrario. No hace falta decir que el cristianismo se une a todos los esfuerzos para luchar contra la pobreza, el hambre, la enfermedad, el daño ecológico y la guerra: canales que ya empiezan a apagar la sed y que, sin lugar a dudas, abren al futuro de salvación de Dios. Otra cosa es que la cultura que crean los medios de comunicación social no lo tenga en cuenta.
Aún con lo dicho anteriormente, nos atreveríamos a decir que lo más difícil no está en posibilitar canales, sino en mantener la sed de Dios que permita ver si de verdad los canales conducen o vienen de Dios. Dicho de otra manera, quizá necesitemos mediadores/as que no sólo posibiliten canales de y hacia el agua viva, sino que, teniendo sed de Dios, beban el agua viva de primera mano y lo cuenten a los demás. El salmista tenía claro que Dios era quien le podía enviar su luz y su verdad (Sal 43,3). Incluso se trataba de un reconocimiento que hacía en situación de destierro. Para él, como para Israel, el destierro era oportunidad de replantearse su relación con Dios8 y dejar constancia de un auténtico proceso de conocimiento del Señor. No era la primera vez que Israel hacía esto: en uno de los momentos más importantes de su historia, como fue el Éxodo, Israel confesaba a Yahveh lo mismo que murmuraba de Él, manifestando así un auténtico proceso de conocimiento de Dios (Ex 14,31 – 17,7)9.
Hoy la fe de quien cree en Jesús y en la Iglesia quizá se experimente como de desierto, de muerte y de destierro en país extranjero, pero también puede asumir esta situación como el inicio de un nuevo conocimiento de Dios. A primera vista, podría parecer un poco extraño apelar a esto, cuando lo normal sería replantearse los métodos de evangelización. Pero no lo es. De hecho, creemos que muchas veces damos por descontado el conocimiento de Dios y lo que éste quiere o pide. Creemos conocer demasiado bien a Jesucristo como para profundizar nuestro conocimiento de Él. Incluso, a veces no nos atrevemos a ver quién es realmente el Dios de quien tenemos sed o el Jesucristo a quien seguimos, porque quizá perdamos un tiempo que necesitamos para realizar lo que vale la pena: llevar el mensaje misionero.
Muchas veces creemos que merodear a Dios y a su Hijo es una auténtica pérdida de tiempo cuando hay tanto que hacer y que anunciar. Sin embargo, por ejemplo, algo que llama la atención de la lectura del libro de Jonás es que no tiene que haber problema para compaginar la misión y el conocimiento de Dios. Jonás es un profeta muy eficaz, anuncia lo que Dios le manda, y la ciudad de Nínive se dispone inmediatamente a recibir la misericordia de Dios con su conversión (Jon 3,1-10). Pero también es eficaz en su trato con Dios: Jonás huye (1,1-16), Jonás ora (2,1-11), Jonás incluso se enfada con Dios (4,1-11). Jonás, por tanto, conoce a Dios, pero no de una vez y para siempre, sino continuamente.
Junto a la misión, Jonás también estaba embarcado en el conocimiento del Dios que lo enviaba. Creemos que, si no somos capaces de iniciar en la misión un proceso de conocimiento de Dios, pronto estaremos cansados/as, porque ya no encontraremos ninguna motivación; es decir, estaremos sin sed de Dios. Quizá ya no sería misión, sino pura filantropía. La misión, a nuestros ojos, puede triunfar o fracasar: eso lo sabrá Dios; a nosotros lo que nos ha de interesar es que el compromiso principal no es con la misión, sino con Dios, que envía y posibilita toda misión. Por eso Jonás no dialogaba tanto con los ninivitas cuanto con Yahveh. Por eso Moisés, cuando era rechazado, acudía a Yahveh (Ex 6,12). Dios es el Tú por excelencia, y a este Tú es a quien hay que conocer en último término. Un Tú que, por otra parte, es quien también se nos da a conocer. Dios es quien dirige su palabra a Jonás, quien lo destina a una misión, quien lo salva, quien lo destina por segunda vez, quien le pregunta por qué se molesta, quien lo confronta con la muerte (ricino, gusano, viento), y el último que habla en el relato. En el proceso de conocimiento, el Dios que salvó a Jonás quiere que también acepte su ser misericordioso10.
La sed que tengamos, por tanto, no ha de ser de la misión por y en sí misma, sino de Dios; y toda misión ha de contribuir a mantener viva esa sed. En general, a todos nos gusta la eficacia, muy valorada en nuestros tiempos. Pues bien, seamos también eficaces en el conocimiento de Dios. Muchas personas han dejado de creer o no quieren creer porque no se encuentran con un Dios que «les vaya». Normalmente, el problema no es que Dios sea un Dios que «nos vaya» o «no nos vaya» (Jonás estaba en la misma situación: me va o no me va un Dios misericordioso); en realidad, Dios nos va muy bien siempre y en cualquier circunstancia. Otra cosa es que no queramos darle la oportunidad de meterse con nosotros y de cambiar nuestra manera de ver las cosas. Abrámonos a la oración, a la lectura de la Escritura, a la Eucaristía... y a las personas que con su testimonio, su amor, su alegría, su pobreza y su sufrimiento hacen posible ver el rostro de Dios revelado en Jesucristo: «Nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres, sois vosotros, al aparecer manifiestamente que sois una carta de Cristo, redactada por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas que son corazones de carne» (2 Co 3,2-3). Sabemos que la exigencia es grande para disponerse a conocer y a aceptar lo que Dios es y quiere. Cada cual sabrá valorar su sed de Dios y los canales por donde piensa buscarlo. A nosotros nos queda insistir en lo siguiente, unidos a las palabras de San Anselmo: «Ciertamente que el Señor, nuestro Dios, es quien ha de enseñar a nuestro corazón dónde y cómo buscarlo, pues no podemos ir en su busca a menos que Él nos enseñe, y no podemos encontrarlo a menos que Él se nos manifieste»11.
Si hemos insistido en la apertura al futuro de salvación de Dios y al mismo tiempo en las dificultades de la misión y del conocimiento de Dios, no cabe duda de que, si esperamos y padecemos con sed de Dios, nos enfrentamos también a lo problemático. Parece que, como seguidores/as de Jesucristo, estamos destinados a vivir entre la estabilidad y el riesgo12. Indudablemente, todo ser humano busca una cierta estabilidad, y no es fácil abrirse al riesgo. Tenemos miedo a la fractura de la estabilidad conseguida, y cuantas menos cuestiones surjan, parece que vivimos mejor. Sin embargo, el salmista sediento de Dios no se arredra, no se calla, no se vuelve atrás: «¿Por qué me has olvidado?» (Sal 42,10), «Hazme justicia» (Sal 43,1). La sed de Dios es la fuerza para vivir lo problemático. No sólo para afrontar la cuestión de Dios, la más importante que atañe al ser humano, sino también los problemas individuales, sociales y mundiales. La pregunta de los enemigos, «¿Donde está tu Dios?» (Sal 42,4.11), está presente a todos los niveles, y no estamos sordos ni ciegos para no darnos cuenta. Los problemas y dificultades cuestionan la estabilidad; asumamos entonces el riesgo de vernos interpelados y «bramar» por el Dios vivo. La sed de Dios no niega los problemas que ella misma entraña ni los que vivimos en la sociedad, sino que se enfrenta a ellos, convive con ellos e incluso «huye» de ellos, porque sabe que la misión es del Dios que nos ha llamado; porque sabemos trabajar con denuedo, pero también descansar en la misericordia de Dios; porque todo lo hacemos agradeciendo a Dios y regenerándonos continuamente con Él13.
