¿“Desprendimiento” o reconocimiento?
Cl. Mario Herrera Ramírez, ssp.
SAN FRANCISCO DE ASÍS.
Justo en el momento en que dije ¡sí! ¡Sí quiero seguirte, Señor! Descubrí lo que era verdaderamente el desprendimiento, tal vez, por primera vez, no había pensado sólo en mí. Sospecho que realicé un acto que me hacía feliz.
En la vida agitada y consumista que se vive actualmente, es difícil detenerse un momento a pensar en las necesidades de otras muchas personas en el mundo. Cada persona, cada ser humano en el planeta, tiene algo de qué preocuparse, algo qué decir, algo en qué pensar. Todos los días encontramos u oímos hablar de personas que mueren de hambre en el mundo, marginadas por la pobreza; pero también es justo saber que no sólo las personas necesitadas de pan y vestido son quines sufren.
Una persona materialmente pobre, puede dar más de lo que ella misma cree poseer y una persona que vive en la abundancia puede recibir más de lo piensa, sin embargo, el problema no está ahí. El problema verdadero es que intentamos evadir nuestras necesidades, adquiriendo otras, tapando el agujero, no se ve aparentemente, pero nuestro comportamiento lo que hace es evidenciarlo aún más. Si tengo necesidades económicas, ya se encargará la televisión de enajenarme para no pensar en eso; si mi problema no es la falta de dinero, sino de soledad, ya están ahí el Internet y el teléfono móvil para hacerme sentir acompañado, despersonalizándome complemente. Pareciera que dentro de algún tiempo, poco se sabrá de lo que es estrechar una mano en un saludo efusivo o sentir el calor de un cuerpo al abrazarlo; también puede ocurrir que nos encontremos con gente que le cuesta trabajo expresarse ante un grupo, aunque éste no sea numeroso, prefiriendo el refugio y anonimato que proporcionan el Chat y el SMS.
Considero que un desprendimiento verdadero, no es el dejar de lado los adelantos tecnológicos, sino más bien, hacer uso de éstos para mantenernos cercanos a aquellos a quienes necesitan de nuestra compañía y nuestra comprensión, así mismo, quienes no tienen acceso a estas nuevas tecnologías, no podemos marginarlos o apartarlos de las reglas que marca el capitalismo, a ellos y a todos ha de acudirse con nuestra cercanía personal, sin olvidar su ser de persona y su sensibilidad de quien ama y lucha cada día. En medio de la masa que vive en oscuridad, debe emanarse luz y ésta saldrá sólo cuando el cristiano, renuncie a sí mismo. Cabe decir un par de cosas que considero, deben tomarse en cuenta:
Primera, el desprendimiento tiene que hacerse libremente, sin sentirse coaccionado de ninguna forma; segundo, el desprendimiento y renuncia de sí mismo, debe ser un acto de amor; amor que se otorga, amor que se dona a los demás. Como sabemos, a Dios no le servimos de nada, sino, que servimos, en la medida en que se sirve a los demás, atender a las necesidades del ser humano necesitado. Es ahí donde se manifiesta mayormente la voluntad libre del desprendimiento de sí mismo y es justamente en ese paso en el que Dios se fijará y también corresponderá. Lo importante, es que en este acto de misericordia no debe esperarse nada a cambio, pues de lo contrario no sería amor lo que se manifestaría, sino simple orgullo o vanidad que desea hacerse ver y ser valorada por los demás. Más bien, creo necesario hacer notar que la donación de sí mismo, debe ser efectuada, como la donación que hizo Jesucristo de sí mismo, una donación de amor; lo que se hace con amor, se hace sin esperar nada a cambio, sólo la alegría de saber que nuestra vida ha cobrado sentido, ayudando a que tenga sentido, la vida del otro. Creo que esa debe ser la única paga que ha de esperarse.
FUENTE : www.sanpablo.org.mx/portal/secciones/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.
martes, 9 de octubre de 2007
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