viernes, 28 de noviembre de 2008

ADVIENTO - ¡ DÍME QUÉ ESPERAS Y TE DIRÉ QUIÉN ERES !.

Adviento: "¡Dime qué esperas y te diré quién eres!"
Meditación del padre Thomas Rosica.

Publicamos una reflexión del padre Thomas Rosica, C.S.B., profesor en varias universidades canadienses de Sagrada Escritura, sobre Adviento.

El padre Rosica, director del canal de televisión canadiense Salt and Light y miembro del Consejo general de la Congregación de San Basilio, es conocido por los lectores de Zenit por las crónicas que escribió durante el Sínodo de los Obispos sobre la Palabra, en octubre pasado, en el que fue portavoz para la lengua inglesa.

El padre Rosica fue el encargado de la organización de las Jornadas Mundiales de la Juventud que se celebraron en Toronto en julio de 2002 con la participación del Papa Juan Pablo II.

Lecturas: Isaías 63,16-17.19; Salmo 80(79);
Carta I de San Pablo a los Corintios 1,3-9.
Evangelio según san Marcos (13, 33-37).

Recordar las maravillas de Dios en la historia
La Iglesia entra este fin de semana en el tiempo litúrgico de Adviento. Los cristianos proclaman que el Mesías ha venido realmente y que el reino de Dios está a nuestro alcance. El Adviento no cambia a Dios. El Adviento profundiza en nuestro deseo y en nuestra espera de que Dios realice lo que los profetas anunciaron. Rezamos para que Dios ceda a nuestra necesidad de ver y sentir la promesa de salvación aquí y ahora.

Durante este tiempo de deseo y de espera del Señor, se nos invita a rezar y a profundizar en la Palabra de Dios, pero estamos llamados ante todo a convertirnos en reflejo de la luz de Cristo, que en realidad es el mismo Cristo. De todas formas, todos sabemos lo difícil que es reflejar la luz de Cristo, especialmente cuando hemos perdido nuestras ilusiones, cuando nos hemos acostumbrado a una vida sin luz y ya no esperamos más que la mediocridad y el vacío. Adviento nos recuerda que tenemos que estar listos para encontrar al Señor en todo momento de nuestra vida. Como un despertador despierta a su propietario, Adviento despierta a los cristianos que corren el riesgo de dormirse en la vida diaria.

¿Qué esperamos de la vida o a quién esperamos? ¿Por qué regalos o virtudes rezamos en este año? ¿Deseamos reconciliarnos en nuestras relaciones rotas? En medio de nuestras oscuridades, de nuestras tristezas y secretos, ¿qu&eacut e; sentido deseamos encontrar? ¿Cómo queremos vivir las promesas de nuestro Bautismo? ¿Qué cualidades de Jesús buscaremos para nuestras propias vidas en este Adviento? Con frecuencia, las cosas, las cualidades, los regalos o las personas que buscamos y deseamos dicen mucho sobre quiénes somos realmente. ¡Dime qué esperas y te diré quién eres!

Adviento es un período para abrir los ojos, volver a centrarse, prestar atención, tomar conciencia de la presencia de Dios en el mundo y en nuestras vidas.

En este primer domingo de Adviento, en la primera lectura del profeta Isaías, el Todopoderoso vuelve a dar esperanza al corazón y al alma de Israel; modela a Israel como lo hace el alfarero con la cerámica.

En la segunda lectura, en su carta a la comunidad amada de Corinto, Pablo dice que espera con impaciencia "El día del Señor", en el que el Señor Jesús se nos revelará para salvar a quienes ha llamado.

En el Evangelio del primer domingo de Adviento, Marcos describe al portero de la casa que vela en espera del regreso inesperado de su señor. Se trata de una imagen de lo que tenemos que hacer durante todo el año, pero especialmente durante el período de Adviento.

Nuestro Bautismo nos hace participar en la misión real y mesiánica de Jesús. Cada persona que participa en esta misión participa también en las responsabilidades regias, en particular, en el cuidado de los afligidos y de los heridos. Adviento ofrece la maravillosa oportunidad de realizar las promesas y el compromiso de nuestro Bautismo.

El cardenal Joseph Ratzinger ha escrito que "el objetivo del año litúrgico consiste en recordar sin cesar la memoria de su gran historia, despertar la memoria del corazón para poder discernir la estrella de la esperanza. Esta es la hermosa tarea del Adviento: despertar en nosotros los recuerdos de la bondad, abriendo de este modo las puertas de la esperanza".

En este tiempo de Adviento, permítanme presentarles algunas sugerencias. Acaben con una riña. Hagan la paz. Busquen a un amigo olvidado. Despejen la sospecha y sustitúyanla por la confianza. Escriban una carta de amor.

Compartan un tesoro. Respondan con dulzura, aunque les gustara una respuesta brutal. Alienten a un joven a tener confianza en él mismo. Mantengan una promesa. Encuentren tiempo, tómense tiempo. No guarden rencor. Perdonen al enemigo. Celebren el sacramento de la reconciliación. Escuchen más a los otros. Pidan perdón si se han equivocado. ¡Sean gentiles aunque no se hayan equivocado! Traten de comprender. No sean envidiosos. Piensen antes en el otro.

Rían un poco. Ríanse un poco más. Gánense la confianza. Opónganse a la maldad. Sean agradecidos. Vayan a la iglesia. Quédense en la iglesia más de tiempo de lo acostumbrado. Alegren el corazón de un niño. Contemplen la belleza y la maravilla de la tierra. Expresen su amor. Vuélvanlo a expresar. Exprésenlo más fuerte. Exprésenlo serenamente.
¡Alégrense porque el Señor está cerca!

(Traducción del original inglés realizada por Jesús Colina ).

FUENTE : www.zenit.org/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

jueves, 27 de noviembre de 2008

" MÁS DULCE QUE LA MIEL " - P. MATEO BAUTISTA.

"MÁS DULCE QUE LA MIEL " - P. MATEO BAUTISTA.

" De la escritura brota una fuente que sana las úlceras interiores.
La Escritura revela siempre al creyente los más dulces secretos celestiales.

Entre los judíos , cuando un niño acudía a la escuela por primera vez, iba a
la sinagoga cuando era todavía oscuro para escuchar la historia de cómo Moisés
recibió la Ley. Luego era llevado a la casa del maestro para desayunar, y allí
recibía tortas con letras de la Ley escritas sobre ellas.
En la escuela, el niño recibía una tableta con pasajes de las Escrituras escritos
en ella. La tableta estaba untada en miel. Tenía que reseguir las letras en la miel
con su pluma, y era natural chupar la punta de la pluma mientras estaba en ello.
El propósito de todo esto era que se diera cuenta de que el objeto para el que iba a la escuela era el de absorber las Escrituras.

MORALEJA :
LA ESCRITURA ES LUZ Y PUERTA DE LA VIDA.

PARA REFLEXIONAR :
" Querría que el labrador cantase para Dios textos de las Escrituras durante
su labranza y que el tejedor las tararease al rotmo de su lanzadera. "
( Erasmo de Rotterdam ). "

( de " 101 Cuentos para la Catequesis ", P. Mateo Bautista, Ed. San Pablo ).


PARA MEDITAR :
SALMO 119 ( 118 ), 9 -20.34 - 36.49 - 50.97 -98. 103.105.175 - 176.

ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

PRISA, ABRAZO, PALABRA - BENJAMÍN GONZÁLEZ BUELTA SJ.

PRISA,ABRAZO, PALABRA- BENJSAMÍN GONZÁLEZ BUELTA.

FUENTE :www.vocacionesjesuitas.blogspot.com/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS
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miércoles, 26 de noviembre de 2008

EN LA REFINERÍA DE LA HUMILDAD.

En la refinería de la humildad - José Cristo Rey García Paredes.

La humildad, ¿en qué consiste?
La persona “humilde” está emparentada con el “humus”, es decir, con la tierra húmeda, con la tierra capaz de acoger la fecundidad. La humildad se encuentra en todas las estancias del Castillo interior.

La humildad nos permite conocer y aceptar todas las cualidades positivas del cuerpo, la mente y el espíritu de otra persona. La humildad desactiva esa voz que nos vuelve competitivos con los demás y nos quiere colocar siempre en primer lugar.. La humildad es un poderoso escudo para el alma (santa Teresa) que nos defiende de la egolatría, del ansia excesiva de poder.

La persona humilde no se siente amenazada por las cualidades de otra persona y, por eso, la elogia y reconoce, pero tampoco se siente sedienta de elogios y reconocimientos. El orgullo es la peor de las toxinas. Nos vuelve prisioneros de nuestro “ego”, marionetas de nuestro orgullo.

La humildad es un poder. No son muchos los que tienen el poder de ser humildes. Ese poder nos concede un equilibrio vital que resulta admirable: no nos desequilibrará no ser reconocidos como quisiéramos, no ser atendidos los primeros, no formar parte de la élite… El humilde no necesita ganar siempre, ni tener la última palabra. El humilde ayuda a quien le ha hecho daño, pide perdón, es magnánimo. Ante Dios el humilde no pone condiciones. Dice un “sí” incondicional sin fijarse en el “qué dirán”.

La humildad es un don que exige cultivo. Es como una perla que hay que refinar. El miedo a vernos humillados nos puede paralizar e impedir ese proceso.

Casi nadie considera como una amenaza a una persona humilde. Por eso, los místicos humildes, pobres y descalzos se convierten a veces en sanadores y pacificadores. Los humildes no tienen miedo a ser humillados. Y ésta es la gran verdad: Dios encarga tareas impresionantes a los humildes. La humildad es nuestro mayor escudo contra el mundo y el cimineto de la unión mística con Dios.