Por tanto, si creemos en Cristo, no somos sino sedientos de Dios. Cada cual puede contar su propia historia y hablar de su sed de Dios. En estos tiempos, en que nos encontramos con tantas realidades diferentes gracias al diálogo con Dios y con los demás, o por nuestro acercamiento a la prensa, la radio, la televisión e Internet, la sed de Dios puede disminuir o aumentar. A veces me asusto y me entristezco al ver cómo va el mundo. Pero más me preocupa que esto signifique la pérdida de la sed de Dios y viva como un desesperado (sin esperanza ninguna). Yo me niego a quedarme ahí, con el alma abatida y gimiendo. A lo ojos de Dios, en quien espero, mi Roca y mi Salvación, estoy muy contento, porque vivo también en un mundo amado por Dios, grande a sus ojos y con innumerables posibilidades de recibir la salvación de Dios. Creo que lo que significó una oportunidad para el salmista para recordar a Dios «desde el país del Jordán y los Hermones, desde la montaña de Misar» (Sal 42,7), lo puede ser también para quien, con sed, esté a la espera de Dios. Si se dice que «Dios no está» con mayor razón hay que preguntar por Él: «¿Dónde está el Señor?» (Jr 2,6.8). Si se dice que «no lo busques, no hace falta», mayor ha de ser la mirada reposada, atenta, desinteresada y en silencio14: «¡Quien diera que callaseis por completo, pues ello sería para vosotros sabiduría» (Job 13,5). Si se dice: «sólo Dios sobra», es momento de vencer la soberbia y recordar que «todo hombre a quien el Señor ha otorgado riqueza y bienes y le ha dado facultad para que coma y tomar su parte y gozarse en su trabajo, eso es un don del Señor» (Qo 5,18). Por lo tanto, no nos entristezcamos, y aprovechemos la oportunidad de forjar una esperanza realmente cristiana.
Lo que hemos dicho sobre la espera y la sed de Dios, con sus rasgos de valentía frente al futuro, conocimiento más profundo de Dios, y vida en la estabilidad y el riesgo, creemos que deberá posibilitar sentirnos mediadores/as de Dios no sólo desde lo que hagamos o dejemos de hacer, sino, ante todo, desde el peso de la sed que tengamos de Él. Deseamos que la sed de Dios nos permita también seguir cantando un cántico nuevo (Sal 98) descubriendo, valorando y abriendo canales que en este siglo XXI conduzcan y vengan de Jesucristo, fuente de agua viva (Jn 4,10).
* Prepara la Licenciatura en Teología Bíblica. Universidad Pontificia Comillas. Madrid. .
1. Cf. G. Strola, Il desiderio di Dio. Studio dei Salmi 42-43, Cittadella Editrice, Assisi 2000, 100-101.149-155.
2. N. Martínez-Gayol –«La existencia cristiana en la fe, esperanza y amor», en (A. Cordovilla – J.M. Sánchez – S. del Cura [eds.]) Dios y el hombre en Cristo, Sígueme, Salamanca 2006, 560– habla de la fe, la esperanza y el amor como «canales vitales a través de los cuales la gracia busca su “hora oportuna” en la historia y en el ser humano, para iluminar sus opacidades, fortalecer su disponibilidad y sostener su resistencia al pecado».
3. Cf. E. Sanz Giménez-Rico, Cercanía del Dios distante. Imagen de Dios en el libro del Éxodo (Estudios, 84), UPCO, Madrid 2002, 261: Moisés anuncia «de modo resumido el modo como se va a resolver la angustiosa situación que padece Israel, originada por la persecución de los egipcios».
4. Cf. Benedicto xvi, Carta Encíclica Spe salvi, Libreria Editrice Vaticana, Roma 2007, 8.
5. Cf. A. Tornos, Inculturación. Teología y método, DDB-UPCO, Madrid 2001, 166-170.
6. Cf. S. Agustín, «Enarraciones sobre los Salmos», en Obras completas de San Agustín, Tomo XX, BAC, Madrid 1965, 6.
7. Cf. E. Estévez, «De la extrañeza a la familiaridad inclusiva y universal: la hospitalidad en el Nuevo Testamento», en (N. Martínez-Gayol [ed.]) Un espacio para la ternura. Miradas desde la teología, DDB-UPCO, Madrid 2006, 125-165.
8. Cf. R. Albertz, Historia de la religión de Israel en tiempos del Antiguo Testamento. Desde el exilio hasta la época de los Macabeos (Biblioteca de Ciencias Bíblicas y Orientales 1), Trotta, Madrid 1999, 461.
9. Si Israel siguió adelante después del destierro (hacia 587 a.C.), es porque desde antes había forjado una relación con Dios. No es que todo comenzara desde cero en el destierro, ni que Dios tuviera en este caso una actuación especial. Como en otros momentos de la historia en que ese Dios se conmovía de los gemidos del pueblo suscitando jueces (Jc 2,18), o los escuchaba por medio de Samuel (1 Sm 8,9), así también ahora posibilita la vida de su pueblo y que se le reconozca como el Dios vivo.
10. Un desarrollo más pormenorizado puede verse en E. Sanz Giménez-Rico, Profetas de misericordia (Teología Comillas, 2), San Pablo-UPCO, Madrid 2007, 161-184.
11. San Anselmo, Proslogion, cap. I (Liturgia de las Horas I, Coeditores Litúrgicos, Barcelona 1979,165-167).
12. J. Patocka –«El hombre espiritual y el intelectual», en Libertad y Sacrificio (Hermeneia, 76), Sígueme, Salamanca 2007, 269– ha hablado del cristianismo como «la visión de la problematicidad y el esfuerzo de huir de la misma. Con todo. la problematicidad está ahí presente. Éste es un punto importante: la huida tiene como base la problematicidad. Este aspecto lo encontramos en todos los pensadores cristianos. San Pablo toma aquí su punto de partida, en la «Sofia tou kosmou»: cuanto más te empeñes, tanto más vano resulta tu esfuerzo, y lo que el hombre no alcanza es fácil para Dios; por tanto, debemos creer... Pero san Pablo sabe de la problematicidad, que está en la base. ¡Y de nuevo encontramos lo mismo en Pascal!»
13. Cf. G. Uríbarri, «Contra el prometeísmo apostólico», en El Mensajero. Perfiles del evangelizador (BTC 17), DDB-UPCO, Bilbao 2006, 106-111.
14. Cf. P. Panizo Rodríguez, «Sólo la sed nos alumbra. Tres cuestiones abiertas para la teología en un tiempo de eclipse de Dios»: Miscelánea Comillas 58 (2000), 12-16.
FUENTE :
www.pastoralsj.org/secciones/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.

