miércoles, 31 de octubre de 2007

SERVIR A DIOS.


SERVIR A DIOS.

Amo a todos mis hijos. Los amo tanto que di la vida por cada uno de ellos. morí en la cruz para salvarlos. Mi amor es tan grande que muchos no lo entienden. Muchos no comprenden cómo pude venir a la tierra y morir en una cruz para redimir a la humanidad. Hoy en día la gente pone en tela de juicio que yo sea el Hijo de Dios y quien afirmo ser. Por tanto, encomiendo a personas como tú la misión de proclamar este mensaje al mundo entero.
Necesito tu atyuda para difundir la nueva de que soy la verdad, de que soy amor y la única luz de este mundo. Estos tiempos son cada vez más tenebrosos. El mundo se ve anegado por tal avalancha de mentiras que a la gente le cuesta aceptar la sencillez del Evangelio y de mi amor. Por esta razón te he escogido a ti para que ayudes a difundir mis palabras ente los perdidos.
Muchos se sorprenderán cuando lleguen a mi Reino celestial y se den cuenta de la enorme importancia del amor, de las muestras de amor, así como de los actos de amor que pasan inadvertidos. Amar es más importante que muchas cosas a las que se confiere gran valor.

Ha llegado el día de elegir. ¿Quién responderá a la convocatoria? Digo hoy a todos mis hijos: ¿Cuánto van a amar? ¿Cuánto van a pensar en los demás? ¿Hasta qué punto se van a entregar? ¿Hasta qué punto dejarán ustedes de lado sus planes particulares, sus preferencias, a fin de entregar amor a los que tienen necesidad?

No tengo más ojos que los tuyos, más labios que los tuyos, ni más manos que las tuyas. Buena parte del amor que yo demuestro sólo se hace evidente cuando un ser humano se lo transmite a otro. Gran parte del consuelo, el aliento y el afecto que deseo comunicar requiere de personas que me sirvan de instrumento. Tú eres el mejor medio que tengo de manifestar mi amor.
Es hora de que mires hacia afuera en lugar de observarte interiormente. No guardes para ti las bendiciones que has recibido: deja la introspección. Mira más bien hacia afuera, a los que sufren, los sedientos, los hambrientos, los desesperados, los necesitados y los agonizantes. Mueren espiritualmente sin mis Palabras, sin mi verdad. Tú tienes en abundancia. Por eso, da en abundancia.

Da, y se te dará. Derramaré mi amor sobre ti y te investiré de gran fortaleza y ungimiento, cuando vayas a predicar mi Evangelio, mi Palabra, mi amor. De esa forma sanarás el corazón de los necesitados.
( Graciela Baquerizo ).
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.

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