A través de los aposentos de la refinería
La humildad es una piedra preciosa que se nos ha regalado y hemos de ir tallando poco a poco; es como un licor en estado impuro que hemos de ir refinando, paso a paso. Entremos en la refinería de la humildad. En ella encontramos sucesivos aposentos. Visitémolos, aunque nunca la visita resultará definitiva. Volviendo una y otra vez a cada uno de ellos, la humildad irá refinándose, purificándose, siendo más ella misma:
· Primer aposento - controlar el miedo a la humillación. Aquí se nos pide controlar el miedo a ser humillados. Este miedo influye en muchas de las decisiones que tomamos a lo largo de la vida. Por miedo elegimos un camino y no otro, tal vez una vocación y no otra, unas amistades y no otras, unos servicios y no otros. El miedo a la humillación nos controla, nos paraliza, nos arruga. Conviene examinarse con franqueza y ver qué entidad tiene en nosotros.
· Segundo aposento- las formas de humillación. En este segundo aposento nos topamos con nuestros dolorosos recuerdos. ¡Quién no se ha sentido humillado alguna vez, o muchas veces! Esas experiencias quedan ahí, escondidas, pero tienen una influencia secreta en todo lo que nos va ocurriendo. Son determinantes. Está bien hacer el inventario y afrontar la realidad como es.
· Tercer aposento - cuando quien humilla he sido yo. En este aposento se encuentran mis anti-trofeos: yo he sido el humillador o la humilladora. Me costará reconocerlo. Pero esa es la verdad. Hay personas que están heridas por ello. Aunque quiera inmunizarme, exculparme, la verdad tozuda es esa: que debido a mi forma de actuar, hay personas que se han sentido humilladas. ¿Por qué no recordarlo sin tapujos? ¿Por qué no enfrentarme con mi propia violencia y despecho? Y hasta me puedo ocurrir que mantenga mi actitud humilladora hoy mismo… Solo mi verdad -por mucho que me cueste- me servirá de ayuda imprescindible para liberarme de ese poder maléfico.
· Cuarto aposento - los modelos de humildad. Entrar en este aposento es como asistir a una preciosa pasarela de personajes que han encarnado el poder de la humildad. Podría tal vez esperarme un desfile de gente humillada, disminuida, mutilada, mortecina y taciturna. Sin embargo, quienes aparecen son personas poderosas, a quienes nadie ni nada es capaz de desequilibrar. Es muy difícil humillar a quien es humilde. Es muy difícil atar a quien se siente muy pequeño. De esta contemplación deduzco en qué consiste el poder, el escudo de la humildad.
· Quinto aposento- ese secreto humillante. Es como la habitación de los horrores, de los secretos que nunca se quieren exponer. Todos tenemos conciencia de que hay algo que si se revelara nos humillaría, nos haría sentirnos avergonzados ante los demás. Puede ser acciones del pasado o del presente, ideas que nos vienen a la cabeza, juicios que emitimos, deseos que nos movilizan… ¿Estaría yo dispuesto a tal humillación? Parece que todo esto contradice mi derecho a la fama, al buen nombre, al reconocimiento. Lo peor es la humillación espiritual o el temor a ser humillado por el mismo Dios. En este cuarto de los horrores hay purificación y mucho dolor.
· Sexto aposento - oportunidades perdidas y traiciones a uno mismo: Es el aposento en el que yo resulto ser mi peor enemigo, la causa de mi sufrimiento. Me causo dolor cuando no actúo según mi conciencia, mis convicciones, cuando no me siento libre. Y es que miro a otra parte, temo el qué dirán, cuido la imagen prefijada. Uno puede ser infiel a sí mismo cuando no defiende a alguien a quien debería haber defendido, cuando uno no dice la verdad, cuando uno se ha reservado de exponer una idea creativa para quedar así más libre. Cuando llegan las consecuencias de nuestras acciones solemos decía: “Sabía yo que eso me iba a suceder…”. Tenemos un arma de exculpación: echarle la culpa a los demás: a mis padres, a mi formación, a mis superiores, a mis ex-amigos etc. ¿Qué hacer para no traicionarme de nuevo?
· Séptimo aposento - porqué me resulta difícil ser humilde. No bastan las enseñanzas, ni los buenos ejemplos, ni siquiera las buenas ideas. Para ser humilde hay que ser muy libre: no dejarse controlar por los demás. En este aposento comienzo a percibir la estrategia de la liberación. Comienzo en ella a decirme muchas razones por las cuales me resulta difícil ser humilde. ¿Qué cualidades he de perfeccionar para ser verdaderamente humilde y poderoso?
· Octavo aposento - me siento inspirado. Llego a un aposento panorámico, donde recapitulo la experiencia vivida en los anteriores: ¿qué inspiraciones me están llegando? ¿Cómo se encuentra mi cuerpo, mi espíritu (ansiedad, depresión, síntomas orgánicos, sueños)? La inspiración es la presencia de nuestro Dios, del Espíritu que nos invita, nos llama a algo distinto. Debemos orar a nuestro Dios para que venga en nuestro auxilio. Él viene, pero es preciso saber cuándo, por dónde, cómo.
· Noveno aposento: fortaleza para hacer frente a las contradicciones. El último aposento es de reanimación y fortalecimiento. Para desarrollar nuestra fortaleza espiritual necesitamos ser congruentes. Lo mío no es controlar a los demás, sino prestarles apoyo; no luchar por el poder, sino por el poder-servicio; superar las adicciones, mis contradicciones interiores. Esta fortaleza se consigue siendo compasivos con nosotros mismos, igual que nuestro Dios es compasivo. Siendo pacientes con nosotros mismos, igual que nuestro Dios es paciente. Esperando que el auxilio me venga del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
( " Apuntes para creyentes " ).

FUENTE : www.ciudadredonda.org/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

POR EL BEBÉ NO NACIDO.

Por el bebé no nacido... - De NO MAS ABORTOS , SI A LA VIDA.

" Si los árboles fueran altos y el pasto corto

Como en un loco cuento

Si aquí y allá el mar fuera azul

Más allá de lo aceptable

Si un fuego arreglado colgara en el aire

Para calentarme durante un día

Si el profundo verde pelo creciera en grandes colinas

Yo se lo que tendría que hacer

En lo oscuro mentiré; soñando que ahí

Hay grandes ojos fríos o amables

Y torcidas calles y silenciosas puertas

Y hombres viviendo detrás

Dejen que las tormentosas nubes vengan; mejor a hora

Y dejen para llorar y pelear

Que todas las edades que he gobernado

Los imperios de la noche

Yo creo que si ellos me dejan salir

Entre el mundo para levantarme

Yo seré bueno durante todo el día

Que pase en la tierra de la fantasía

Ellos no oirán una palabra de mí

De egoísmo o desdén

Si tan solo pudiera encontrar la puerta

Si tan solo pudiera nacer. "

( Autor desconocido ).

ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

martes, 25 de noviembre de 2008

LAS MUJERES Y SAN PABLO - BARBARA E. REID.

Las mujeres y Pablo - Barbara E. Reid.

