lunes, 5 de noviembre de 2007

CONSIDERACIONES ANTROPOLÓGICAS Y ÉTICAS ACERCA DE LA " PÍLDORA DEL DÍA DESPUÉS " - MONSEÑOR FERNANDO CHIMALI

Monseñor Fernando Chomali
Consideraciones antropológicas y éticas acerca de la “píldora del día después”

Monseñor Fernando Chomali Garib, Obispo Auxiliar de Santiago y miembro ordinario de la Pontificia Academia para la Vida de la Santa Sede, escribió durante el mes en curso el documento “Consideraciones antropológicas y éticas acerca de la ‘píldora del día después’” a propósito de la polémica por la distribución de la misma.


Monseñor Fernando Chomali Garib, Obispo Auxiliar de Santiago y miembro ordinario de la Pontificia Academia para la Vida de la Santa Sede, escribió durante el mes en curso el documento “Consideraciones antropológicas y éticas acerca de la ‘píldora del día después’” a propósito de la polémica por la distribución de la misma. En él señala: “La Iglesia no se cansa de repetir que el aborto se combate proponiendo como un valor humanizador el vivir la sexualidad en el contexto del amor y de la trascendencia, promoviendo una cultura de la vida por medio de todas las instancias educativas y sociales de las que dispone el país; que perciba al otro siempre como un don, y nunca como una amenaza”.

Prosigue: “Con la aprobación y venta de esta píldora queda profundamente cuestionado el mismo ejercicio de la medicina y de los profesionales de la salud en general, cuya vocación fundamental es el cuidado de la salud y de la vida, y nunca hacer daño. En el contexto en el que se vende y distribuye esta píldora los médicos tienen el derecho y la obligación de negarse a prescribirla por cuanto no constituye, en sentido estricto, un acto médico, que además viola el tan valorado juramento Hipocrático que dice: ‘No daré a nadie, aunque me lo pida, un medicamento letal, ni haré semejante sugerencia’”.

Respecto al inicio de la vida sostiene: “Múltiples teorías encontramos en relación a la pregunta por el inicio de la vida humana. La Iglesia Católica enseña que la vida humana comienza desde el momento de la fecundación, que el concebido merece ser respetado desde dicho momento, y que el derecho que posee a que le sea respetada su vida le viene por el sólo hecho de ser, lo que no puede quedar supeditado a la decisión de terceros. Estas no es una afirmación propiamente de fe, se trata sólo de hacer propios los logros alcanzados por la biología moderna, y que están al alcance de todos quienes buscan sinceramente la verdad, cuando afirma que ‘desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces’ (Evangelium Vitae 60).

Derecho a la vida, a la autonomía y a la información
El Gobierno multa a aquellas farmacias que no venden el producto porque, según éste, conculcan el derecho que tienen las personas de acceder a él. Es decir, el presunto derecho a adquirir un producto, se convierte en un derecho protegido por el Estado, es más, en un derecho a adquirirlo en toda farmacia. Sin embargo, al utilizar esta píldora se conculcan otros derechos, aún más fundamentales. 1. El derecho a la vida del neoconcebido, protegido por la propia constitución. 2. El derecho, en virtud del mismo principio de autonomía esgrimido para obligar a tenerla en las farmacias y venderla, a no vender un producto por sus características claramente perjudiciales. Píldora que, por de pronto, no es un medicamento, ya que lo que se impide (un embarazo en virtud de la fertilidad del ser humano) no es una enfermedad. 3. El derecho a estar adecuadamente informado del efecto real de la píldora, tal como el laboratorio francés la presenta. Obligar tanto a los vendedores, a los químicos farmacéuticos y a los ejecutivos de las farmacias, así como a los accionistas y dueños de éstas, a una colaboración material y formal de la venta de un producto que daña la salud es claramente un acto contrario a la razón y al derecho. Una medida de este tipo constituye no sólo un abuso de poder, producto de un equivocado concepto de democracia, sino también un acto de intolerancia en nombre de la tolerancia, dado que en ningún ámbito de la vida la ley civil puede sustituir a la conciencia ni dictar normas que excedan la propia competencia. El rechazo a participar en la ejecución de una injusticia no sólo es un deber moral, sino también un derecho fundamental. En este caso, el derecho a la vida es un derecho primario y fundamental anterior a la autoridad. A éste le corresponde cuidar y proteger la vida y jamás exponerla o dejarla en la más absoluta indefensión.

Una injusticia no se elimina con otra injusticia
Respecto al caso de la agresión sexual dice: “Como se ha explicado y aunque la introducción de este producto no está orientado al caso dramático de la violencia sexual, ésta puede acontecer y exige para la víctima el mejor de los cuidados por lo doloroso que significa una experiencia de esta índole. Sin embargo, dado el valor de la vida humana, bajo ningún punto de vista es lícito, de haberse producido la fecundación, realizar una acción que tenga por finalidad eliminar la vida del fruto de aquel acto delictual. La agresión sexual es una injusticia que no se elimina con otra injusticia, como es realizar un aborto. Es mucho más coherente con una cultura de la vida darle la posibilidad a esa creatura a que viva. Son muchas las familias que estarían deseosas de hacerse cargo de ella, si su madre se declara incapaz de criarla y educarla. El talante de una sociedad se mide por su magnanimidad frente al indefenso, por ser máximamente incluyente, especialmente en relación a los más pobres, por no discriminar a las personas injustamente y no reconocerles la dignidad que lleva grabado todo ser humano que habita en el planeta por el sólo hecho de serlo”.

En búsqueda de la verdad
Concluye: “Más urgente que nunca resulta el diálogo desapasionado y sincero en búsqueda de la verdad, el respeto de valores tan consolidados en nuestro país, y sobre todo el respeto por la vida humana desde el momento de la concepción hasta la muerte. De no mediar este esfuerzo de todos se terminará imponiendo la razón de la fuerza y no la fuerza de la razón. Sería interesante que nos detuviéramos en el hermoso testimonio de generosidad de tantas personas que, a pesar de las dificultades económicas, sociales o personales, han defendido siempre la vida, que creo es lo que ha quedado plasmado de manera tan certera en nuestra propia Constitución que consagra expresamente el cuidado de la vida del que está por nacer, así como los Tratados Internacionales que nuestro País ha suscrito”.
FUENTE : www.iglesia.cl/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.

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