lunes, 26 de mayo de 2008

EVANGELIO ES DECIR AMIGO.

EVANGELIO ES DECIR AMIGO.
Evangelio es decir amigo, es decir hermano.
Evangelio es darte mi tiempo, es darte mi mano.
Evangelio es mirarte a los ojos, es reír contigo.
Evangelio es compartir tu pan, es llevarte a Cristo.
Evangelio es llevar la paz siempre contigo.
Evangelio es amar de balde hasta caer rendido.
Evangelio es decir “te amo” a tu enemigo.
Evangelio es abandonar la vida en manos de Cristo.
Evangelio es vivir como un pobre que todo lo espera.
Evangelio es mirar al cielo con ojos de niño.
Evangelio es dar gracias al Padre al nacer el día
y continuar cantando al hacer camino.
Evangelio es sembrar libertad, es vivir unidos.
Evangelio es llevar esperanza a un mundo que llora perdido.
Evangelio es romper cadenas, es abrir sepulcros.
No le busques muerto, que está entre vivos.
( Cesáreo Gabaraín ).
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.

ORACIÓN VOCACIONAL.


Hijo de Dios,
enviado por el Padre a los hombres de todos los tiempos y de todas las partes de la tierra,
te invocamos por medio de María, Madre tuya y Madre nuestra:
haz que en la Iglesia no falten las vocaciones.
Jesús, único Salvador del hombre, te rogamos por nuestros hermanos
y hermanas que han respondido "sí" a tu llamada al sacerdocio,
a la vida consagrada y a la misión. Haz que su existencia se renueve de día en día y se conviertan en Evangelio vivo.
Señor misericordioso y santo, sigue enviando nuevos obreros a la mies de tu Reino.
Ayuda a aquellos que llamas a seguirte en nuestro tiempo:
haz que, contemplando tu rostro, respondan con alegría a la misión que
les confías para el bien de tu pueblo y de todos los hombres.
Tú, que eres Dios, y vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

domingo, 25 de mayo de 2008

¿ POR QUÉ TE ADORO ?


¿ Por qué te adoro ?
Porque nos amas, tú el pobre.
Porque nos sanas, tú herido de amor.
Porque nos iluminas, aun oculto, cuando la misericordia enciende el mundo.
Porque nos guías, siempre delante, siempre esperando,te adoro.
Porque nos miras desde la congoja y nos sonríes desde la inocencia.
Porque nos ruegas desde la angustiade tus hijos golpeados,
nos abrazas en el abrazo que damos
y en la vida que compartimos te adoro.
Porque me perdonas más que yo mismo,
porque me llamas, con grito y susurro y me envías, nunca solo.
Porque confías en mí, tú que conoces mi debilidad te adoro.
Porque me colmas y me inquietas.
Porque me abres los ojos y en mi horizonte pones tu Evangelio.
Porque cuando entras en ella, mi vidaes plena te adoro.
( José M. R. Olaizola ).
FUENTE :
www.pastoralsj.org/oracion/
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sábado, 24 de mayo de 2008

DISCÍPULOS - P. ESTEBAN GUMUCIO SSCC.

P. ESTEBAN GUMUCIO SSCC - DISCÍPULOS.
Serían las cuatro de la tarde,
hora humana,
latinoamericanamente sin relojes,
hora recordada,
tiempo de caminante.
«¿Dónde vives?», preguntaron.
Serían las cuatro de la tarde,
hora del amor preferente,
del minuto gratuito,
tiempo medular.
Le seguían.
Dormían los sonidos, las palabras;
en el vientre del silencio
se gestaban pasos y evangelios y martirios.
Todo lo posible estaba allí,
como célula y embrión:
todavía, inseparablemente, rodilla y cerebro.
El oído secreto ya escuchaba
el imperceptible latido
del Hijo del hombre.
«Vengan y vean», dijo Él.
«Fueron y vieron».
Una casa cualquiera,
una puerta fascinante
que convida y arrebata
hacia la tiniebla luminosa;
una puerta pequeña y baja
por la que sólo caben
los que inclinan la cabeza
ante el hijo del carpintero,
ante el hombre de verdad.
Sol maduro de las cuatro de la tarde,
sin rosados de entusiasmo,
ni rojos vespertinos,
ni sombras.
Hora de su paso, tierra caliente,
hora de su venida por el punto exacto
de los pobres,
en el sendero de los humildes.
«Y se quedaron con Él».
Serían las cuatro de la tarde.