Cuando los cristianos buscan en las cartas de Pablo una guía para responder las interrogantes contemporáneas sobre los roles de la mujer en la iglesia y la sociedad, encuentran mensajes contradictorios. En algunos textos Pablo aparece como a favor de la igualdad; en otros subordina la mujer al hombre e insiste que se mantengan calladas. ¿Cómo debemos interpretarlo?¿IGUALDAD?Desde el principio es importante recordar que Pablo no era un teólogo sistemático. Él nunca formuló una "teología de la mujer" coherente. Más bien sus cartas son de naturaleza pastoral, dirigidas a las necesidades e interrogantes específicas de comunidades específicas. Además, Pablo fue un hombre de su tiempo, moldeado por las actitudes patriarcales de las culturas greco-romana y judía hacia las mujeres. No podemos pretender que pensara de la misma manera como lo hacemos nosotros.Habiendo dicho esto, la frase "ya no hay más hombre y mujer" de Gal 3:28 a menudo se esgrime como una bandera en contra de la igualdad de la mujer. Pero mientras la inspiración del Espíritu puede sin duda llevarnos hoy en día en esa dirección, sería anacrónico pensar que Pablo le daba a esa frase el sentido de una declaración de la igualdad de la mujer en las esferas social y política. Gal 3:28 es la fórmula bautismal que Pablo insertó en su carta para ayudar a enfatizar que la relación correcta con Dios no depende de los trabajos de la Ley; toda distinción, incluyendo aquellas basadas en etnia, raza, estatus social y género, se superan a través del bautismo en Cristo. Entonces, probablemente Pablo está hablando a nivel teológico. De hecho, es dudoso pensar que Pablo creyera que esta igualdad en Cristo debiera manifestarse en las estructuras sociales de su tiempo, tal como lo expresa en 1 Corintios, "porque la apariencia de este mundo se pasa" (7:31).La mejor prueba de la sensibilidad igualitaria de Pablo radical en la manera cómo habla sobre diferentes mujeres cristianas. Pablo no era ningún llanero solitario en su ministerio apostólico, y muchos de sus compañeros de labores eran mujeres. Mirando pasajes de las cartas de Pablo y en las Actas de los Apóstoles donde se mencionan mujeres, uno encuentra un gran sentido de poder compartido y muchos ejemplos de mujeres a las que se les ha dado autoridad.Febe, diaconisa de Cencreas. El último capítulo de la Carta de Pablo a los Romanos es una carta de recomendación para Febe, quien es diaconisa (diakonos) de la Iglesia de Cencreas (Rom 16:1). Romanos es de finales de los 50s, una época en la cual aún no se habían definido las labores, los títulos o los ritos de ordenación para los ministros cristianos. El término diakonos se traduce mejor como "ministro" o "servidor". En los Evangelios, Jesús habla de su misión de esta manera, diciendo que él ha venido "no a que me sirvan, sino que a servir (Mc 10:45). También en el Evangelio de Lucas, Jesús define al líder como "uno que sirve" (22:26-27). En Hechos 6, encontramos que se hace una distinción entre dos tipos de diakonia: ministerio de la mesa (6:2) y ministerio de la palabra (6:4).La diakonia también puede conllevar un ministerio "financiero". María Magdalena, Joana, Susana y las otras discípulas galileas "proveían para" Jesús y los otros discípulos de sus propios recursos económicos (Lc 8:3). La ayuda que reúne Pablo para la iglesia en Jerusalén también se le llama diakonia (Hechos 11:29; 12:25), y a menudo Pablo se refiere a sí mismo como diakonos (por ejemplo 2, Cor 3:5; 2 Cor 6:4). Por lo tanto, el ministerio de Febe podría haber incluido cualquiera o todos los tipos de servicio descritos anteriormente. Pero Pablo va más allá, diciendo que Febe se ha transformado en una "líder" de muchos, incluyéndose a sí mismo (Rom 16:2). En muchas traducciones se pierde este sentido, dándole a la palabra griega prostatis el significado de "ayuda" (Versión Estándar Revisada), "buen amigo" (New English Bible) o una "gran ayuda" (New International Version). La NRSV y la New American Bible lo tradujeron más acertadamente como "benefactor". Como benefactora o patrona, Febe habría entregado su casa para el culto de la comunidad y lo más probable es que hubiera presidido las celebraciones eucarísticas. Y ella habría supervisado y entregado los fondos para todos sus variados ministerios.Priscila, Ninfas, María y Lidia: encabezando iglesias domésticas. Otra líder de una iglesia doméstica a quien se nombra frecuentemente es a Priscila, junto con Aquila, su marido. Pablo los llama sus "compañeros de trabajo" (Rom 16:3), un término que también usa para otras cuatro mujeres que "tanto han trabajado en el Señor": María (Rom 16:6), Trifena, Trifosa y Persis (Rom 16:12). Pablo manifiesta especial gratitud hacia Priscila y Aquila, quienes "arriesgaron la vida para salvar la mía", dice en Rom 16:4. En dos oportunidades Pablo habla de "la iglesia que se reúne en casa de ellos" (Rom 16:5; Cor 16:19; ver también 2 Tm 4:19). En Hechos están descritos ayudando a Pablo a fundar la iglesia de Efeso y enseñando a Apollos, un elocuente predicador de Alejandría, a quien ellos "explicaron con mayor precisión el camino de Dios" (Hechos 18:26).Es bien impresionante que en cuatro de las seis oportunidades en que Priscila es nombrada en Hechos y en las cartas Paulinas, su nombre precede al de su marido. En la cultura greco-romana era costumbre, al referirse a marido y mujer, que el nombre del marido vaya primero. El orden invertido de Pablo y Lucas revela el alto aprecio que tenían por ella.También destacan otras líderes femeninas de iglesias domésticas en el Nuevo Testamento, incluyendo a Ninfas (Col 4:15) y María, la madre de Juan Marcos, en Jerusalén (Hechos 12:12). Lucas también habla de Lidia, una comerciante en telas de púrpura, que fue bautizada con su familia por Pablo (Hechos 16:11-15). Cuando Pablo es liberado de la prisión, es a casa de Lidia adonde acude, porque la comunidad de Filipos ha encontrado allí un hogar (16:40).Otras mujeres mencionadas por Pablo. Otras dos mujeres ministros a quienes Pablo nombra son Evodia y Síntique, compañeras de trabajo en Filipos, quienes han "luchado junto" a Pablo "en la obra del Evangelio" (Fil 4:3) El verbo synathleo implica una "lucha" en la cual todos los músculos se tensan, como en una competencia atlética. Y en Rom 16:7, Pablo envía saludos a "Andrónico y Junia, mis parientes y compañeros de cárcel". Continúa Pablo, "ellos destacan entre los apóstoles, y estuvieron en Cristo antes que yo". A algunos les parece sorprendente que llame apóstol a una mujer, creyendo que sólo lo fueron los Doce. En las cartas paulinas muchos otros ostentan este título, incluyendo a Pablo mismo (Rom 1:1; 1 Cor 9:1-27, etc.), Apolo (1 Cor 4:9), Barnabé (1 Cor 9:5-6; ver tb. Hechos 14:4, 14), Epafrodito (Fil 2:25), Silvano y Timoteo (1 Tes 1:1 con 2:7).¿MACHISTA?"Las mujeres debieran guardar silencio". Junto con estos textos que ilustran la gran estima de Pablo por sus compañeras de trabajo, hay un número de textos paulinos que aparecen restringir a las mujeres. Así, en 1 Cor 14:34-36 encontramos la frase: "guarden las mujeres silencio en la iglesia, pues no les está permitido hablar. Que estén sumisas, como lo establece la ley. Si quieren saber algo, que se lo pregunten en casa a sus esposos. Porque no está bien visto que una mujer hable en la iglesia. ¿Acaso la palabra de Dios procedió de ustedes? ¿O son ustedes los únicos que la han recibido?" Este pasaje es especialmente desconcertante a la luz de las instrucciones de Pablo a las mujeres profetas de Corinto en el capítulo 11 de esta misma carta (vs. 2-16). Aquí Pablo dice que cualquier mujer que reza o hace profecías con la cabeza descubierta deshonra al que es su cabeza (v. 5). El debate sobre si aquí Pablo está hablando sobre velos o estilos de peinado, pero está claro que el problema no radica en que las mujeres están hablando en la iglesia.¿Por qué entonces Pablo las silencia en el capítulo 14? Algunos estudiosos creen que 14: 34-36 es un agregado que no fue escrito por Pablo sino que insertado por un copista posterior. Otros proponen que leamos estos versículos no como instrucciones de Pablo, sino como un diálogo entre Pablo y los hombres de Corinto. Los versículos 34-35 serían la voz de los hombres de Corinto, insistiendo en silenciar a las mujeres, y el versículo 36 sería la respuesta de Pablo, a saber: "¿Creen acaso ustedes que son los únicos que tienen una palabra que compartir?" Hay varias otras instancias en esta carta donde aparentemente se produce un diálogo tal entre Pablo y los corintos (1 Cor 7:1; 8:1). Otra solución es que en los dos capítulos se habla de diferentes tipos de diálogos. En el capítulo 11 las mujeres están haciendo profecías con discursos inspirados. En el capítulo 14 las mujeres pueden haber estado haciendo preguntas o dando interpretaciones teológicas diferentes a las de sus maridos, algo que habría sido considerado deshonroso o mal visto en una cultura patriarcal. Pero a la luz de lo que hemos visto de Pablo –su aceptación de que las mujeres sean profesoras, patronas, líderes de iglesia y profetisas- esta última interpretación no parece muy probable."Esposas, sométanse a sus esposos". Encontramos otro pasaje problemático en Col 3: 18-19, donde a las mujeres se les advierte que deben someterse a sus esposos "como conviene al Señor". Los siguientes versículos exponen como los niños también deben obedecer a sus padres, y los esclavos a sus dueños (Col 3:20 – 4:1). Una instrucción similar encontramos en Efesios 5:21-33, donde se ahonda más en la relación marido-mujer.De hecho, estas instrucciones no son originales de Pablo. Códigos domésticos como estos estaban en uso desde los tiempos de Aristóteles, quien delineó la forma correcta de llevar una casa griega en términos del Pater Familias como el que gobierna, y a quien las mujeres, los niños y los esclavos estaban subordinados. En Colosenses y Efesios se hace un esfuerzo para infundir valores y motivación cristianos en la estructura socio-política que funcionaba en el mundo greco-romano.Además, la mayoría de los estudiosos de la Biblia concuerdan en que Efesios no fue escrito por Pablo en persona, pero por un líder posterior que asume su manto de autoridad. Muchos creen lo mismo de Colosenses. Y es notable que tal insistencia en la subordinación de la mujer no se encuentre en ninguna de las cartas paulinas auténticas. Más bien encontramos dichos que apuntan hacia la igualdad y reciprocidad, tales como: "En el Señor, ni la mujer existe aparte del hombre ni el hombre aparte de la mujer. Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; pero todo proviene de Dios". (1 Cor 11:11-12); también en 1 Cor 7:4: "La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa".Sin embargo, en estas cartas tardías escritas a nombre de Pablo vemos un esfuerzo concertado para restringir el liderazgo de las mujeres. Al leer estas cartas es bueno recordar que ellas representan sólo una entre muchas voces de la iglesia temprana. Así todo, sería interesante saber las respuestas de las mujeres líderes cuando escucharon la lectura de estos textos. Mujeres como Febe, Junia y Priscila podrían darles a los cristianos de hoy pistas sobre cómo resistir los esfuerzos patriarcales.PABLO: PARTERO Y MADREEn varias ocasiones, Pablo usa la imagen maternal para hablar de su misión. Se compara con una madre que amamanta y cuida a sus hijos (1 Tes 2:7) y se describe a sí mismo dando leche a los niños hasta que pueden asimilar comida sólida (1 Cor 3:1-2). En varias ocasiones habla de dolores de parto (1 Tes 5:3; Gal 4:19; Rom 8:22). Al usar estas metáforas, Pablo valida la experiencia de las mujeres creyentes y hace que su mensaje les resulte más atractivo. Su uso también sugiere que Pablo se dejó influenciar por sus compañeras de trabajo, escuchó sus experiencias y su lenguaje y aprendió de ellas expresiones exclusivamente femeninas de la labor de Dios entre ellas. También en este aspecto Pablo ofrece un buen modelo para la colaboración en el ministerio de nuestros días.

( Barbara E. Reid, O.P. Profesora de estudios del Nuevo Testamento en la Catholic Theological Union de Chicago, Illinois ).

FUENTE : www.miradaglobal.com/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

A CADA CUAL SU OMBLIGO.

A cada cual su ombligo - Enrique Martínez cmf.

En el fondo - dice Dios -
he hecho bien en daros un ombligo a cada uno, porque es útil.
Sí, creo que es bien útil que cada cual tenga su ombligo.
En los momentos de desfallecimiento, de desánimo, en los momentos difíciles...
sólo es necesario bajar los ojos, y enseguida...
¡ya no se ve más que el ombligo! ¡tan amigo, tan misterioso, tan fraternal!
Pues sí - dice Dios - he hecho bien en daros a cada uno un ombligo.

Aunque a veces, de tanto mirarlo, ya no sois capaces de mirar más allá.
La verdad es que, en mi plan creador, yo no había previsto que se le diera tanta importancia...
Si lo volviera a hacer, lo pondría... ¡en medio de la frente!
De este modo - dice Dios - tendríais que mirar los ombligos de los otros.
Y entonces - dice Dios - no os quedaría otro remedio
que caer en la cuenta de que hay otros muchos ombligos:

Hay ombligos de personas enfermas, o que sufren el dolor durante años,
ombligos jóvenes y ombligos muy viejos,
de personas de las que nadie se preocupa: ombligos ignorados
ombligos de personas, tan pendientes de los otros, que casi no han visto el suyo,
ombligos de personas que creen que el único ombligo del mundo es el suyo,
ombligos enormes, y ombligos pequeñitos,
ombligos escondidos, y ombligos siempre a la vista,
ombligos acomplejados y ombligos orgullosos,
ombligos herniados por el esfuerzo, y ombligos sin estrenar...

Tal vez sería bueno -dice Dios- que no pocos de vosotros
olvidaseis vuestro ombligo de intimidad,
vuestro ombligo de fiesta, vuestro ombligo hambriento de rodearse de cosas,
vuestro ombligo incansable de llamar la atención y buscar el protagonismo,
vuestro ombligo satisfecho y tranquilo...
Ese ombligo que, de tanto mirarlo, se os vuelve tan grande, tan importante
que parece el centro de vuestro cuerpo,
el eje de vuestras relaciones personales,
el sol alrededor del que tiene que girar todo...

Es verdad que el ombligo -dice Dios- os lo he dado yo,
pero me gustan más los ojos, las manos, el corazón, los pies...
sobre todo porque os ayudan en eso del Amor...
y así os parecéis mucho más a mí.
Y si os miráis el ombligo -dice Dios-
que sea para recordar que vuestra vida la habéis recibido,
que otros os lo dieron todo para que existierais...
hasta el día en que vosotros mismos fuerais capaces
de crecer, de dar, de amar.
( Enrique Martínez cmf
sobre un texto de autor desconocido ).

FUENTE : www.ciudadredonda.org/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

lunes, 17 de noviembre de 2008

TIERRA FIRME - ÁNGELA C. IONESCU.

TIERRA FIRME por Ángela C. Ionescu de Buenafuente.


cómo tenían que orar siempre sin desanimarse…
“Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?...
Pero, cuando venga el Hijo del hombre,
¿encontrará esta fe en la tierra?” (Lc 18, 1-8)
A veces es difícil, Señor, a veces todo es negro y no asoma ni un resquicio de luz por mucho que miremos y esperemos.
¿Dirás que no hemos tenido fe cuando la amargura nos haya impedido continuar pidiendo? ¿Nos dirás que no hemos sido capaces de perseverar cuando la tristeza y el dolor que nos cercan nos hagan sentir que es totalmente inútil seguir clamando, pérdida de las escasas fuerzas que nos restan? Sé bien que la única arma y el único asidero es permanecer.
A veces en medio de la niebla -la niebla es más impenetrable, más ciega que la oscuridad-, cuando se ha perdido toda orientación, cuando nada tiene sentido y todo son susurros de abandono, de tomar otros rumbos, de dejar la absurda inutilidad nacida quizá tan solo de la mente imaginativa, entonces sólo queda un ancla contra la zozobra, sólo una amarra en un mar no embravecido, sino tonto y loco.
Perseverar.
Permanecer ante ti aguantando las voces malignas y los susurros insistentes. Perseverar. Vez tras vez, una y otra.
Es más fácil permanecer contigo porque eres Tú, para adorarte, que perseverar pidiendo lo que creemos que no nos vas a dar. Quizá me digas que no tengo fe.
Sí, mi fe no es capaz de mover montañas; si acaso –y no siempre-
el diminuto guijarro que puede hacer que me tuerza un tobillo.
Y sin embargo, conozco la única tierra firme; sé tan bien que lo único
que sostiene en los zarandeos violentos y lo único que ensancha cuando
no cabe dentro tanto gozo es orar…
De pronto soy pequeño, muy pequeño,desvalido,
descubierto, inseguro.
De pronto no sé siquiera balbucear,acabo de llegar al mundo
y estoy ante ti.
Se agitan dentro el llanto, los sollozos,la risa, carcajadas, poemas, cantos, danzas,dolor y alegría.No sé, oh Dios, no sé qué es.
Parece susto y gozo infinito.Quisiera postrarme y bailar,
estar la cara en tierra y saltar hasta ti.
Oh Dios sin rostro, sin forma, sin nombre,Tú, oh Tú,
Presencia, Dios,oh Tú que eres y estás,¿es esto la oración?

