domingo, 23 de marzo de 2008

PRIMER UMBRAL TIEMPO PASCUAL - EL SEPULCRO Y LA RESURRECCIÓN.

PRIMER UMBRAL TIEMPO PASCUAL - EL SEPULCRO Y LA RESURRECCIÓN.
"El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro" Evangelio de san Juan 20, 1-9
Hoy, en este día tan grande, se nos invita a entrar en el sepulcro. En un sepulcro en donde estuvo el cuerpo del Señor y ahora está vacío. En un lugar de muerte y de silencio en donde se huele a un ungüento muy caro de nardo, roto el frasco por amor, por deseo de intimidad nupcial, de entrega franca, de amor abierto.
Pero el silencio de la mañana apenas está roto por la primera luz cuando María alcanza a llegar a ese umbral urgida por el duelo, por el deseo de seguir junto al cuerpo yaciente y frío de su amado. Aún es de noche en su corazón y en su mente turbada por el dolor, por la separación brusca e indeseada.
Pero lo que vemos, sorprendidos al acercar el rostro a la oscuridad de esa abertura inesperada es el vacío de unas vendas por el suelo y un sudario cuidadosamente plegado junto al lugar en donde le pusieron.
El sobresalto, la carrera, la noticia corre como la pólvora: “Han robado el cuerpo del Señor!”
Los amigos se apresuran, como nosotros, ante la extrañeza de la noticia. No puede ser. Nada ni nadie lo esperaba. O quizá sí, el amor atento del amado, que sabe ver donde nadie ve y reconocer con una fe despierta. Los otros se vuelven desconcertados.
María, sin embargo, se queda allí. Llorando, buscando una explicación a lo inexplicable. Quizás urgida desde dentro por aquel que está buscando entre los muertos, pero que ya le empuja desde el corazón porque está vivo. Ella lo ignora todo, pero escucha al corazón, no le importan los ángeles ni las vestiduras refulgentes. El que ama no está aquí, y eso es todo. Eso es lo que cuenta.
El diálogo es intenso pero muy breve: “Mujer, ¿porqué lloras? ¿a quién buscas?”Y ella disparatada como el amor. Pero el nombre rompe la incredulidad y suscita el abrazo: María!”, “Rabonni!”
En el jardín, de nuevo, Adán y Eva se encuentran.
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.

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