viernes, 21 de marzo de 2008

MEDITACIÓN PARA EL VIERNES SANTO.

Meditación para el Viernes Santo - CUR CHRISTUS TAN DOLUIT?.
¿Por qué Cristo sufrió tanto?
"¿Qué necesidad hubo -escribía Santo Tomás de Aquino- para que el Hijo de Dios padeciera la cruz por nosotros? Una gran necesidad, una doble necesidad: la primera para redimir nuestros pecados; la segunda, para ofrecernos ejemplo de cara a nuestro comportamiento".
La Exaltación de la Santa Cruz
¿Por qué la cruz? ¿Qué es la cruz para el cristiano? Escribía en el siglo V el Papa San León Magno que la cruz es manantial y causa de todas las bendiciones". Y, en el siglo XVI, San Juan de Ávila se extasiaba de compunción y de amor ante el Cristo crucificado de su despacho
"¡Oh maravillosa y nueva virtud! ¡Lo que no hiciste desde el cielo servido de ángeles, hiciste desde la cruz acompañado de ladrones! Y no solamente la cruz, mas la misma figura que en ella tienes, nos llama dulcemente a amor; la cabeza tienes reclinada, para oírnos y darnos besos de paz, con la cual convidas a los culpados, siendo tú el ofendido; los brazos tendidos, para abrazarnos; las manos agujereadas, para darnos tus bienes; el costado abierto, para recibirnos en tus entrañas; los pies clavados, para esperarnos y para nunca poder apartarte de nosotros. De manera, que mirándote, Señor, todo me convida a amor: el madero, la figura, el misterio, las heridas de tu cuerpo; y, sobre todo, el amor interior me da voces que te ame y que nunca te olvide de mi corazón".
Leemos en el libreto de "La Pasión según San Mateo" de Juan Sebastián Bach:
"¡Ven, dulce cruz, así quiero decirlo! Jesús mío, dámela siempre. Si mis sufrimientos llegaran a ser demasiado pesados, ayúdame a llevarlos... Mira como extiende las manos Jesucristo en la cruz para abrazarnos. ¡Ven! ¿Dónde? A los brazos de Jesús, dulce refugio y consuelo. ¡Buscad! ¿Dónde? En los brazos de Jesús. Avecillas del nido abandonado, vivid, morid, descansad aquí, ¡quedaos! ¿Dónde? En los brazos de Jesús crucificado"
Y en su "Pasión según San Juan", encontramos estos otros textos similares, también llenos de belleza, de fuerza, de emoción y de interpelación:
"Apresuraos, almas atribuladas. Abandonad vuestras cavernas del martirio. Apresuraos. ¿Adónde? ¡Al Gólgota! Tomad las alas de la fe. Volad. ¿Adónde? A la colina de la cruz: ¡Allí florece nuestro bienestar!"
"En el fondo de mi corazón, sólo tu nombre y tu cruz relumbran en todo momento, y, por eso, puedo sentirme dichosos. Haz aparecer en mi la imagen del consuelo cuando siento necesidad, de ti, Cristo, que tan dulcemente has sangrado hasta morir".
El amor se revela en el dolor
Pero ¿por qué sufrió tanto Cristo? ¿Por qué Dios, que es amor, permitió la cruz? Porque el amor se revela en el dolor. Porque nadie ama más que quien sufre por el amado, y por amar y por sanar sufre, llora y muere. "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos", había adelantado ya el Señor.
El signo inequívoco del amor es justamente el dolor. Lo demuestra la experiencia. Lo sabe bien la madre, lo sabe bien el esposo, lo saben bien los novios, lo sabe bien el amigo verdadero. La cruz es la prueba definitiva y sublime del amor. El amor se aquilata, se forja, se muestra y se demuestra en el dolor.
Pablo de Tarso, cautivo de la cruz de Cristo, dirá "me amó y se entregó por mí", y a Ignacio de Loyola, en las jornadas previas a su gran conversión, esta frase se le quedó clavada en el alma y en la conciencia como una letanía y como un desafío, que marcaría toda su vida: "me amó y se entregó por mí", decía, y añadía "¿qué voy yo a hacer por Cristo?". El misterio de la cruz, el misterio del sufrimiento de Jesucristo, es un misterio de amor. Y el amor sólo con amor se paga. ¡Buenos días!
La cruz nos muestra el amor de Jesús
Seguimos mirando a la cruz, en donde. En ella está clavada la salvación del mundo."En la cruz -escribió Santa Teresa de Jesús-, está la vida y el consuelo y ella sola es el camino para el cielo".
¿Por qué permitió Dios la cruz de su Hijo Jesús?, Seguimos preguntándonos. Porque la cruz nos muestra cómo Dios nos ama, como Jesucristo nos amó, como "Dios acreditó su amor hacia nosotros, en que siendo todavía nosotros pecadores, Cristo murió por nosotros".
Una conocida y popular canción religiosa glosa con sencillez este sublime misterio del amor crucificado de Dios al hombre: "Yo no soy nada y del polvo nací. Pero tú me amas y sufriste por mí. Ante la cruz, sólo puedo exclamar tuyo soy, tuyo soy".
En la literatura española del siglo de oro encontramos un espléndido y bien conocido soneto, que expresa de manera fehaciente esta realidad y estos sentimientos. Es la oración intensa y agradecida del cristiano que ante la cruz de Cristo ha descubierto el amor de Dios. Dice así:
"No me mueve mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido.
Ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú mueves, Señor, muéveme
el verte clavado en una cruz y escarnecido.
Muéveme ver tu cuerpo tan herido.
Muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo yo te amará
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te espere,
porque aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero, te quisiera".
La cruz es el libro de la sabiduría verdadera
"Creo, oh Cristo, en tu cruz, que nutre nuestra arteria", escribió Gloria Fuertes. La sabiduría de la cruz es el secreto de la vida porque la cruz nos muestra no sólo el amor de Dios sino también cómo nosotros debemos amar a Dios y cómo debemos amar a los hermanos.
"El -nos dice San Pablo- dio su vida por nosotros y nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos". El mismo Señor de la Cruz y de la Gloria ya nos lo adelantó: "en esto conocerán que sois discípulos en que os amáis los unos a los otros como yo os he amado". Y Él nos ha amado crucificado.
Y la cruz, compuesta de un palo vertical que mira al cielo y de un palo horizontal que mira a la tierra, nos enseña a amar a Dios y a servir a nuestros hermanos, los hombres y mujeres de nuestro tiempo, especialmente a los más pobres y necesitados. Nuestro cristianismo será tanto más verdadero cuanto más solidario sea, cuanto más fraterno se manifieste, cuanto más atento esté al llanto y al ruego del hermano que sufre, que no es otra persona sino Jesucristo y éste crucificado. Y es que, como escribió el poeta León Felipe, nada se ha inventado sobre la tierra más grande que la cruz, escribió el poeta. Y es que en la cruz está el Señor de cielos y tierra, el Enviado Divino, el Puente Luminoso, el amigo, el hermano, el maestro y "está por mí en la cruz y no se queja" (Miguel de Unamuno). La cruz está hecha la cruz a medida de Dios y a medida del hombre. La cruz el resumen de los mandamientos. La cruz el árbol bendito de la vida. Es el libro de la verdadera sabiduría, que escribiera Lope de Vega.
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.

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