FUENTE : www.revistaecclesia.com/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

sábado, 15 de noviembre de 2008

P. RANIERO CANTALAMESSA - HAY QUE CULTIVAR LOS TALENTOS ESPIRITUALES.

Predicador del Papa: Hay que cultivar los talentos espirituales.
Meditación sobre el Evangelio del próximo domingo.

Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap. - predicador de la Casa Pontificia -, a la liturgia de este domingo.

XXXIII Domingo del tiempo ordinario
Proverbios 31, 10-13.19-20.30-31; 1 Tesalonicenses 5, 1-6; Mateo 25, 14-30

La parábola de los talentos
El evangelio de este domingo es la parábola de los talentos. Por desgracia en el pasado el significado de esta paráb ola ha sido habitualmente tergiversado, o al menos muy reducido. Cuando escuchamos hablar de los talentos, pensamos en seguida en las dotes naturales de inteligencia, belleza, fuerza, capacidades artísticas. La metáfora se usa para hablar de actores, cantantes, cómicos... El uso no es del todo equivocado, pero sí secundario. Jesús no pretendía hablar de la obligación de desarrollar las dotes naturales de cada uno, sino de hacer fructificar los dones espirituales recibidos de él. A desarrollar las dotes naturales, ya nos empuja la naturaleza, la ambición, la sed de ganancia. A veces, al contrario, es necesario poner freno a esta tendencia de hacer valer los talentos propios porque puede convertirse fácilmente en afán por hacer carrera y por imponerse a los demás.

Los talentos de los que habla Jesús son la Palabra de Dios, la fe, en una palabra, el reino que ha anunciado. En este sentido l a parábola de los talentos conecta con la del sembrados. A la suerte diversa de la semilla que él ha echado -que en algunos casos produce el sesenta por ciento, en otros en cambio se queda entre las espinas, o se lo comen los pájaros del cielo-, corresponde aquí la diferente ganancia realizada con los talentos.

Los talentos son, para nosotros cristianos de hoy, la fe y los sacramentos que hemos recibido. La palabra nos obliga a hacer un examen de conciencia: ¿qué uso estamos haciendo de estos talentos? ¿Nos parecemos al siervo que los hace fructificar o al que los entierra? Para muchos el propio bautismo es verdaderamente un talento enterrado. Yo lo comparo a un paquete regalo que uno ha recibido por Navidad y que ha sido olvidado en un rincón, sin haberlo nunca abierto o tirado.

Los frutos de los talentos naturales acaban con nosotros, o como mucho pasan a los herederos; los frutos de los talentos espirituales nos siguen a la vida eterna y un día nos valdrán la aprobación del Juez divino: "Bien, siervo bueno y fiel, has sido fiel en lo poco, te daré autoridad sobre lo mucho: toma parte en el gozo de tu señor".

Nuestro deber humano y cristiano no es solo desarrollar nuestros talentos naturales y espirituales, sino también de ayudar a los demás a desarrollar los suyos. En el mundo moderno existe una profesión que se llama, en inglés, talent-scout, descubridor de talentos. Son personas que saben encontrar talentos ocultos -de pintor, de cantante, de actor, de jugador de fútbol- y les ayudan a cultivar su talento y a encontrar un patrocinador. No lo hacen gratis, naturalmente, ni por amor al arte, sino para tener un porcentaje en sus ganancias, una vez que se han afirmado.

El Evangelio nos invita a todos a ser talent-scouts, "descubridores de talentos", pero no por amor a la ganancia sino para ayudar a quienes no tienen la posibilidad de afirmarse por sí mismos. La humanidad debe algunos de sus mejores genios o artistas al altruismo de una persona amiga que ha creído en ellos y les ha animado, cuando nadie creía en ellos. Un caso ejemplar que me viene a la mente es el de Theo Van Gogh, que sostuvo toda la vida, económica y moralmente, a su hermano Vincent, cuando nadie creía en él y no lograba vender ninguno de sus cuadros. Entre ellos se intercambiaron más de seiscientas cartas, que son un documento de altísima humanidad y espiritualidad. Sin él no tendríamos hoy esos cuadros que todos amamos y admiramos.

La primera lectura del domingo nos invita a detenernos en un talento en particular, que es al mismo tiempo natural y espiritual: el talento de la femineidad, el talento de ser mujer. Contiene de hecho el conocido elogio de la mujer que comienza con las palabras: &quo t;Una mujer completa, ¿quién la encontrará?". Este elogio, tan bello, tiene un defecto, que no depende obviamente de la Biblia sino de la época en la que fue escrito y de la cultura que refleja. Si uno se fija, descubre que este talento está enteramente en función del hombre. Su conclusión es: bendito el hombre que tiene una mujer así. Ella le teje hermosos vestidos, honra a su casa, le permite caminar con la cabeza alta entre sus amigos. No creo que las mujeres sean hoy entusiastas de este elogio.

Dejando aparte este límite, quisiera subrayar la actualidad de este elogio de la mujer. Desde todas partes surge la exigencia de dar más espacio a la mujer, de valorar el genio femenino. Nosotros no creemos que "el eterno femenino nos salvará". La experiencia cotidiana muestra que la mujer puede "elevarnos a lo alto, pero también puede precipitarnos hacia abajo. También el la necesita ser salvada por Cristo. Pero es cierto que, una vez redimida por él y "liberada", en el plano humano, de las antiguas sujeciones, ella puede contribuir a salvar nuestra sociedad de algunos males inveterados que la amenazan: violencia, voluntad de poder, aridez espiritual, desprecio por la vida...

Después de tantas épocas que han tomado el nombre del hombre -la era del homo erectus, homo faber, hasta el homo sapiens, de hoy-, hay que augurar que se abra finalmente, para la humanidad entera, una era de la mujer: una era del corazón, de la ternura, de la compasión. Ha sido el culto a la Virgen el que ha inspirado, en los siglos pasados, el respeto por la mujer y su idealización en buena parte de la literatura y del arte. También la mujer de hoy puede mirarla a ella como modelo, amiga y aliada a la hora de defender su propia dignidad y el talento de ser mujer.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]

FUENTE : www.zenit.org/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

PAPA BENEDICTO XVI - LA PARUSÍA, FUENTE DE CERTEZA Y DE VALOR PARA EL CRISTIANO.

Papa Benedicto XVI: la parusía, fuente de certeza y de valor para el cristiano
Intervención en la audiencia general

Ofrecemos a continuación el texto íntegro de la catequesis pronunciada este miércoles por el Papa Benedicto XVI con ocasión de la Audiencia General, celebrada esta mañana en la Plaza de San Pedro.

* * *

Queridos hermanos y hermanas.

el tema de la resurrección, sobre el que nos detuvimos la semana pasada, abre una nueva perspectiva, la de la espera de la vuelta del Señor, y por ello nos lleva a reflexionar sobre la relación entre el tiempo presente, tiempo de la Iglesia y del Reino de Cris to, y el futuro (éschaton) que nos espera, cuando Cristo entregará el Reino al Padre (cfr 1 Cor 15,24). Todo discurso cristiano sobre las realidades últimas, llamado escatología, parte siempre del acontecimiento de la resurrección: en este acontecimiento las realidades últimas ya han empezado y, en un cierto sentido, ya están presentes.

Probablemente en el año 52 san Pablo escribió la primera de sus cartas, la primera Carta a los Tesalonicenses, donde habla de esta vuelta de Jesús, llamada parusía, adviento, nueva y definitiva y manifiesta presencia (cfr 4,13-18). A los Tesalonicenses, que tienen sus dudas y problemas, el Apóstol escribe así: "si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús" (4,14). Y continua: "los que muriero n en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires" (4,16-17). Pablo describe la parusía de Cristo con acentos muy vivos y con imágenes simbólicas, pero que transmiten un mensaje sencillo y profundo: al final estaremos siempre con el Señor. Este es, más allá de las imágenes, el mensaje esencial: nuestro futuro es "estar con el Señor"; en cuanto creyentes, en nuestra vida nosotros ya estamos con el Señor; nuestro futuro, la vida eterna, ya ha comenzado.

En la segunda Carta a los Tesalonicenses, Pablo cambia la perspectiva; habla de acontecimientos negativos, que deberán preceder al final y conclusivo. No hay que dejarse engañar -dice- como si el día del Señor fuese verdaderamente inminente, seg&uacut e;n un cálculo cronológico: "Por lo que respecta a la Venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestros ánimos, ni os alarméis por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor. Que nadie os engañe de ninguna manera" (2,1-3). La continuación de este texto anuncia que antes de la llegada del Señor estará la apostasía y se revelará el no mejor identificado "hombre inicuo", el "hijo de la perdición" (2,3), que la tradición llamará después el Anticristo. Pero la intención de esta Carta de san Pablo es sobre todo práctica; escribe: "cuando estábamos entre vosotros os mandábamos esto: si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma. Porque nos hemos enterado de que hay entre vosotros algunos que viven desordenadamente, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo. A esos les mandamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo a que trabajen con sosiego para comer su propio pan" (3, 10-12). En otras palabras, la espera de la parusía de Jesús no dispensa del trabajo en este mundo, sino al contrario, crea responsabilidades ante el Juez divino sobre nuestro actuar en este mundo. Precisamente así crece nuestra responsabilidad de trabajar en y para este mundo. Veremos lo mismo el próximo domingo en el Evangelio de los talentos, donde el Señor nos dice que ha confiado talentos a todos y el Juez nos pedirá cuentas de ellos diciendo: ¿Habéis traído fruto? Por tanto la espera de su venida implica responsabilidad hacia este mundo.

La misma cosa y el mismo nexo entre parusía - vuelta del Juez-Salvador - y nuestro compromiso en la vida aparece en otro contexto y con aspectos nuevos en la Carta a los Filipenses. Pablo está en la cárcel y espera la sentencia, que puede ser de condena a muerte. En esta situación piensa en su futuro estar con el Señor, pero piensa también en la comunidad de Filipos, que necesita a su padre, Pablo, y escribe: "para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger... Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; mas por otra parte, quedarme en la carne es más necesario para vosotros. Y, persuadido de esto, sé que me quedaré y permaneceré con todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe, a fin de que tengáis por mi causa un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús, cuando yo vuelva a estar entre vosotros" (1, 21-26).

Pablo no tiene miedo a la muerte, al contrario: esta indica de hecho el completo ser con Cristo. Pero Pablo participa también de los sentimientos de Cristo, el cual no ha vivido para sí mismo, sino para nosotros. Vivir para los demás se convierte en el programa de su vida y por ello muestra su perfecta disponibilidad a la voluntad de Dios, a lo que Dios decida. Está disponible sobre todo, también en el futuro, a vivir en la tierra para los demás, a vivir por Cristo, a vivir por su presencia viva y así para la renovación del mundo. Vemos que este ser suyo con Cristo crea a gran libertad interior: libertad ante la amenaza de la muerte, pero libertad también ante todas las tareas y los sufrimientos de la vida. Estaba sencillamente disponible para Dios y realmente libre.

Y pasamos ahora, tras haber examinado los diversos aspectos de la espera de la parusía de Cristo, a preguntarnos: ¿cuáles son las actitudes fundamentales del cristiano hacia las realidades últimas: la muerte, el fin del mundo? La primera actitud es la certeza de que Jesús ha resucitado, está con el Padre, y por eso está con nosotros, para siempre. Y nadie es más fuerte que Cristo, porque Él está con el Padre, está con nosotros. Por eso estamos seguros, liberados del miedo. Este era un efecto esencial de la predicación cristiana. El miedo a los espíritus, a los dioses, estaba difundido en todo el mundo antiguo. Y también hoy los misioneros, junto con tantos elementos buenos de las religiones naturales, encuentran el miedo a los espíritus, a los poderes nefastos que nos amenazan. Cristo vive, ha vencido a la muerte y ha vencido a todos estos poderes. Con esta certeza, con esta libertad, con esta alegría vivimos. Este es el primer aspecto de nuestro vivir hacia el futuro.

En segundo lugar, la certeza de que Cristo está conmigo. Y de que en Cristo el mundo futuro ya ha comenzado, esto da también certeza de la esperanza. El futuro no es una oscuridad en la que nadie se orienta. No es así. Sin Cristo, también hoy para el mundo el futuro está oscuro, hay miedo al futuro, mucho miedo al futuro. El cristiano sabe que la luz de Cristo es más fuerte y por eso vive en una esperanza que no es vaga, en una esperanza que da certeza y valor para afrontar el futuro.

Finalmente, la tercera actitud. El Juez que vuelve -es juez y salvador a la vez- nos ha dejado la tarea de vivir en este mundo según su modo de vivir. Nos ha entregado sus talentos. Por eso nuestra tercera actitud es: responsabilidad hacia el mundo, hacia los hermanos ant e Cristo, y al mismo tiempo también certeza de su misericordia. Ambas cosas son importantes. No vivimos como si el bien y el mal fueran iguales, porque Dios solo puede ser misericordioso. Esto sería un engaño. En realidad, vivimos en una gran responsabilidad. Tenemos los talentos, tenemos que trabajar para que este mundo se abra a Cristo, sea renovado. Pero incluso trabajando y sabiendo en nuestra responsabilidad que Dios es el juez verdadero, estamos seguros también de que este juez es bueno, conocemos su rostro, el rostro de Cristo resucitado, de Cristo crucificado por nosotros. Por eso podemos estar seguros de su bondad y seguir adelante con gran valor.

Un dato ulterior de la enseñanza paulina sobre la escatología es el de la universalidad de la llamada a la fe, que reúne a judíos y gentiles, es decir, a los paganos, como signo y anticipación de la realidad futura, por lo que pod emos decir que estamos sentados ya en el cielo con Jesucristo, pero para mostrar a los siglos futuros la riqueza de la gracia (cfr Ef 2,6s): el después se convierte en un antes para hacer evidente el estado de realización incipiente en que vivimos. Esto hace tolerables los sufrimientos del momento presente, que no son comparables a la gloria futura (cfr Rm 8,18). Se camina en la fe y no en la visión, y aunque fuese preferible exiliarse del cuerpo y habitar con el Señor, lo que cuenta en definitiva, morando en el cuerpo o saliendo de él, es ser agradable a Dios (cfr 2 Cor 5,7-9).

Finalmente, un último punto que quizás parece un poco difícil para nosotros. San Pablo en la conclusión de su segunda Carta a los Corintios repite y pone en boca también a los Corintios una oración nacida en las primeras comunidades cristianas del área de Palesti na: Maranà, thà! que literalmente significa "Señor nuestro, ¡ven!" (16,22). Era la oración de la primera comunidad cristiana, y también el último libro del Nuevo testamento, el Apocalipsis, se cierra con esta oración: "¡Señor, ven!". ¿Podemos rezar también nosotros así? Me parece que para nosotros hoy, en nuestra vida, en nuestro mundo, es difícil rezar sinceramente para que perezca este mundo, para que venga la nueva Jerusalén, para que venga el juicio último y el juez, Cristo. Creo que si no nos atrevemos a rezar sinceramente así por muchos motivos, sin embargo de una forma justa y correcta podemos también decir con los primeros cristianos: "¡Ven, Señor Jesús!". Ciertamente, no queremos que venga ahora el fin del mundo. Pero, por otra parte, queremos que termine este mundo injusto. También nos otros queremos que el mundo sea profundamente cambiado, que comience la civilización del amor, que llegue un mundo de justicia y de paz, sin violencia, sin hambre. Queremos todo esto: ¿y cómo podría suceder sin la presencia de Cristo? Sin la presencia de Cristo nunca llegará realmente un mundo justo y renovado. Y aunque de otra manera, totalmente y en profundidad, podemos y debemos decir también nosotros, con gran urgencia y en las circunstancias de nuestro tiempo: ¡Ven, Señor! Ven a tu mundo, en la forma que tu sabes. Ven donde hay injusticia y violencia. Ven a los campos de refugiados, en Darfur y en Kivu del norte, en tantos lugares del mundo. Ven donde domina la droga. Ven también entre esos ricos que te han olvidado, que viven solo para sí mismos. Ven donde eres desconocido. Ven a tu mundo y renueva el mundo de hoy. Ven también a nuestros corazones, ven y renueva nuestra vida, ven a nuestro coraz&oacut e;n para que nosotros mismos podamos ser luz de Dios, presencia suya. En este sentido rezamos con san Pablo: ¿Maranà, thà! "¡Ven, Señor Jesús"!, y rezamos para que Cristo esté realmente presente hoy en nuestro mundo y lo renueve.

FUENTE : www.zenit.org/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

SAN PABLO Y LA JUSTICIA SOCIAL.

San Pablo y la Justicia Social
La justicia social en la Biblia

En el Antiguo Testamento la justicia aparece como atributo del mismo Dios, Juicio de Dios, está compenetrada con lo religioso y lo moral. En el Nuevo Testamento se presenta como una rectitud moral que esta referida de modo impelente a Dios, además la justicia apela a un valor de interioridad. El apóstol Pablo al hablar de justicia en sus cartas, logra un cierto equilibrio entre la materialidad y el valor metafísico de la justicia. La justicia para el cristianismo es regalo de Dios. Dios a la vez que es justo, justifica por medio de su Hijo Jesucristo, el Mediador. Quien vive en la justicia, vive según la novedad de vida traída por Cristo, la justicia junto al amor se manifiestan en el servicio del prójimo.
La justicia de Dios actúa con dinamismo en la historia. Ésta, está asociada con la fidelidad, veracidad y la misericordia de Dios. Ella libera a la persona humana de la presión y persecusión de sus opresores. Ayuda a liberar al ser humano, haciéndole pasar de esclavo a hijo de Dios. De igual manera está ligada a este orden natural, establecido por Dios en la creación. Este mismo orden ha sido luego restablecido en Cristo por su muerte y resurrección.
La Justicia Social en las cartas paulinas: un nuevo orden social
Pablo era original de Tarso, costa sudeste del Asia Menor. Su ascendencia era judía y se cree perteneció al grupo de los fariseos, gente muy instruida que alimentaba las esperanzas mesiánicas de un mundo basado en la justicia. A él le tocó vivir en un contexto histórico marcado por una tensa paz, la pax romana o pax augusta. Este fue un período de paz impuesto por Roma en sus territorios conquistados, aunque se refería a la pacificación de los pueblos en el interior del estado romano, se siguió luchando con los pueblos germánicos, partos y otros en las fronteras o periferia. Por tanto dicha paz era fruto de guerras y sangre, haciéndola poco auténtica.
El emperador César Augusto tenía la intensión de mantener el dominio en los territorios conquistados. Una de sus tácticas para no perder los territorios que abarcaban desde la Britannia o lo que es hoy Inglaterra hasta Egipto y desde Siria-Palestina hasta Lusitania y Gaelicia lo que es hoy la Península Ibérica, lo fue la concesión de privilegios para las clases altas del imperio. Por ejemplo, a los judíos instalados en Grecia les benefició con un sinnúmero de favores tales como la reducción de los impuestos, la libertad del servicio militar así como el visto bueno para que celebrasen sus fiestas.
En sus cartas, el Apóstol de los Gentiles o Gentes, adopta conceptos e imágenes tanto de la apocalíptica judía, entiéndase lo enigmático o lo referente al fin de los tiempos, como del mundo griego de carácter más filosófico. Reinterpretando la concepción social de las divisiones entre polos opuestos como ricos y pobres, Pablo, encuentra la solución a la cuestión de los contrarios con la certeza de que la respuesta la proporciona una Única Persona. Al afirmar el cese del valor primario de los opuestos, Pablo quiere comunicar su convicción sobre la inseparabilidad de este cosmos por la acción presente del poder de la nueva creación de Jesús, el que seamos uno en Él.
¿Superación o unificación de los contrarios? Con Pablo se va abriendo paso en el cristianismo a una concepción global y unificadora de los fieles. Se relativizan las categorías antagónicas: hombre-mujer, esclavo-libre, pobre-rico, judío-gentil . Todos son invitados a participar por el bautismo de la nueva vida en Cristo. En Cristo todos y cada uno poseemos ahora una misma dignidad. Hay una vinculación a Cristo que trastoca tanto la dimensión vertical (comunión con Cristo) como la horizontal (comunión entre los bautizados).
La justicia de Dios recrea al ser humano llevándolo a su condición inicial de imagen de Dios pero ahora bajo el molde del hijo perfecto que es Jesús Maestro. Dios causa en el interior del hombre y de la mujer un nuevo orden. Pero esta realidad no es sólo una realidad interior sino también exterior (social, político y económico). El creyente no es para nada un sujeto pasivo que vive muy en solitario la experiencia de la justificación. Para nada es una persona sin raíces, fuera de la realidad histórica que le circunda y pertenece.
Cuando San Pablo insiste en sus cartas en el “hombre nuevo” inaugurado en Cristo se está refiriendo no necesariamente a la abolición de las diferencias de género, de clase social o étnicas sino que esta focalizando la atención sobre lo relativo que todo ello puede ser para la comunidad cristiana. El lugar que ocupa el cristiano en la comunidad de fe lo ocupa no por sus méritos o deméritos sino por la justificación realizada en Cristo Jesús. En la comunidad cristiana sólo hay hijos de Dios, hermanos en Cristo. Los carismas, en este sentido, se refieren a diversidad de servicios que apuntan hacia la edificación de la Iglesia pero no son de ninguna manera lo que define la realidad más esencial de cada uno de los creyentes.
Por el llamado recibido, el cristiano queda comprometido con Jesucristo, Señor de todo el Universo. Es decir, el cristiano por estar unido a Cristo ya no se pertenece a sí mismo sino que es pertenencia de Cristo. La vida del cristiano es un vivir en, por y para Dios por medio de Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios.
Para Pablo, la seguridad que el poder romano ofrece es engañosa. Confía que la fuerza de la luz acabará con las tinieblas. Los cristianos, hijos de la luz, han recibido la armadura de Dios. Ellos llevan la coraza de la fe y del amor y el yelmo o casco de la esperanza en la salvación. Equipados con este poder sirven a la justicia verdadera y contribuyen a desplegar el poder último de Dios para la derrota de las fuerzas de la injusticia.
El cristiano ha sido liberado con el fin de convertirse en un miembro de Cristo. A través de él, Cristo obra a favor de la Humanidad entera. Lo que un cristiano hace de bien repercute a todo el cuerpo del Señor, que es la Iglesia y al mundo que es creación divina.
Entonces, frente a tantas injusticias nos tenemos que preguntar: ¿Hay tan pocos cristianos en el mundo? o ¿Qué nos pasa a los cristianos que tenemos los ojos ciegos ante las injusticias…? La justicia es compromiso con el débil. O, ¿es que no hay personas débiles ni marginadas en nuestro entorno? ¿Qué hacemos por ellos?
Hna. Daisy Torres fsp

La autora pertenece a la Congregación Hijas de San Pablo o Hermanas Paulinas en Puerto Rico.

FUENTE : cartapalabrayespada.blogspot.com/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

martes, 11 de noviembre de 2008

CALMA.

Calma

Decir
el silencio,
¿es posible
sin romperlo?
Hoy el silencio
es naranja
y vespertino,
con el mar.
En el cuerpo
escuecen las heridas
en paz,
y el cansancio
no tiene fibras
ni terrores.
Ni la oración
anda febril
estirando las palabras
para que encierren
toda la vida.
¿Será esta calma,
la entrega
de todo lo sufrido,
la apertura
al agua de la vida
entrando por los poros,
la confianza
sin estridencias,
los deseos
sumergidos en tu abrazo,
la ansiedad
de mi futuro rendida
a tus ritmos y sorpresas?
FUENTE : www.vocacionesjesuitas.blogspot.com/2008/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

lunes, 10 de noviembre de 2008

LA LIBERACIÓN DE LOS POBRES EN EL CONTEXTO DE HOY - JESÚS PELÁEZ.

la liberación de los pobres en el contexto de hoy
Jesús Peláez
Universidad de Córdoba

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Publicado en la revista Exodo 66 (Diciembre) 2002
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"Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que yo no fuese entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí" (Jn 18,36). Según la mayoría de los traductores del evangelio de Juan, esto es lo que Jesús respondió a Pilato cuando le preguntó si era "el rey de los judíos". Esta traducción no puede ser más desacertada, pues separó el reino de Dios de nuestro mundo e hizo a los cristianos soñar y anhelar fervientemente otro mundo, donde Dios reinaría en plenitud, identificado éste con el más allá, la otra vida o vaya Vd. a saber qué.

No ha sido ésta la única traducción desacertada de un texto evangélico. Otras han servido para confirmar la línea de interpretación ya indicada, como aquella de dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (Mt 22,21), de la que tomó base la teoría de los dos poderes por los que se gobierna el mundo -el político y el religioso o espiritual-, o la expresión el reino de los cielos, acuñada por el evangelista Mateo, según la cual, entendida al pie de la letra, el reino de los cielos o de arriba se oponía al reino terrenal de aquí abajo, o aquella otra que decía de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma (Mc 8,36), (traduciendo por influjo platónico alma en lugar de vida y creando de este modo la oposición mundo-alma, lo material que se ve a lo espiritual que no se ve, dando prioridad a lo segundo sobre lo primero)… Son sólo algunos ejemplos de traducciones desafortunadas de textos evangélicos, gracias a las que se generó dentro del cristianismo una corriente de interpretación espiritualista del mensaje de Jesús, alejada y ajena a la transformación de la realidad.

Y me parece desacertada la citada traducción, porque la palabra griega basileia, como ha mostrado Juan Mateos se puede traducir al castellano, según el contexto en que se encuentre, no por una, sino por tres palabras distintas: reino, reinado o realeza, cada una con su propio significado. Traducida por reino, basileia denota un espacio delimitado e indica "los súbditos y territorio sobre los que se ejerce la actividad de gobierno que compete a la dignidad y autoridad real"; cuando se anuncia la llegada de la basileia de Dios, se traduce por reinado y designa "la actividad de gobierno sobre súbditos y territorio que compete a la dignidad y autoridad real"; si aparece como atributo de una persona, se debe traducir por realeza y significa "la dignidad y autoridad real a las que compete una actividad de gobierno, ejercida sobre súbditos y territorio". Curiosamente John P. Meier, que desconoce la triple posible traducción de esta palabra, se siente incómodo ante la expresión "reino de Dios" y, considerándola inadecuada, afirma: "Ahora bien, mi acatamiento de la tradición no me impide admitir que 'reino de Dios' es una expresión vaga y algo abstracta, que más bien evoca la idea de territorio gobernado por un rey. Y que precisamente por ello desorienta. Como veremos, con 'reino de Dios' se trata de sugerir la noción dinámica de Dios reinando con poder sobre su creación, sobre su pueblo y sobre la historia. O como varios autores han expresado de modo más escueto: el reino de Dios es el reinar de Dios. Por eso más que a un ámbito territorial, la referencia es a la acción de Dios sobre los gobernados y su relación dinámica con ellos ; en el mismo sentido se expresa también John Dominic Crossan en su obra Jesús. Biografía revolucionaria .

Muchos textos de los evangelios se entenderían mejor si se determinase en cada momento cómo hay que traducir la palabra griega basilea. Así la frase de Juan Bautista se acerca el reino de Dios (Mt 3,32) se comprende mejor traducida por se acerca el reinado de Dios, esto es, se acerca el momento en que Dios va a reinar sobre los hombres; la segunda petición del Padrenuestro (Mt 6,10) sonaría mejor traducida por llegue tu reinado que por venga a nosotros tu reino, pues en realidad lo que se le pide a Dios es que reine sobre nosotros y no que venga su reino sobre nosotros, frase carente de sentido. Cuando leemos en el evangelio de Mateo (16,28): "En verdad os digo que hay algunos entre los presentes que no gustarán la muerte antes de haber visto al Hijo del Hombre venir en su reino", lo comprenderíamos mejor traducido así: antes de haber visto al Hijo del hombre venir como rey (esto es, revestido de los atributos reales); la petición de uno de los ladrones crucificados con Jesús: Acuérdate de mí cuando estés en tu reino no nos haría pensar en otro reino más allá de este mundo, si la tradujésemos por acuérdate de mí cuando vengas como rey (=cuando se manifieste tu realeza), cosa que está sucediendo precisamente en ese momento de la muerte de Jesús, en el que se manifiesta su modo peculiar de ser rey, que muere para dar vida (Lc 23,42).

Por eso la traducción del texto del evangelio de Juan citado al principio ("mi reino no es de este mundo"), propuesta por Juan Mateos en su recién publicado comentario a este evangelio , me parece más acorde con el texto griego original y con el mensaje de Jesús. Según ésta, Jesús respondió a Pilato de este modo: "Mi realeza -esto es, mi modo de ser rey- no pertenece al orden este. Si mi realeza perteneciera al orden este, mis propios guardias habrían luchado para impedir que me entregaran a las autoridades judías. Ahora bien mi realeza no es de aquí". Pilatos puede quedarse, por tanto, tranquilo, pues, aunque Jesús no niega ser rey, sin embargo, su realeza no es como la de los reyes de este mundo, que se valen de la fuerza y la violencia para conseguir sus fines; de ahí que no utilice guardias en su defensa con la finalidad de impedir ser entregado a las autoridades judías.

Estas observaciones de tipo lingüístico y técnico pueden servir para comprender mejor aquellos textos del evangelio donde aparece la palabra basileia, y ayudan a precisar con más exactitud cuál es el núcleo del mensaje de Jesús anunciado con estas palabras: está cerca el reinado de Dios (Mc 1,15).

La centralidad del reinado de Dios
Que el anuncio del reinado de Dios fue el tema central de la proclamación pública de Jesús o uno de los componentes más importantes de su mensaje es algo aceptado hoy por la mayoría de los estudiosos del Nuevo Testamento. Basta para ello constatar el número elevado de veces que aparece en boca de Jesús esta expresión, por lo demás ausente de la Biblia Hebrea y prácticamente inexistente en los targumes o traducciones arameas de la Biblia Hebrea, en los libros apócrifos, en Qumrán o en escritores contemporáneos al Nuevo Testamento como Filón o Flavio Josefo.

Pues bien, si el núcleo del mensaje de Jesús es el anuncio de la llegada inminente del reinado -no del reino- de un Dios, --que es Padre y desea llevar a la plenitud de vida al ser humano sin distinción de raza, género o religión, derribando las barreras que creaban y perpetuaban la discriminación entre los hombres" --, no se entiende a qué se debe que se pensase que la manifestación de ese reinado de Dios no tendría lugar plenamente en este mundo, sino en el más allá, pues es precisamente en este mundo donde el hombre tiene que llegar a su pleno desarrollo humano. El núcleo principal de la predicación de Jesús según los evangelios va dirigido, en mi opinión, a conseguir la transformación de aquella sociedad injusta, no mediante la fuerza, el poder, el prestigio o el dinero, sino mediante la puesta en práctica por parte de sus seguidores de un amor solidario que hiciese surgir dentro de este viejo mundo una sociedad alternativa en la que todos tuviesen cabida y no hubiese, como he formulado en otra ocasión comentando la parábola de los invitados a la boda, excluidos del pueblo ni pueblos excluidos.

