viernes, 30 de noviembre de 2007

EL ADVIENTO.

El Adviento

Es el tiempo litúrgico que corresponde a las cuatro semanas antes de Navidad, en las que centramos nuestra mirada en la espera y preparación de la venida de Jesucristo. Jesús ya vino hace dos mil años, y con su venida ha transformado nuestra historia y nuestra vida. Somos sus seguidores y hemos recibido su Espíritu para ser continuadores de su obra.
El Adviento significa, en primer lugar, revivir la venida histórica de Jesús, quiere decir mirar hacia atrás, hacia ese acontecimiento trascendental sucedido hace dos mil años y revivirlo con toda la intensidad.
Adviento significa en segundo lugar celebrar y abrirse a la venida constante de Dios, de Jesús, a nuestras vidas y a la vida de la humanidad, venida que se realiza ahora, en cada momento. El tiempo del Adviento nos ayuda a tener presente que Dios viene constantemente a nuestras vidas, a través de los acontecimientos y de las personas con que nos encontramos a diario.
Finalmente, en el Adviento celebramos una tercera venida del Señor: es su última venida, la venida definitiva al final de los tiempos, cuando llegará a término nuestra historia humana y entraremos para siempre en la vida de Dios.
Los días del Adviento tienen un color entrañablemente mariano, que luego continuará a lo largo de la Navidad y de la Epifanía, porque María de Nazaret, la Madre del Mesías, estuvo a su lado en todos estos acontecimientos por voluntad divina. Ella es el mejor símbolo de la Iglesia que celebra la venida de Cristo, la mejor Maestra de la espera de Adviento, de la alegría acogedora de la Navidad y de la manifestación misionera de la Epifanía. Bien podemos hablar de María como Nuestra Señora del Adviento, Nuestra Señora de la Navidad y Nuestra Señora de la Epifanía.
Lectura orante de la Biblia durante el Adviento
El Adviento es tiempo propicio para escuchar la Palabra de Dios. Imitando a san José, a la Virgen y a san Juan Bautista, los otros “pobres” del evangelio, estamos invitados a conservar el corazón pobre y vacío de sí mismo para reconocer en Jesús al Hijo de Dios, venido a salvar a todos los hombres y mujeres.
Los cuatro domingos del Adviento son la columna vertebral que ayuda a la vivencia de este tiempo. Hay toda una pedagogía para vivir el tiempo del Adviento desarrollada progresivamente a lo largo de los cuatro domingos: el primer domingo se centra la atención sobre todo en la venida gloriosa del Señor al final de la historia para llevar a cabo la consumación de su Reino. El segundo y tercer domingos, el interés se centra el Juan el Bautista y nos apremian a preparar el camino del Señor, a estar atentos a su venida constante. El cuarto domingo se centra en la preparación de la fiesta ya muy cercana de la Navidad: María es la figura central, y su espera es el modelo y estímulo de nuestra espera. Ese itinerario está complementado por las primeras lecturas: en los tres primeros domingos, las primeras lecturas recogen las grandes esperanzas de Israel, y en el cuarto domingo también conducen junto con el evangelio a las promesas más directas del nacimiento del Hijo de Dios. Los salmos por su parte cantan la salvación del Dios que viene o son plegarias que piden su venida o su gracia renovadora. Las segundas lecturas, tomadas de las cartas de San pablo o demás cartas apostólicas, exhortan a vivir la venida del Señor.
El otro aspecto importante del Adviento es que está dividido en dos partes. Esto se nota principalmente en la distribución de las lecturas.
La primera parte del Adviento es la que va desde el primer domingo hasta el 16 de diciembre. Durante todo este tiempo, lejos aún de la preparación de la Navidad, las lecturas de la misa invitan a vivir la esperanza en la venida del Señor en todos sus aspectos: la venida salvadora al final de los tiempos, la venida salvadora ahora, cada día, y la venida salvadora que tuvo lugar hace dos mil años. Estos tres aspectos se mezclan y son enfocados por las lecturas de los profetas y de los evangelios. Los primeros días del Adviento (hasta el miércoles de la segunda semana), el centro de interés de las lecturas está en unos textos tomados del profeta Isaías, leídos como primera lectura. Los oráculos de Isaías nos van guiando en la espera de la vida nueva de Dios que el Mesías viene a traer. Como complemento, el evangelio nos presenta un conjunto de escenas de la vida de Jesús que muestran que las profecías de Isaías se van cumpliendo en las palabras y los hechos de Jesús.
A partir del jueves de la segunda semana, el personaje principal de las lecturas es Juan Bautista. Desde este día hasta el 16, se leen trozos del evangelio en los que aparece Juan Bautista o se habla del significado de su misión como precursor del Señor.
La segunda parte del Adviento se inicia el día 17 y cambia la escenografía del Adviento. Esta última semana se concentra en la preparación de la Navidad. El día 17 se dejan las lecturas que se venían haciendo según el orden semanal y se empieza el nuevo orden de lecturas que va según el número del día (17 de diciembre, 18..., etc.) Esta semana guarda una cierta semejanza con la Semana Santa que concluye la Cuaresma y conduce a la Pascua. Por eso algunos la han llamado “la semana santa que prepara la Navidad”. La liturgia invita a vivir estos días con mayor alegría, guiados por los personajes que vivieron con tan de cerca el acontecimiento del nacimiento del Mesías: María, José, Zacarías, Isabel, etc. Los evangelios de estos días nos preparan ya directamente para el nacimiento de Jesús: se lee primero el capítulo 1 del evangelio de Mateo, luego las escenas del capítulo 1 de Lucas. Así se puede contemplar toda la preparación inmediata del cumplimiento de las promesas de Dios. Esas promesas de Dios, que se habrían de cumplir en Jesús, se leen en los pasajes del Antiguo Testamento, como la primera lectura.
FUENTE : www.lectionauta.blogspot.com/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.

No hay comentarios: