Lo preparan todo en casa de unos amigos y en un momento determinado Jesús se pone a lavarles los pies. Desconcierto. Quiere expresar con este gesto que no puede haber ningún tipo de verticalidad entre ellos, él es considerado y respetado por los suyos como maestro y señor, ha demostrado su autoridad de sobra y una autoridad que no era como la de los letrados y fariseos, pues el único magisterio y señorío que cabe en el ámbito del Dios de la Vida es el servicio.
Pedro no soporta el abajamiento de Jesús, no soporta tenerlo a sus pies, si se deja servir ya no le queda otra cosa que hacer en la vida sino lo mismo, si se deja servir pierde su estatus. Pedro necesita a su señor arriba para poder ser señor de otros, si se deja servir, toda la verticalidad en la que está construida la estructura de este mundo se derrumba.
Jesús les está diciendo con su gesto que no hace falta oprimir al de abajo ni adular al de arriba para sentirse alguien, les está queriendo decir que si todos se convierten en servidores se reencontrarán en horizontal y en la fraternidad. Quiere una comunidad de otro estilo, no quiere relaciones patriarcales, las quiere fraternas. Por eso lo que viene enfrentará a suegro con yerno, padre con hijo, madre con hija, pero nunca será una confrontación entre hermanos, será un derrumbe de las relaciones verticales y un emerger de las horizontales. Los discípulos, y Pedro a la cabeza, no entienden, da la impresión que es demasiado lo que están viviendo y no lo pueden o no lo quieren entender. Jesús vincula el pan compartido y la copa brindada a su propia vida que va a ser entregada, todo su vivir ha sido un desvivirse. Desde que el Compasivo lo arraigó en su seno toda la vida de Jesús ha sido una vida en favor de otros.
Jesús quiere irse a orar después de cenar, está inquieto, tanta adversidad nota que lo está llenando de angustia, la dureza de corazón acecha y es espesa y viscosa, amenaza como una red de muerte, como un lazo del abismo. En la misma cena uno de los suyos ha tenido un comportamiento inquietante y se ha marchado antes que todos, algo se está tramando y muy serio. Jesús se lleva a orar consigo a Pedro, con el que se enfrentó a propósito de su mesianismo, y a Juan y Santiago, que le pidieron los primeros puestos, al huerto de Getsemaní. Jesús se traga que en la vida no hay atajos, que el Compasivo lo lleva a la compasión solidaria, a la comunidad compasiva con los sufrientes.
Dios no interviene para evitar la adversidad, esa no es la actuación del Compasivo, el Compasivo es el que lo adentra en la oscuridad y las tiniebla de la condición de los abatidos y sufrientes. Jesús acompañó la soledad de la viuda, ahora se la está tragando él, todos los abandonan y no interesa a nadie; Jesús alivió a los abatidos y postrados, ahora él está abatido y postrado; Jesús alivió a los endemoniados, ahora experimenta cómo lo consideran actuando por obra de Belcebú; Jesús abrazó a los pequeños, ahora se siente desprotegido hasta por el mismo Dios en el que confió; Jesús se está sumergiendo en el mar de la vida,
hasta ahora ha practicado la Compasión, ha sanado y aliviado, ahora es él el que necesita fortaleza, alivio y compasión.
PARA MEDITAR Y ORAR, LEEMOS :LOS SIGUIENTES TEXTOS :BÍBLICOS :
JUAN 13, 1- 35 ; MATEO 26, 14 – 30 ; LUCAS 22, 1 – 34. 39 – 46 ; 1 CORINTIOS 11, 18 – 29 ; JUAN 20, 1- 29 ; JUAN 21, 1- 14 ;
LUCAS 24, 13 – 49.
FUENTE : www.capillaarrupe.webnode.com/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.
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