El reino de los suelos
Y esta sociedad alternativa sobre la que Dios ejerce su reinado, en la perspectiva de Jesús, mira principal -aunque no exclusivamente- a este mundo, no tanto a los cielos cuanto a los suelos. Crossan afirma acertadamente que el reinado de Dios es "lo que sería nuestro mundo si estuviese gobernado por Dios". Entendido así, el núcleo de la predicación de Jesús no gira en torno al más allá, al otro mundo o a otro mundo por venir, sino que se centra en el más acá y en su transformación o cambio, aunque con vocación de eternidad. Y cuánto hay que hay que cambiar en este mundo globalizado gobernado por el capital en el que en diez años nada más -de 1988 a 1998- aumentó el número de personas que viven por debajo de la línea de pobreza en 105 millones, y la esperanza de vida -tras XXI siglos de cristianismo- es de menos de 40 años para 507 millones de personas…

La parábola del rico y Lázaro (Lc 16,14-31) muestra este interés de Jesús por el más acá y por los que, como Lázaro, sufrían en su tiempo la más extrema pobreza, por no decir la miseria más absoluta. Jesús propone esta parábola a los fariseos -amantes del dinero, como apostilla el evangelista Lucas- que no va dirigida a remediar la suerte, ya de suyo irreversible de sus protagonistas en el más allá, sino a poner sobre aviso a los cinco hermanos del rico que, todavía están a tiempo de practicar el amor solidario hacia los pobres como lo recomiendan las escrituras sagradas, si saben leerlas debidamente. En esta parábola -la única en la que una escena tiene lugar en el más allá- Jesús describe la otra vida en los términos en que la concebían los fariseos, pretendiendo con ello llamar la atención sobre el estado de injusticia en el que vivían sumidos los cinco hermanos del rico, verdaderos destinatarios de la parábola. El más allá es un pretexto literario, una especie de amenaza para inducir a la conversión al prójimo a los hermanos del rico, a ver si con ello cambiaban de estilo de vida y hacían justicia, remediando tanta pobreza como había a su alrededor. Los cinco hermanos del rico me recuerdan hoy a las siete personas más ricas del mundo, cuyo capital daría lo suficiente para dotar de servicios básicos a todos los habitantes del planeta, pero también a cuantos -cada uno en su nivel- dan la prioridad al capital sobre el amor. "La extrema desigualdad está haciendo de este mundo nuestro un lugar inestable, reprobable y feo. El capital de los 84 individuos más ricos del mundo excede el PIB de China con sus 1.300 millones de habitantes. En 1988, el director general de Disney cobró 576,6 millones de dólares, esto es, 25.070 veces el ingreso medio de los trabajadores de esta misma empresa. Bill Gates, ese mismo año, tenía un capital superior al del 45% de los hogares de Estados Unidos, un país donde el 5% de los hogares con mayor poder adquisitivo disfruta del 50% de la renta nacional … Y lo curioso es que este escandaloso desequilibrio social se da, como vemos ya, no sólo comparando el primero con el tercer o cuarto mundo, sino también dentro de los países más desarrollados, donde podría esperarse una mayor igualdad entre sus habitantes. Cuánta actualidad tiene la vieja parábola del rico y Lázaro…

Hay otra escena del evangelio (Lc 18,18), en la que se acerca a Jesús un magistrado rico, que no satisfecho con tener ya la suficiente seguridad y protección en esta tierra, gracias a su riqueza, se muestra además preocupado por alcanzar la vida eterna. A éste, Jesús le hace ver que, a pesar de haber cumplido, según él, todos los mandamientos que miran al prójimo -cosa harto difícil si seguía siendo rico en un mundo con tantas carencias y necesidades-, le faltaba sólo una cosa, un pequeño detalle: "vender todo lo que tenía y repartirlo a los pobres", como condición para seguirlo. Jesús se mostró aquel día más preocupado por que el rico saliese de su injusticia, haciéndose solidario de los pobres, que por la obtención por parte de aquél de la vida eterna. Pero a aquel rico debió parecerle Jesús un maestro un tanto decepcionante al exigirle algo que no entraba en sus planes de anhelo celestial: vender y dar lo que tenía, o lo que es igual, quedarse sin su seguridad aquí abajo, para seguirlo. Arriesgada aventura a la que el rico no estuvo dispuesto, pues no parecía interesado en la transformación de la sociedad ni en la eliminación de la pobreza. Una pobreza flagrante que debiera avergonzarnos hoy, pues en nuestro mundo 3.000 millones de personas viven con menos de 2 dólares al día y de éstos 1.300 millones con menos de un dólar. Sería tan fácil remediar esta pobreza si quisiéramos: para erradicarla en todo el mundo bastaría con invertir solamente el 1% de los recursos globales. Las cosas han ido en este aspecto a peor desde tiempos de Jesús, pues nunca hubo, como ahora, tan pocos ricos con tanto dinero y tantos pobres tan pobres.

Parábolas, dinero y bienes
Fue Quevedo quien diagnosticó de modo brillante el poder de este dios-dinero, adorado por quienes no adoran al Dios verdadero. Mucho antes, por supuesto, lo había hecho Jesús, que sabía hasta qué punto este dios podía esclavizar el corazón humano, sentenciando tajantemente: "No podéis servir a Dios y al dinero" (Lc 16,13). Así de claro.
Y no es que Jesús estuviese a priori en contra del dinero, un bien necesario e imprescindible para poder llevar una vida humanamente digna; lo que Jesús ataca con esa frase es la acumulación de dinero por parte de unos pocos y en detrimento de la mayoría.
No vivía Jesús fuera de este mundo, ni era un maestro preocupado por cosas de la estratosfera. Como buen pedagogo y consciente de la importancia que el ser humano da al dinero y a los bienes materiales, llama la atención que Jesús los trae a colación en gran parte de las parábolas del evangelio, precisamente con las que quiere explicar a qué se parece el reino de Dios. En lugar de elaborar un discurso abstracto y teórico, Jesús habla a sus oyentes con parábolas que reflejan escenas de la vida real en las que el dinero y los bienes están directa o indirectamente implicados: unos viñadores que deciden matar al hijo del dueño de la viña para quedársela en herencia (Mt 12,11); un empleado a quien se le condona una deuda ingente que es incapaz de perdonar al compañero que le debe una nimiedad; un administrador que, al enterarse que va a ser despedido, decide renunciar a su porcentaje de ganancia para con los acreedores de su amo, con la finalidad de garantizarse ser acogido en casa de ellos cuando pierda el empleo (Lc 16,1-8); un rico que banquetea cada día, mientras un pobre no tiene para llevarse a la boca ni siquiera las migajas que caen de la mesa del rico (Lc 16,19-31); unos invitados a la boda que se excusan de asistir al banquete por haber comprado un campo o tener que probar cinco yuntas de bueyes o haber contraído matrimonio, resultado éste también de una transacción económica entonces; un hombre que se va de viaje y encarga a sus empleados cuidar de sus bienes, dándole a uno cinco talentos, dos al segundo y uno al tercero (Mt 25,14-30); un prestamista que tenía dos deudores (Lc 7,41-43); un samaritano que no sólo socorre al malherido, sino que da dos denarios de plata al posadero y le promete pagarle a la vuelta lo que gaste de más (Lc 10.30-35); un amigo que pide a otro que le preste tres panes para ofrecerlos a un amigo que había venido de viaje (Lc 11,5-8); unos jornaleros contratados para trabajar en la viña que perciben al final del día el mismo salario, independientemente de las horas de trabajo realizado; diez muchachas necias que piden a las sensatas que les den de su aceite para que no se les apaguen los candiles (Mt 25,1-13); un rico necio que, en lugar de compartir con los demás el fruto de una cosecha abundante, sólo piensa en construir unos graneros mayores y darse a la buena vida (Lc 12,13-21). Varias parábolas menores del evangelio tienen también como tema el dinero o los bienes materiales más preciados: el dracma perdido (Lc 15,8-10), la perla preciosa (Mc 13,45), el tesoro escondido (Mc 13,44).

Jesús no era un iluso. Tenía bien puestos los pies en la realidad y sabía que el dinero era necesario para vivir. Pero también que su acumulación en manos de unos pocos era la causa de aquella sociedad basada en la injusticia y en la desigualdad en la que una mínima parte de su población se había apropiado de los bienes que debían ser disfrutados por todos. Es terrible pensar a estas alturas del siglo XXI de la era cristiana que 1.200 millones de personas no tengan acceso a algo tan elemental como el agua potable y 158 millones de niños menores de cinco años padezcan malnutrición

¿Felicidad, pobreza y reino?
Por eso, cuando formuló la primera y principal bienaventuranza, no dudó en unir lo que ninguno de nosotros se habría atrevido a emparejar: felicidad, pobreza y reino.

La pena es que también esta primera bienaventuranza ha sido mal traducida y mal interpretada a lo largo del tiempo. "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el reino de los cielos" (Mt 5, 3), dicen que dijo Jesús. Traducida de este modo, esta bienaventuranza ha sido interpretada en dos direcciones:
- Para unos, lo importante era ser "pobre de espíritu", esto es, estar desprendido espiritualmente de los bienes, pero sin renunciar a ellos, por supuesto. Crossan -quien, por cierto no ha entendido el sentido de la primera bienaventuranza- va en esta línea cuando afirma que se trata, según Mateo, no ya de la pobreza en sentido económico, sino en sentido religioso; esta interpretación ha servido para tranquilizar a lo largo de la historia del cristianismo a todos aquellos que, siendo ricos, decían haber renunciado en su interior a la riqueza (=pobres de espíritu), pero sin desprenderse realmente de ella, haciendo posible de este modo lo que Jesús declara absolutamente inviable: riqueza y reino de Dios: "Os aseguro que con dificultad va a entrar un rico en el reino de Dios. Lo repito: Más fácil es que entre un camello por el ojo de una aguja que no que entre un rico en el reino de Dios" (Mt 19,23-24). Tan difícil como hacer pasar el animal mayor -el camello- por el agujero menor -el ojo de la aguja-. Prácticamente imposible, aunque también a esta frase -de interpretación tan obvia, pero de contenido tan duro- se le han buscado las más sofisticadas interpretaciones, para hacer que los ricos -sin dejar de serlo- también pudiesen estar al cobijo de la salvación ofrecida por una iglesia que, con frecuencia, supo quitar el aguijón al evangelio, haciendo acopio de bienes materiales y gozando, de este modo, del poder, la seguridad y el prestigio social que la posesión de estos proporciona.

-Para otros, los pobres no tenían ni tienen por qué preocuparse de su situación, porque de ellos es ya el bien más preciado, el reino de los cielos. Su sufrimiento aquí se ve ya compensado en el presente por poseer ya este reino, sabedores además de que Dios en el reino futuro pondrá los puntos los puntos sobre las íes, aun a precio de tener que soportar en esta tierra una vida de carencias y penalidades extremas... ¡Vaya gracia!...
Y, sin embargo el sentido original del texto griego de esta bienaventuranza va por otros derroteros. Jesús declara que solamente aquellos que sean capaces de hacerse pobres hasta el extremo de la mendicidad, si hiciese falta -pues el texto griego utiliza la palabra ptôkhós (mendigo) en lugar de pénês (pobre)- renunciando voluntariamente a la riqueza, sólo estos pueden formar parte de la comunidad o grupo humano sobre los que Dios reina. Al mismo tiempo, proclamando dichosos a los pobres voluntarios, éstos se verán libres de toda atadura para denunciar la miseria en la que anda sumida gran parte de la humanidad y que no es en modo alguno un estado deseable ni causante de felicidad, pues degrada al ser humano, lo lleva a perder su autonomía, acaba con todo proyecto de comunidad y fraternidad, y hace nacer en el interior del corazón la envida, el resentimiento y la desesperación . ¿De qué estado de felicidad, me pregunto yo, pueden disfrutar los más de 800 millones de personas de nuestro mundo que en la actualidad carecen de los recursos suficientes para comer?

A la felicidad o bienaventuranza se llega, según Jesús, liberándose voluntariamente de la esclavitud del dinero, un dios que exige idolatría y que cierra el corazón humano al amor solidario y, al mismo tiempo, luchando -con el arma de la libertad que genera la pobreza voluntaria- contra la pobreza material que hunde al hombre en la miseria y le cierra el paso a su desarrollo humano integral.

