martes, 9 de octubre de 2007

FRUTOS Y RIQUEZAS DE LA ORACIÓN EN COMUNIDAD.

Frutos y riquezas de la oración en comunidad
P. Guillermo Gándara E. ssp

El Evangelio nos reporta que Jesús con frecuencia se retiraba a orar a solas a su Padre Celestial, sobre todo en los momentos importantes de su vida, como antes de iniciar su misión y el llamado de los apóstoles.
Leemos en Lc 6,12-13: ‚En aquellos días se fue a orar a un cerro y pasó la noche en oración con Dios. Al llegar el día llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los que llamó apóstoles‚ ; antes de iniciar el camino al calvario, en el huerto del Getzemaní (Mc. 14,36). Inclusive oraba de madrugada: ‚De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario. Allí se puso a orar‚ (Mc. 1,35-36).

También nos dio una regla de oro para la oración particular: ‚Cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre que está ahí en lo secreto‚ (Mt. 6,6).

La oración privada es útil y necesaria, pues es a través de ese diálogo amoroso, donde le comentas a Dios las alegrías y sufrimientos del día, en donde le pides perdón de tus pecados y le prometes repararlos, en donde le comunicas tus proyectos de santidad y le presentas tus límites y dificultades. La autenticidad de la oración privada se nota si tu cristianismo regado por la oración privada repercute en la Iglesia, en tu comunidad, en tu familia, en ti mismo viviendo en continua conversión. Esta es la prueba de fuego de la oración privada y comunitaria. Cuando oras y no hay cambio significa que te estás rezando a ti mismo, te estás buscando y contemplando a ti mismo; le pides a Dios que cumpla con lo que le presentas.

Jesús promueve, y la Iglesia también, la oración comunitaria, como vocación natural del cristiano. Orar en común es una vocación innata. ‚Asimismo yo les digo: si en la tierra dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir alguna cosa, mi Padre Celestial se lo concederá. Pues donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos‚ (Mt. 18, 20).

Tenemos necesidad de orar juntos, de orar unos por otros. Cuando oramos juntos al Padre Celestial, teniendo en el sacerdote la presencia de Cristo Cabeza, es entonces cuando nuestra oración se convierte en litúrgica.

Los cristianos no podemos orar más que en cuanto que somos miembros del cuerpo místico de Cristo, en cuanto que estamos unidos a Cristo y a la Iglesia, y eso es a partir de la oración en común. Nuestra oración comunitaria se convierte en oración litúrgica. Es el cuerpo místico de la Iglesia que ora teniendo a Cristo por Cabeza.

Reunidos en comunidad, como creyentes que oran, expresamos nuestro sacerdocio común; es la oración del cuerpo místico de Cristo que ora e intercede al Padre Celestial.

FRUTOS Y RIQUEZAS DE LA ORACIÓN EN COMUNIDAD:

1.- La alegría de pertenecer a una comunidad orante.
2.- Manifestación pública de la fe.
3.- La oración comunitaria nos hace más humanos, más cristianos.
4.- Cuida de volvernos egoístas, cerrados.
5.- Mantienes viva, dinámica y misionera a tu comunidad parroquial
6.- Nos compromete a vivir en continua conversión.
7.- Nace el espíritu de servicio, pues una oración sin misión es una oración muerta.
8.- La oración refuerza nuestra caridad, pues quien ora no puede juzgar a sus hermanos.
9.- La oración refuerza la humildad. (Oración del publicano).
10.- La oración nos hace sabernos necesitados de misericordia.
11.- Nos hace auténticos.
12.- Nos hace abrirnos al Espíritu, pues ‚no sabemos orar como es debido‚ .
13.- Convierte el corazón en un corazón que ama, trasforma, predica desde el silencio.
14.- Purifica la mente con la Verdad de Dios trasmitiéndola ahí donde haga falta.
15.- Nos hace gustar a Dios y gustar de nuestros hermanos: ‚mirad como se aman‚ .
16.- Nos hace penetrar el corazón de Cristo.
17.- La oración de descongestiona del pecado.
18.- Nos hace encontrar con mayor facilidad la voluntad de Dios.
19.- La oración nos hace amar ahí donde nos parecía imposible de hacerlo.
20.- Nos coloca en proceso de santidad.
21.- Nos convierte en místicos de la ciudad.
22.- Nos refuerza en la autenticidad y coherencia de vida. Quien ora no puede tener dobles agendas.
23.- Nos refuerza la capacidad de perdón y nos hace ser misioneros de la misericordia de Dios.
24.- Quien ora privada o comunitariamente, con facilidad baja de su cabalgadura para curar, vendar y llevar al mesón a su hermano herido.
25.- Quien ora, cualquiera sea la forma, es luz del mundo y sal de la tierra.
JESÚS INSTITUYE LA EUCARISTÍA.

FUENTE : www.sanpablo.org.mx/portal/secciones/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.

No hay comentarios: