SAN FRANCISCO JAVIER - Desde un continuo ir y venir
A SUS COMPAÑEROS RESIDENTES EN ROMA
Cochín 15 de enero 1544
MAPA CON LOS VIAJES DE SAN FRANCISCO JAVIER.
Esta larga carta es una de las más preciosas de Javier. La escribe cuando lleva un año y tres meses en la costa de Pesquería, entre los paravas. Es una carta llena de matices y de espontaneidad. En ella Javier abre su alma, al comunicar a sus hermanos de Roma sus trabajos, tareas, ilusiones, sentimientos, y consolaciones. Su método de misionar, sus dificultades con la lengua, su continuo moverse de un lugar a otro, su trabajar en colaboración con otros, aparecen con toda claridad.
La gracia y amor de Cristo nuestro Señor sea nuestra ayuda
y favor. Amén.
1. Ha dos años y nueve meses que partí de Portugal y después acá os tengo escrito tres veces con ésta. Solas unas cartas vuestras tengo recibidas después que acá estoy en la India, las cuales fueron escritas a 13 de enero del año de 1542, y con ellas la consolación que recibí Dios nuestro Señor sabe. Estas cartas me dieron habrá dos meses; y llegaron tan tarde a la India, porque la nave en que venían invernó en Mozambique.
2. Micer Paulo, Francisco de Mansillas y yo estamos en mucha salud. Micer Paulo está en Goa en el colegio de Santa Fe: tiene cargo de los estudiantes de aquella casa. Francisco de Mansillas y yo estamos con los cristianos del Cabo de Comorín. Ha más de un año que estoy con estos cristianos, de los cuales os hago saber que son muchos y se hacen muchos cristianos cada día. Luego que llegué a esta costa, donde ellos están, procuré de saber de ellos el conocimiento que de Cristo nuestro Señor tenían; y demandándoles acerca de los artículos de la fe, lo que creían, o tenían más ahora que eran cristianos que cuando eran gentiles, no hallaba en ellos otra respuesta, sino que eran cristianos, y que por no entender ellos nuestra lengua, no sabían nuestra ley, ni lo que habían de creer; y como ellos no me entendiesen, ni yo a ellos, por ser su lengua natural malavar y la mía vizcaína, junté los que entre ellos eran más sabedores, y busqué personas que entendiesen nuestra lengua y suya de ellos. Y después de habernos juntado muchos días con gran trabajo, sacamos las oraciones, comenzando por el modo de santiguar, confesando las tres personas ser un solo Dios: después el Credo, mandamientos, Pater noster, Ave María, Salve Regina y la confesión general de latín en malavar. Después de haber sacado en su lengua y saberlas de coro, iba por todo el lugar con una campana en la mano, juntando todos los muchachos y hombres que podía, y después de haberlos juntado, los enseñaba cada día dos veces; y en espacio de un mes enseñaba las oraciones, dando tal orden, que los muchachos a sus padres y madres, y a todos los de casa y vecinos, enseñasen lo que en la escuela aprendían. […]
7. Dejando en este lugar quien lleve lo comenzado adelante, voy visitando los otros lugares haciendo lo mismo; de manera que en estas partes nunca faltan pías y santas ocupaciones. El fruto que se hace en bautizar los niños que nacen, y en enseñar los que tienen edad para ello, nunca os lo podría acabar de escribir. Por los lugares donde voy, dejo las oraciones por escrito, y a los que saben escribir mando que las escriban y sepan de coro, y las digan cada día, dando orden cómo los domingos se junten todos a decirlas. Para esto dejo en los lugares quien tenga cargo de lo hacer.