De ahí que la traducción o interpretación más adecuada del texto griego de la primera bienaventuranza me parece la propuesta por Juan Mateos: "Dichosos los que eligen ser pobres" (= "los pobres por el espíritu", esto es, los que han decidido por propia voluntad ser o hacerse pobres en el sentido obvio de la palabra, pues el espíritu es para los semitas la facultad o sede de las decisiones)… "porque ellos tienen a Dios por rey", y prueba de ello es que han sido capaces de renunciar al dinero -verdadero dios para la inmensa mayoría de la gente de nuestro mundo-, y no lo han hecho para aumentar la ingente multitud de los pobres de la tierra, sino para sacar de la pobreza a los que andan sumidos en ella. Evidentemente que se trata de una formulación extrema -como tantas otras que hay en los evangelios- con la que Jesús indica hasta dónde hay que estar dispuestos a llegar para acabar con este orden injusto. No proclama Jesús dichosos solamente a los que ya se han hecho pobres, sino a todos aquellos que han iniciado este camino para acabar con la injusticia en el mundo y, en la medida de sus posibilidades y capacidades, marchan para conseguir esa meta. Podemos decir que Jesús invita a sus seguidores a hacerse voluntariamente pobres para que ninguno lo sea realmente.

Esta interpretación de la primera bienaventuranza no es nueva, como podría pensarse, pues ya era compartida incluso por algunos santos padres de la Iglesia. Basilio de Cesarea escribía: "Estos pobres de espíritu no se han hecho pobres por ninguna otra razón a no ser por la enseñanza del Señor que ha dicho: "ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres", y Cromacio de Aquilea, comentando las bienaventuranzas, afirma que "no toda pobreza es dichosa, porque con frecuencia es consecuencia de la necesidad... Dichosa es, pues, la pobreza espiritual, esto es, aquella de quienes se hacen pobres por Dios en el espíritu y en la voluntad, renunciando a los bienes del mundo, y dando generosamente sus propios bienes" .

Es tal el empeño de Jesús en su evangelio por denunciar las situaciones de riqueza acumulada por parte de los ricos -a los que dedica en el evangelio de Lucas cuatro malaventuranzas paralelas a las bienventuranzas- que creo no es gratuito afirmar sin ningún complejo que el núcleo central de la utopía del reino tanto ayer como hoy sea, la liberación de los pobres, que comienza -aunque no se limita a ello- por la eliminación de su pobreza-mendicidad, ese estado en el que es imposible el desarrollo humano. Jesús invita a estos pobres liberados no a ser ricos sino a llevar una vida de austeridad solidaria, expresión que puede considerarse como la nueva formulación de la pobreza evangélica. El camino de la felicidad se halla paradójicamente donde nadie espera encontrarla, en la renuncia voluntaria a la acumulación de bienes, con la finalidad de que éstos se distribuyan entre todos y se acabe esa radical desigualdad en la que anda sumida la humanidad.
Los pobres -aquella multitud de desposeídos de la tierra- fueron el centro de atención de Jesús, una constelación de indigentes, mendigos, endemoniados, ciegos, cojos, enfermos, prostitutas y un largo etcétera por cuya compañía y defensa fue declarado indeseable a los ojos de la "gente de bien" de entonces y merecedor de un suplicio abominable. Y fueron precisamente los ricos -y con ellos los fariseos, amantes del dinero, además de piadosos- el objeto de los mayores y más duros ataques del maestro nazareno.

La nueva sociedad o reino de Dios, preconizado por Jesús, se hará realidad aquí y ahora en la medida en que haya gente que se adhiera a su programa de austeridad solidaria, para alumbrar de este modo una nueva humanidad, llamada a la salvación. Y no debemos olvidar que la salvación comienza por la liberación del pueblo de aquellas condiciones de vida -como la pobreza forzosa- que impiden su pleno desarrollo humano.

El espacio reservado a este artículo no me permite desarrollar cuáles son las características de esta nueva sociedad sobre la que Dios reina. En mi artículo Jesús, el Evangelio y la Iglesia, publicado en las actas del XVI Congreso de Teología , comentando las parábolas, la he definido como una comunidad modesta, sin pretensiones de grandeza, pero acogedora (Parábolas del grano de mostaza, Mc 4,30-32, y de la levadura Lc 13,20-21); "una comunidad de iguales que no excluye ni discrimina (Parábola de los invitados al banquete, Lc 14,7-14.15-24), una comunidad sin últimos ni primeros, que altera escandalosamente el orden establecido como generador de injusticia (Parábola de los jornaleros invitados a la viña, Mt 19,30-20), una comunidad esencialmente extrovertida: preocupada por los que se han ido de casa y por los que no quieren entrar (Parábola del padre pródigo, Lc 15,11-32). Pero, y sobre todo, habría que describirla como comunidad que practica hasta lo inimaginable el amor solidario (Parábola del samaritano, Lc 10, 25-37) . Esto es y no otra cosa el reino-reinado de Dios en esta tierra. Que de lo que sea de éste en el más allá, poco podemos saber por el Nuevo Testamento, a no ser que tanta cantidad de amor y servicio no puede acabarse con la barrera de la muerte…

FUENTE : www.elalmendro.org/epsilon/articulos/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

viernes, 7 de noviembre de 2008

P. RANIERO CANTALAMESSA - ¿ HACE FALTA IR A LA IGLESIA PARA SER CRISTIANO ?.

Predicador del Papa: ¿Hace falta ir a la iglesia para ser cristiano?
Meditación con motivo de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán

Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap.
- predicador de la Casa Pontificia -, a la liturgia del domingo próximo,

9 de noviembre: Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán
Ezequiel 47,1-2.8-9.12; Salmo 45; I Corintios 3,9-13.16-17; Juan 2,13-22

¡Esta es la casa de Dios!
Este año, en lugar del XXXII domingo del tiempo ordinario, se celebra la fiesta de la dedicación de la iglesia-madre de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán, dedicada en un primer momento al Salvador y después a San Juan Bautista. ¿Qué representa para la liturgia y para la espiritualidad cristiana la dedicación de una iglesia y la existencia misma de la iglesia, entendida como lugar de culto? Tenemos que comenzar con las palabras del Evangelio: "Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren".

Jesús enseña que el templo de Dios es, en primer lugar, el corazón del hombre que ha acogido su palabra. Hablando de sí y del Padre dice: "vendremos a él, y haremos morada en él" (Juan 14, 23) y Pablo escribe a los cristianos: "¿No sabéis que sois santuario de Dios?" (1 Corintios 3, 16). Por tanto, el creyente es templo nuevo de Dios. Pero el lugar de la presencia de Dios y de Cristo también se encuentra "donde están dos o tres reunidos en mi nombre" (Mateo 18, 20). El Concilio Vaticano II llama a la familia "iglesia doméstica" (Lumen Gentium, 11), es decir, un pequeño templo de Dios, precisamente porque gracias al sacramento del matrimonio es, por excelencia, el lugar en el que "dos o tres" están reunidos en su nombre.

¿Por qué, entonces, los cristianos damos tanta importancia a la iglesia, si cada uno de nosotros puede adorar al Padre en espíritu y verdad en su propio corazón o en su propia casa? ¿Por qué es obligatorio ir a la iglesia todos los domingos? La respuesta es que Jesucristo no nos salva por separado; vino a formar un pueblo, una comunidad de personas, en comunión con Él y entre sí.

Lo que es la casa para una familia, lo es la iglesia para la familia de Dios. No hay familia sin una casa. Una de las películas del neorrealismo italiano que todavía recuerdo es "El techo" ("Il tetto"), escrita por Cesare Zavattini y dirigida por Vittorio De Sica. Dos jóvenes, pobres y enamorados, se casan, pero no tienen una casa. En las afueras de Roma tras la segunda guerra mundial, inventan un sistema para construir una, luchando contra el tiempo y la ley (si la construcción no llega hasta el techo, en la noche será demolida). Cuando al final terminan el techo están seguros de que tienen una casa y una intimidad propia, se abrazan felices; son una familia.

He visto repetirse esta historia en muchos barrios de ciudad, en pueblos y aldeas, que no tenían una iglesia propia y que han tenido que construirse un a por su cuenta. La solidaridad, el entusiasmo, la alegría de trabajar juntos con el sacerdote para dar a la comunidad un lugar de culto y de encuentro son historias que valdría la pena llevar a la pantalla como en la película de De Sica...

Ahora bien, tenemos que evocar también un fenómeno doloroso: el abandono en masa de la participación en la iglesia y, por tanto, en la misa dominical. Las estadísticas sobre la práctica religiosa son como para echarse a llorar. Esto no quiere decir que quien no va a la iglesia haya perdido necesariamente la fe; no, lo que sucede es que se sustituye a la religión instituida por Cristo por la llamada religión "a la carta". En Estados Unidos dicen "pick and choose", toma y escoge. Como en el supermercado. Dejando la metáfora, cada quien se hace su propia idea de Dios, de la oración y se queda tan tranquilo.

Se olvida, de este mo do, que Dios se ha revelado en Cristo, que Cristo predicó un Evangelio, que fundó una ekklesia, es decir, una asamblea de llamados, que instituyó los sacramentos, como signos y transmisores de su presencia y de su salvación. Ignorar todo esto para crear la propia imagen de Dios expone al subjetivismo más radical. Uno deja de confrontarse con los demás, sólo lo hace consigo mismo. En este caso, se verifica lo que decía el filósofo Feuerbach: Dios queda reducido a la proyección de las propias necesidades y deseos. Ya no es Dios quien crea al hombre a su imagen, sino que el hombre crea un dios a su imagen. ¡Pero es un Dios que no salva!

Ciertamente una religiosidad conformada sólo por prácticas exteriores no sirve de nada; Jesús se opone a ella en todo el Evangelio. Pero no hay oposición entre la religión de los signos y de los sacramentos y la íntima, pers onas; entre el rito y el espíritu. Los grandes genios religiosos (pensemos en Agustín, Pascal, Kierkegaard, Manzoni) eran hombres de una interioridad profunda y sumamente personal y, al mismo tiempo, estaban integrados en una comunidad, iban a su iglesia, eran "practicantes".

En las Confesiones (VIII,2), san Agustín narra cómo tiene lugar al conversión al paganismo del gran orador y filósofo romano Victorino. Al convencerse de la verdad del cristianismo, decía al sacerdote Simpliciano: "Ahora soy cristiano". Simpliciano le respondía: "No te creo hasta que te vea en la iglesia de Cristo". El otro le preguntó: "Entonces, ¿son las paredes las que nos hacen cristianos?". Y el tema quedó en el aire. Pero un día Victorino leyó en el Evangelio la palabra de Cristo: "quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre". Comprendió que el respeto humano, el miedo de lo que pudieran decir sus colegas, le impedía ir a la iglesia. Fue a ver a Simpliciano y le dijo: "Vamos a la iglesia, quiero hacerme cristiano". Creo que esta historia tiene algo que decir hoy a más de una persona de cultura.

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]

FUENTE : www.zenit.org/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.