( Publicado en Canto desde el centro pp. 18-19. Poema inspirado en la vocación de Andrés y Juan, discípulos de Jesús (Cf. Juan 1,35-39) ).

FUENTE :
www.estebangumucio.cl/
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viernes, 23 de mayo de 2008

SAN JUAN CRISÓSTOMO - CRISTO QUIERE SER HONRADO EN LOS POBRES.

Cristo quiere ser honrado en los pobres
De las Homilías de San Juan Crisóstomo, obispo,
sobre el evangelio de San Mateo.

Lectura bíblica: Mt 25, 37 - 46

Comentario :
" San Juan Crisóstomo inculca aquí una de las enseñanzas fundamentales del Nuevo Testamento: que el verdadero templo no es el de piedras,sino el de carne y hueso y está formado por la persona de los cristianos (1 Co 3, 16-17;1 Pe 2, 4-5). Más aún, que no existe templo más sagrado sobre la tierra que la propia persona de los pobres, en quienes habita Cristo (Mt 25, 40.45). La diaria profanación de tales templos de carne y hueso pasa sin embargo desapercibida, mientras alzamos el grito al cielo si se irrespeta alguna imagen en una iglesia de pueblo. Respetar los símbolos de nuestra fe es necesario, pero más aún lo es respetar a quienes,creados a imagen y semejanza de Dios, sufren una violación permanente de sus derechos humanos más fundamentales. Hacer justicia al pobre es honrar a Dios (Prov 14, 31) ".

" ¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues,
cuando lo contemples desnudo en los pobres, ni lo honres aquí, en
el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y
desnudez. Porque el mismo que dijo: Esto es mi cuerpo, y con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó también: Tuve hambre y no me dieron de comer, y más adelante: Siempre que dejaron de hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mí en persona lo dejaron de hacer. El templo no necesita vestidos y lienzos, sino pureza de alma; los pobres, en cambio, necesitan que con sumo cuidado nos preocupemos de ellos.
Reflexionemos, pues, y honremos a Cristo con aquel mismo honor
con que él desea ser honrado; pues, cuando se quiere honrar a
alguien, debemos pensar en el honor que a él le agrada, no en el que
a nosotros nos place. También Pedro pretendió honrar al Señor cuando
no quería dejarse lavar los pies, pero lo que él quería impedir no era el
honor que el Señor deseaba, sino todo lo contrario. Así tú debes tributar al Señor el honor que él mismo te indicó, distribuyendo tus riquezas a los pobres. Pues Dios no tiene ciertamente necesidad de vasos de oro, pero sí, en cambio, desea almas semejantes al oro.
No digo esto con objeto de prohibir la entrega de dones preciosos para los templos, pero sí que quiero afirmar que, junto con estos dones y aun por encima de ellos, debe pensarse en la caridad para con los pobres. Porque si Dios acepta los dones para su templo, le agradan, con todo, mucho más las ofrendas que se dan a los pobres. En efecto, de la ofrenda hecha al templo saca provecho quien la hizo; en cambio, de la limosna saca provechotanto quien la hace como quien la recibe. El don dado para el templo puede ser motivo de vanagloria, la limosna, en cambio, sólo es signo de amor y de caridad.
¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el
mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento y
luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo. ¿Quieres hacer
ofrenda de vasos de oro y no eres capaz de dar un vaso de agua? Y, ¿de
qué serviría recubrir el altar con lienzos bordados de oro, cuando
niegas al mismo Señor el vestido necesario para cubrir su desnudez?
¿Qué ganas con ello? Dime si no: Si ves a un hambriento falto del
alimento indispensable y, sin preocuparte de su hambre, lo llevas a contemplar una mesa adornada con vajilla de oro, ¿te dará las gracias de ello? ¿No se indignará más bien contigo? O si, viéndolo vestido de andrajos y muerto de frío, sin acordarte de su desnudez, levantas en su honor monumentos de oro, afirmando que con esto pretendes honrarlo, ¿no pensará él que quieres reírte de su extrema necesidad con la más hiriente de tus burlas?
Piensa, pues, que es esto lo que haces con Cristo, cuando lo contemplas
errante, peregrino y sin techo y, sin recibirlo, te dedicas a adornar el piso,las paredes y las columnas del templo. Con cadenas de plata sujetas lámparas, y te niegas a visitarlo cuando él está encadenado en la cárcel.
Con esto que estoy diciendo, no pretendo prohibir el uso de tales adornos,pero sí que quiero afirmar que es del todo necesario hacer lo uno sin descuidar lo otro; es más: les exhorto a que sientan mayor
preocupación por el hermano necesitado que por el adorno del
templo. Nadie, en efecto, resultará condenado por dejar de hacer esto
segundo, en cambio, los castigos del infierno, el fuego inextinguible y la
compañía de los demonios están destinados para quienes descuiden lo
primero. Por tanto, al adornar el templo, procuren no despreciar al
hermano necesitado, porque este templo es mucho más precioso
que aquel otro."

( DEL LIBRO “ CAMINAR CON LOS PADRES DE LA IGLESIA “,
JOSÉ ARGÜELLO ).

ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

AYUNA DE...

" Ayuna de preocupaciones y desayuna confianza en Dios.
Ayuna de palabras hirientes y desayuna la Palabra de salvación.
Ayuna de juzgar y desayuna comprensión.
Ayuna de descontento y desayuna gratitud.
Ayuna de enojo y desayuna paciencia.
Ayuna de pesimismo y desayuna optimismo.
Ayuna de quejas y desayuna aprecio por lo que te rodea.
Ayuna de desaliento y desayuna esperanza.
Ayuna de comentarios inútiles y desayuna oración.
Ayuna de pensamientos negativos y desayuna las promesas de Jesús.
Ayuna de alimentos y desayuna solidaridad.
Ayuna de pecados y desayuna conversión.
Ayuna de envidia y desayuna colaboración.
Ayuna de ídolos y desayuna libertad.
Ayuna de poseer y desayuna el ser.
Ayuna de superficialidades y desayuna trascendencia.
Ayuna de pan y desayuna la Eucaristía.
En fin, ayuna de ti y desayuna de Dios. "

( de " 101 Cuentos para la Catequesis ",
del Padre Mateo Bautista, Ed. San Pablo ).
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

NINGÚN HOMBRE SE CONOCE...


