jueves, 15 de noviembre de 2007

LA MIRADA DE LA VIRGEN MARÍA, LOS OJOS DE JESÚS.

La mirada de María - Los ojos de Jesús

Jesús tenía una mirada de amor. Aprendió a mirar de su madre María. En aquellos ojos descubrió la mirada de Dios, porque, de forma misteriosa, el Padre veía al Hijo y le comunicaba su amor con la tierna mirada de María. Por eso, también Jesús, cuando tuvo plena conciencia de su divinidad, depositó su mirada de mayor amor en la Mujer de la historia.
En ella aprendió el Hijo del hombre a mirar a los hijos de los hombres. Jesús "miró con predilección" (Mc 10,21) al joven al que le pidió su corazón por entero. Con misericordia miró a la mujer adúltera, con gozo a sus amigos Lázaro, Marta y María, y con agradecimiento a la mujer que ungió sus pies con un costoso perfume.
Jesús miraba al pecador con corazón de padre, como aquel cuyo hijo se marchó a una tierra lejana, y, de regreso, cuando todavía estaba lejos, "su padre lo vio, le dio un vuelco el corazón y corrió a arrojársele al cuello y besarlo cariñosamente" (Lc 15, 20).
Cuando resucitó, la Magdalena "se volvió hacia atrás y ve a Jesús de pie" (Jn 20,14). Luego, Pedro recordará a los cristianos el amor hacia Jesús, "al cual amáis sin haber visto" (1 Pe 8), como contraposición al reproche de Jesús a Tomás: "¿Por haberme visto has creído? ¡Felices los que no ven y, sin embargo, creen!" (Jn 20,29).

La mirada de María
La mirada de María alcanzó una mayor luz cuando vio al ángel Gabriel en la anunciación. Porque allí vio la luz de Dios iluminando el Misterio, su propio misterio e hijo, Jesús.
Ella vio mejor que nadie lo más íntimo y oculto de Dios, y por eso es quien mejor puede guiarnos para ver nuestro propio destino, la luz de Dios sobre nosotros.
Cuando no vemos a Dios es porque nuestros ojos no son capaces de mirar en la lejanía; están nublados o son ciegos. Son nuestras pasiones la causa que enturbia el horizonte donde se divisa a Dios, porque ellas repliegan la mirada sobre nosotros mismos, dificultando la claridad del Infinito. Sin embargo, María, la Inmaculada, nunca se miró a sí misma, y así pudo ver con toda claridad la intimidad de Dios. Es más, en su intimidad concibió a la Intimidad.(familia de Jesús)
( autor desconocido ).
FUENTE : PATRICIO GALLARDO V.

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