" Ningún hombre se conoce mientras no se haya encontrado con Dios. Por eso tenemos tantos ególatras, tantos orgullosos, tantos hombres pagados de sí mismos...
No se han encontrado con el verdadero Dios y, por eso, no han encontrado su verdadera grandeza. "
( Monseñor Óscar Romero ).
( de " Agenda Bíblica 2003 ", Ed. Verbo Divino ).
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

jueves, 22 de mayo de 2008

SAN ANTONIO DE PADUA Y LA MULA - MILAGROS EUCARÍSTICOS.

San Antonio de Padua y la mula.

Predicaba San Antonio de Padua en Rímini (Italia). Allí los herejes patarinos habían desfigurado el dogma de la presencia real, reduciendo la Eucaristía a una simple cena conmemorativa.Antonio, en su predicación, ilustró plenamente la realidad de la presencia de Jesús en la Hostia Santa. Mas los jefes de la herejía no aceptaban las razones del Santo e intentaban rebatir sus argumentos. Entre ellos, Bonvillo, que era el principal y se hacía el sabihondo, le dijo:
-Menos palabras; si quieres que yo crea en ese misterio, has de hacer el siguiente milagro: Yo tengo una mula; la tendré sin comer por tres días continuos, pasados los cuales nos presentaremos juntos ante ella: yo con el pienso, y tú con tu sacramento. Si la mula, sin cuidarse del pienso, se arrodilla y adora ese tu Pan, entonces también lo adoraré yo.Aceptó el Santo la prueba y se retiró a implorar el auxilio de Dios con oraciones, ayunos y penitencias.Durante tres días privó el hereje a su mula de todo pienso y luego la sacó a la plaza pública. Al mismo tiempo, por el lado opuesto de la plaza, entraba en ella San Antonio, llevando en sus manos una Custodia con el Cuerpo de Cristo; todo ello ante una multitud de personas ansiosas de conocer el resultado de aquel extraordinario compromiso contraído por el santo franciscano.Encaróse entonces el Santo con el hambriento animal, y, hablando con él, le dijo:-En nombre de aquel Señor a quien yo, aunque indigno, tengo en mis manos, te mando que vengas luego a hacer reverencia a tu Creador, para que la malicia de los herejes se confunda y todos entiendan la verdad de este altísimo sacramento, que los sacerdotes tratamos en el altar, y que todas las criaturas están sujetas a su Creador.Mientras decía el Santo estas palabras, el hereje echaba cebada a la mula para que comiese; pero la mula, sin hacer caso de la comida avanzó pausadamente, como si hubiese tenido uso de razón, y, doblando respetuosamente las rodillas ante el Santo que mantenía levantada la Sagrada Hostia, permaneció en esta postura hasta que San Antonio le concedió licencia para que se levantara. Bonvillo cumplió su promesa y se convirtió de todo corazón a la fe católica; los herejes se retractaron de sus errores, y San Antonio, después de dar la bendición con el Santísimo en medio de una tempestad de vítores y aplausos, condujo la Hostia procesionalmente y en triunfo a la iglesia, donde se dieron gracias a Dios por el estupendo portento y conversión de tantos herejes.
FUENTE : webcatolicodejavier.org/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

ENCARNACIÓN.

Encarnación
A mi medida.
¡Tan débil como yo, tan pobre y solo!
Tan cansado, Señor, y tan dolido
del dolor de los hombres!
Tan hambriento del querer de tu Padre (Jn 4,34)
y tan sediento, Señor, de que te beban... (Jn 7,37)
Tú, que eres la fuerza y la verdad, la vida y el camino;
y hablas el lenguaje de todo lo que existe, de todos lo que somos.
Sacias la sed, la nuestra y la del campo, sentado junto al pozo de los hombres.
Arrimas tu hombro cansado a mi cansancio y me alargas la mano cuando la fe vacila y siento que me hundo.Tú, que aprendes lo que sabes, y aprendes a llorar y a reir como nosotros. Tú, Dios, Tú, hombre,Tú, mujer, Tú, anciano,Tú, niño y joven, Tú, siervo voluntario,
siervo último ,
siervo de todos...Tú, nuestro.
¡ Tú, nosotros!
( Ignacio Iglesias, sj ).
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

SAN FRANCISCO DE ASÍS.


ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - CUENTO.

Cuerpo y Sangre de Cristo - CUENTO.
Narrador: Nací en Betsaida hace catorce años y desde pequeño me acos­tumbré a ver a mi madre enferma. Alguien me contó que había llevado mal el tiempo del embarazo, que tuvo un parto difícil cuando yo nací, y que desde entonces no había conseguido le­vantar cabeza. La muerte de mi padre la puso aún peor y por eso, cuando oí a nuestro vecino Andrés hablar de Jesús y es­cuché el testimonio de gente curada por él, decidí buscarle aun­que fuera en el último rincón de la tierra, hasta conseguir que sanara a mi madre.
Desde Cafarnaún me llegó el rumor de que andaba por allí y no lo dudé ni un momento: avisé a una vecina que se hiciera car­go de mi madre, y, como sospechaba que iba a pasar varios dí­as fuera, eché en un hatillo cinco panes de cebada y un par de peces que yo mismo había pescado y secado junto al lago.
Encontré pronto un reguero de gente que también le busca­ba, y me uní a ellos mientras bordeábamos Tiberíades, hasta llegar a la orilla casi desértica donde acababa de llegar con los suyos. Éramos una muchedumbre enorme, y empecé a desa­lentarme al pensar que iba a serme imposible acceder al hom­bre del que quería arrancar el milagro.
Estaba cayendo la tarde, y la gente empezó a estar inquie­ta. Muchos habían salido de sus casas sin provisiones, estába­mos en despoblado y ya no había tiempo de volverse antes de que se les echara encima la noche. Me alegré de haber sido previsor y acaricié mi zurrón, una comida que, en medio de aquel desierto, valía más que el oro.
Traté de acercarme al círculo más cercano a Jesús para ver si, el conocer a Andrés, me facilitaba el acceso a él y conseguía arrebatarle la sanación que andaba buscando. Al aproximarme, me di cuenta de que había elegido el peor momento: sus discí­pulos daban muestras de mucha inquietud y hablaban entre ellos en corrillos. Encontré a Andrés, pero apenas dio muestras de in­terés por mí: estaba hablando con otro y le decía en tono impa­ciente:
Andrés: Te aseguro que este Jesús es imprevisible. Imagínate lo que se le ocurre decir ahora: ¡que demos de comer a toda esta gente!
Discípulo: ¿Qué es lo que piensa?, dijo el otro, ¿que vamos a sacar de debajo de las piedras de este desierto, los doscientos dena­rios que harían falta para repartir pan a esta multitud?
Narrador: Me asaltó, como un relámpago, la intuición de que mis reser­vas de alimento podían ser mi mejor baza para alcanzar mis propósitos, así que susurré por lo bajo a Andrés, mientras po­nía mi zurrón en sus manos: Ten, ahí van cinco panes y dos peces. Dile a tu maestro que se los doy para que, al menos, podáis comer él y vosotros.
A Andrés se le iluminó el rostro y, sin decirme nada, me aga­rró por el brazo y se abrió camino hasta el sitio donde estaba Jesús. Cuando lo vi de cerca, tuve la sensación de que era el único tranquilo en medio de tanto nerviosismo. Estaba en me­dio de un grupo de niños contándoles una historia que les ha­cía reír, y también él sonrió cuando vio que Andrés vaciaba mi zurrón delante de él diciendo atropelladamente:
Andrés: Este muchacho tiene cinco panes y dos peces, así que, al menos podremos comer nosotros; pero me temo que la gente que se ha empeñado en venirse hasta aquí, va a tener que ayu­nar por hoy. Y no es que yo no quiera repartirlo, pero tú me di­rás qué es esto para todo este gentío... y cuando yo ya me veía sentado junto a Jesús en el corrillo de sus amigos, comiendo con ellos y escuchándoles felicitar­me por mi sensatez previsora (un marco excelente para hacer yo enseguida mi petición), vi que Jesús se ponía en pie con mis panes y peces en sus manos, se acercaba a un grupo de discí­pulos, se los daba y les decía que se los repartieran a la gente que esperaba sentada y resignada.
Narrador: No me preguntéis lo que ocurrió a partir de ese momento porque jamás conseguiré explicármelo: sólo he entendido al­go más tarde, cuando después de unos años, me junté al gru­po de los que celebran a Jesús como el Viviente y, en la frac­ción del Pan de cada domingo, releemos juntos las antiguas tradiciones sobre el don del maná en el desierto y volvemos a escuchar: Este es el pan que el Señor os da de comer... (Éx 16,16.19). A tu pueblo lo alimentaste con pan de ángeles (...) para que aprendan tus hijos queridos que es tu palabra la que mantiene a los que creen en ti... (Sab 16,20.26).
Recordamos también lo que dicen que decía Jesús: Yo soy el pan vivo bajado del cielo, quien me come vivirá por mí... El pan que yo doy para la vida del mundo es mi carne... (Jn 6,50.57). y cómo se conmovía ante la miseria del pueblo que andaba maltrecho y derrengado, como ovejas sin pastor. Y ex­perimentamos entonces lo que significan palabras como «com­partir», «saciarse», «vida en abundancia», «banquete fraterno», «hacer lo que él hizo en recuerdo suyo...».
Algunos os estaréis preguntando qué ocurrió con mi madre: Jesús no hizo con ella ningún milagro y murió poco después. Pero yo ya no voy por la vida calculando, guardando y previ­niendo, sino aprendiendo a compartir, a entregar y a ofrecer, como le vi hacer a él.
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

¿ QUÉ OFRECERÁS... ? - RABINDRANATH TAGORE.

" ¿ Qué ofrecerás ... ? " - Rabindranath Tagore.
" - ¿ Qué ofrecerás a la muerte el día que llame a tu puerta ?
- Le mostraré el cáliz de mi vida, lleno del dulce mosto de mis días de otoño y de mis noches de verano.
¡ No se irá con las manos vacías ! Todas las cosechas y todas las ganancias de mi afán, se las daré, el último día, cuando ella llame a mi puerta. "
( de " Cuentos Elegidos ", de Rabindranath Tagore, Ed. " Errepar " ).

ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

miércoles, 21 de mayo de 2008

CARA A CARA - RABINDRANATH TAGORE.

Cara a cara - RABINDRANTAH TAGORE.
Oh, Señor de mi vida,
estaré ante Ti cara a cara.
con las manos juntas,oh Señor de todas las palabras,
estaré ante Ti cara a cara.
Bajo tu gran cielo,
en soledad y silencio,
con humilde corazón,
estaré ante Ti cara a cara.
En este mundo laborioso, de herramientas y luchas
y multitudes con prisa,¿estaré ante Ti , cara a cara?.
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

LECTIO DIVINA - CUERPO Y SANGRE DE CRISTO ( CICLO A ).

LECTIO DIVINA - CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - CICLO (A).
Jesús el Pan de la Vida
“¡Quien come de este pan vivirá eternamente!
Juan 6,51-58
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. Lectura
a) Clave de lectura:
Con ocasión de la Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, hacemos nuestra meditación sobre la parte final del discurso del Pan de Vida. Mediante este discurso, el evangelio de Juan nos ayuda a comprender el significado profundo de la multiplicación de los panes y de la Eucaristía. En el transcurso de la lectura, tratemos de estar atentos a las palabras de Jesús que ayudan a la gente a entender el signo del Pan de Vida

b) Una división del texto para ayudar en la lectura:
Juan 6,51: La afirmación inicial que resume todo
Juan 6,52: La reacción contraria de los Judíos
Juan 6,53-54: La respuesta de Jesús reafirmando cuanto ha dicho antesJuan 6,55-58: Jesús saca las conclusiones para la vida

c) El Texto:
51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.» 52 Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» 53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. 57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. 58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»

3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Qué parte del texto ha atraído mayormente mi atención?
¿Por qué?

b) ¿Cuántas veces, en el texto, se usa la palabra vida y qué dice de la vida?

c) Jesús dice: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo”
¿Qué significa esto? Busca una respuesta en el texto

d) ¿Qué nos dice este texto sobre la persona de Jesús:
Títulos, funciones, etc.?

e) ¿En qué modo este texto nos ayuda a entender mejor el significado de la Eucaristía?

5. Para aquéllos que desean profundizar el
discurso del Pan de Vida :
a) Contexto en el cuál nuestro texto se coloca
en el discurso del Pan de Vida:
El discurso del Pan de Vida (Jn 6,22-71) es una secuencia de siete breves diálogos entre Jesús y las personas que se encuentran con Él después de la multiplicación de los panes. Jesús trata de abrir los ojos de la gente, haciéndoles entender que no basta luchar por el pan material. La lucha cotidiana por el pan material no llega a la raíz, si no va acompañada de una mística. ¡No sólo de pan vive el hombre! (Dt 8,3). Los siete breves diálogos son una catequesis muy bella que explica a la gente el significado profundo de la multiplicación de los panes y de la Eucaristía. A lo largo de todo el diálogo aparecen las exigencias que el vivir desde la fe en Jesús traza para nuestra vida. La gente reacciona. Queda asombrada por las palabras de Jesús. Pero Jesús no cede, no cambia sus exigencias. Por esto, muchos lo abandonan. Hoy sucede también la misma cosa: cuando el evangelio comienza a ser un serio compromiso, mucha gente lo abandona. En la medida en que el discurso de Jesús avanza, menos gente va quedando a su alrededor. Al final quedan solo los doce y Jesús ¡ni siquiera puede confiar en ellos!
He aquí la secuencia de los siete diálogos que componen
el discurso del Pan de Vida:
Juan 6,22-27: 1º Diálogo: La gente busca a Jesús porque quiere más pan
Juan 6,28-33: 2º Diálogo: Jesús pide a la gente trabajar por el verdadero pan
Juan 6,34-40: 3º Diálogo: El pan verdadero es hacer la voluntad de Dios
Juan 6,41-51: 4º Diálogo: Quien se abre a Dios acepta a Jesús y su propuesta
Juan 6,52-58: 5º Diálogo: Carne y sangre. Expresión de la vida y del don total
Juan 6,59-66: 6º Diálogo: Sin la luz del Espíritu no se entienden estas palabras
Juan 6,67-71: 7º Diálogo: Confesión de Pedro

b) Comentario sobre los siete diálogos que componen el discurso del Pan de Vida:
Una visión global del conjunto ayudará a entender mejor el significado y la portada de los ocho versículos del texto litúrgico de este día del Corpus Christi.

1° Diálogo – Juan 6,22-27: La gente busca a Jesús porque quiere más pan22 Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos. 23 Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan. 24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún, en busca de Jesús. 25 Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» 26 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. 27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.»
La gente ve el milagro, pero no entiende que se trata de un signo de algo más grande y más profundo. Se queda en la superficie del hecho, en la distribución del pan. Busca el pan de vida, pero sólo para el cuerpo. Según la gente, Jesús hace algo que ya Moisés había hecho en el pasado. Dar alimento a todos. Y la gente quería que el pasado se repitiese. Pero Jesús pide a la gente dar un paso más. No fatigarse por el pan que perece, sino procurarse el pan que no perece. Este nuevo alimento que no perece da la vida que dura para siempre.

2º Diálogo – Juan 6,28-33: Jesús pide a la gente trabajar por el pan verdadero28 Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» 29 Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.» 30 Ellos entonces le dijeron: «¿Qué signo haces para que viéndolo creamos en ti? ¿Qué obra realizas? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer.» 32 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; 33 porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.»
La gente pide: ¿Qué se debe hacer para realizar la obra de Dios? Y Jesús responde: ¡Creer en el enviado de Dios! O sea, creer en Jesús. Y la gente reacciona: Danos una señal para entender que verdaderamente eres el enviado de Dios. ¡Nuestros padres comieron el maná que se les dio por medio de Moisés! Según la gente, Moisés continúa siendo el gran jefe a quien creer. Si Jesús quiere que la gente crea en Él debe realizar un signo más grande del que realizó Moisés. Jesús responde que no es el pan dado por Moisés el verdadero pan, porque no garantizaba la vida de nadie. Todos murieron en el desierto. El pan verdadero de Dios es aquél que vence la muerte y da la vida. Jesús trata de ayudar a la gente a liberarse de los esquemas del pasado. Para Jesús, la fidelidad al pasado no significa encerrarse a las cosas del pasado y rechazar toda renovación. La fidelidad al pasado quiere decir aceptar lo que es nuevo, que es fruto de la semilla plantada en el pasado

3º Diálogo – Juan 6,34-40: El pan verdadero es hacer la voluntad de Dios34 Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.» 35 Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. 36 Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. 37 Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; 38 porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. 39 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. 40 Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.»
La gente pide: “¡Señor, danos siempre de este pan!” Pensaba que Jesús estuviese hablando de un pan especial. Entonces, Jesús responde claramente: “¡Yo soy el pan de vida!” Comer el pan del cielo es lo mismo que creer en Jesús y aceptar el camino que Él ha enseñado, o sea: “¡Mi comida es hacer la voluntad de mi Padre que está en el cielo!” (Jn 4,34) Este es el verdadero alimento que sostiene a la persona, que nos da por siempre una vida nueva. ¡Es semilla con garantía de resurrección!.

4º Diálogo – Juan 6,41-51: Quien se abre a Dios, acepta a Jesús y su propuesta41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.» 42 Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?» 43 Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros. 44 Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. 45 Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. 47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; 50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. 51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»
El discurso se hace cada vez más exigente. Ahora son los judíos. O sea, los jefes del pueblo, los que murmuran: “¿No es éste Jesús, el hijo de José, de quien conocemos el padre y la madre? ¿Cómo puede decir que ha bajado del cielo?” Ellos se creían capaces de conocer y reconocer las cosas que vienen de Dios. Pero se equivocaban. Si estuviesen abiertos verdaderamente a las cosas de Dios , sentirían en sí el impulso de Dios que los atrae a Jesús y reconocerían que Jesús viene de Dios (Jn 6,45). En la celebración de la Pascua, los judíos recordaban el pan del desierto. Jesús les ayuda a dar un paso adelante. ¡Quien celebra la Pascua recordando sólo el pan que los padres comieron en el desierto, morirá como todos ellos! El verdadero sentido de la Pascua no es el de recordar el maná que en el pasado cayó del cielo, sino aceptar a Jesús Pan de Vida, que ha bajado del cielo y seguir el camino trazado por Él. No quiere decir comer la carne del cordero pascual, sino la carne de Jesús, que ha bajado del cielo ¡para dar la vida al mundo!

5º Diálogo – Juan 6,52-58: Carne y sangre: expresión de la vida y del total52 Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» 53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. 57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. 58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»
Los Judíos reaccionan: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” Ellos no entendían estas palabras de Jesús, porque el respeto profundo a la vida exigía que desde los tiempos del Antiguo Testamento estuviese prohibido comer sangre, porque la sangre era señal de vida (Dt 12,16.23; At 15.29). Además estaba cerca la Pascua y dentro de pocos días todos habrían comido la carne y la sangre del cordero pascual en la celebración de la noche de Pascua. Tomaron literalmente la palabra de Jesús, por esto no entendían. Comer la carne de Jesús significaba aceptar a Jesús como el nuevo Cordero Pascual, y que su sangre les hubiera liberado de la esclavitud. Beber la sangre de Jesús significaba asimilar la misma manera de vivir que ha tenido la vida de Jesús. Lo que da vida no es celebrar el maná del pasado, sino comer este nuevo pan que es Jesús, su carne y su sangre. Participando en la Cena Eucarística, asimilando su vida, su entrega, su donación.

6º Diálogo – Juan 6,59-66: Sin la luz del Espíritu no se entienden estas palabras59 Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaún. 60 Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?» 61 Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza? 62 ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?... 63 «El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. 64 «Pero hay entre vosotros algunos que no creen.» Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. 65 Y decía: «Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.» 66 Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él.
Aquí termina el discurso de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún. Muchos discípulos pensaban: “¡Jesús se está pasando. Está poniendo fin a la celebración de la Pascua. Está ocupando el puesto central de nuestra religión!” Por esto mucha gente se alejó de la comunidad y no seguía a Jesús. Jesús reacciona diciendo: “Es el espíritu el que da vida; la carne no sirve para nada; las palabras que os he dicho son espíritu y son vida”. No deberíamos tomar literalmente las cosas que dice. Sólo con la ayuda de la luz del Espíritu Santo es posible entender el sentido pleno de todo lo que Jesús dice (Jn 14,25-26; 16,12-13)

7º Diálogo – Juan 6,67-71: Confesión de Pedro
67 Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» 68 Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, 69 y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.» 70 Jesús les respondió: «¿No os he elegido yo a vosotros, los Doce? Y uno de vosotros es un diablo.» 71 Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, porque éste le iba a entregar, uno de los Doce.
Al final, quedaron sólo los doce. Jesús les dice: “¿También vosotros queréis marcharos?” Para Jesús lo importante no es el número de la gente que está a su alrededor. No cambia el discurso cuando éste no gusta. Jesús habla para revelar al Padre y no por dar gusto a nadie. Prefiere quedarse solo , más que ser acompañado de personas que no se comprometan con el proyecto del Padre. La respuesta de Pedro es bella: “¿A quien iremos? ¡ Tú sólo tienes palabras de vida eterna!” Aun sin entenderlo todo, Pedro acepta a Jesús y cree en Él. A pesar de todas su limitaciones, Pedro no es como Nicodemo que quería verlo todo claro, para confirmar sus propias ideas. Pero también entre los doce había algunos que no aceptaban la propuesta de Jesús.

c) Profundizando:
Eucaristía y Nuevo Éxodo
Describiendo la multiplicación de los panes, Jesús que camina sobre las aguas y el discurso del Pan de Vida, el Evangelio de Juan sugiere un paralelo con el Éxodo Este paralelo enseña que mediante la Eucaristía se cumple un nuevo Éxodo.
La Eucaristía nos ayuda a vivir en estado permanente de Éxodo:

i) La multiplicación de los panes (Jn 6,1-15)
Jesús tiene delante de sí una multitud hambrienta y el reto de dar pan a todos. También Moisés afrontó este reto a lo largo de la marcha del pueblo por el desierto (Ex 16,1-35; Num 11,18-23). Después de haber comido, la gente saciada reconoce en Jesús el nuevo Moisés, el “Profeta que debe venir al mundo” (Jn 6,14), según cuanto está anunciado en la Ley de la Alianza (Dt 18,15-22).

ii) Jesús camina sobre el mar (Jn 6,16-21)
En el Éxodo, el pueblo está en marcha para obtener la libertad y afronta y vence al mar (Ex 14,22). También Jesús, como Moisés, domina y vence al mar, impide que la barca de sus discípulos sea tragada por las aguas y hace que todos lleguen salvos a la otra orilla

iii) El discurso sobre el pan de vida
El discurso evoca el capítulo 16 del Éxodo donde se describe la historia del maná. Cuando Jesús habla de un”alimento que no perece” (Jn 6,27), está recordando el maná que perece y que cada vez sabe peor (Ex 16,20). Los judíos “murmurando” contra Jesús (Jn 6,41) hacen la misma cosa que los Israelitas en el desierto, que dudaban de la presencia de Dios con ellos a través de la caminata (Ex 16,2; 17,3; Num 11,1). Los Judíos dudaban de la presencia de Dios en Jesús de Nazaret (Jn 6,42). Jesús es el verdadero maná que nos da la vida para siempre.

6. Salmo 85 (84)
La justicia y la paz se abrazan
Propicio has sido, Yahvé, con tu tierra,
has cambiado la suerte de Jacob;
has quitado la culpa de tu pueblo,
has cubierto todos sus pecados,
has reprimido todo tu furor,has desistido del ardor de tu cólera.
¡Restáuranos, Dios salvador nuestro,
cesa en tu irritación contra nosotros!
¿Estarás siempre airado con nosotros?
¿Prolongarás tu cólera de edad en edad?
¿No volverás a darnos vida para que tu pueblo goce de ti?¡Muéstranos tu amor, Yahvé,danos tu salvación!
Escucharé lo que habla Dios.Sí, Yahvé habla de futuro
para su pueblo y sus amigos,que no recaerán en la torpeza.
Su salvación se acerca a sus adeptos,y la Gloria morará en nuestra tierra.Amor y Verdad se han dado cita,Justicia y Paz se besan;
Verdad brota de la tierra,Justicia se asoma desde el cielo.
Yahvé mismo dará prosperidad,nuestra tierra dará su cosecha.
Justicia marchará ante él,con sus pasos le abrirá camino.

7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.