8. Muchos cristianos se dejan de hacer en estas partes, por no haber personas que en tan pías y santas cosas se ocupen. Muchas veces me mueve pensamientos de ir a los estudios de esas partes, dando voces, como hombre que tiene perdido el juicio, y principalmente a la universidad de París, diciendo en Sorbona a los que tienen más letras que voluntad, para disponerse a fructificar con ellas: ¡cuántas ánimas dejan de ir a la gloria y van al infierno por la negligencia de ellos! Y así como van estudiando en letras, si estudiasen en la cuenta que Dios nuestro Señor les demandará de ellas, y del talento que les tiene dado, muchos de ellos se moverían, tomando medios y ejercicios espirituales para conocer y sentir dentro en sus ánimas la voluntad divina, conformándose más con ella que con sus propias afecciones, diciendo: "Señor, aquí estoy, ¿qué quieres que yo haga? Envíame adonde quieras; y si conviene, aun a los indios". ¡Cuánto más consolados vivirían, y con gran esperanza de la misericordia divina a la hora de la muerte, cuando entrarían en el particular juicio, del cual ninguno puede escapar, alegando por sí: "Señor, cinco talentos me entregaste, he aquí cinco más que he ganado con ellos"! Témome que muchos de los que estudian en universidades, estudian más para con las letras alcanzar dignidades, beneficios, obispados, que con deseo de conformarse con la necesidad que las dignidades y estados eclesiásticos requieren. Está en costumbre decir los que estudian: deseo saber letras para alcanzar algún beneficio, o dignidad eclesiástica con ellas, y después con la tal dignidad servir a Dios. De manera que según sus desordenadas afecciones hacen sus elecciones, temiéndose que Dios no quiera lo que ellos quieren, no consintiendo las desordenadas afecciones dejar en la voluntad de Dios nuestro Señor esta elección. Estuve casi movido de escribir a la universidad de París, a lo menos a nuestro Maestre de Cornibus y al doctor Picardo, cuántos mil millares de gentiles se harían cristianos, si hubiese operarios, para que fuesen solícitos de buscar y favorecer las personas que no buscan sus propios intereses, sino los de Jesucristo. Es tanta la multitud de los que se convierten a la fe de Cristo en esta tierra donde ando, que
muchas veces me acaece tener cansados los brazos de bautizar, y no poder hablar de tantas veces decir el Credo y mandamientos en su lengua de ellos y las otras oraciones, con una amonestación que sé en su lengua, en la cual les declaro qué quiere decir cristiano, y qué cosa es paraíso, y qué cosa infierno, diciéndoles cuáles son los que van a una parte y cuáles a otra. Sobre todas las oraciones les digo muchas veces el Credo y mandamientos; hay día que bautizo todo un lugar, y en esta Costa donde ando, hay 30 lugares de cristianos.
[…]
13. De estas partes no sé más que escribiros, sino que son tantas las consolaciones que Dios nuestro Señor comunica a los que andan entre estos gentiles, convirtiéndolos a la fe de Cristo, que, si contentamiento hay en esta vida, éste se puede decir. Muchas veces me acaece oír decir a una persona que anda entre estos cristianos: ¡Oh Señor!, no me deis muchas consolaciones en esta vida; o ya que las dais por vuestra bondad infinita y misericordia, llevadme a vuestra santa gloria, pues es tanta pena vivir sin veros, después que tanto os comunicáis interiormente a las criaturas. ¡Oh, si los que estudian letras, tantos trabajos pusiesen en ayudarse para gustar de ellas, cuantos trabajosos días y noches llevan para saberlas! ¡Oh, si aquellos contentamientos que un estudiante busca en entender lo que estudia, lo buscase en dar a sentir a los prójimos lo que les es necesario para conocer y servir a Dios, cuánto más consolados y aparejados se hallarían para dar cuenta, cuando Cristo les demandase : "Dame cuenta de tu administración "!
14. Las recreaciones que en estas partes tengo, son en recordarme muchas veces de vosotros, carísimos hermanos míos, y del tiempo que por la mucha misericordia de Dios nuestro Señor os conocí y conversé, conociendo en mí, y sintiendo dentro en mi ánima cuánto por mi culpa perdí del tiempo que os conversé, en no haberme aprovechado de los muchos conocimientos que Dios nuestro Señor de sí os tiene
comunicado. Háceme Dios tanta merced por vuestras oraciones y memoria continua que de mí tenéis en encomendarme a él, que en vuestra ausencia corporal conozco Dios nuestro Señor, por vuestro favor y ayuda, darme a sentir mi infinita multitud de pecados, y darme fuerzas para andar entre infieles, de que doy gracias a Dios nuestro Señor muchas, y a vosotros, carísimos hermanos míos. Entre muchas mercedes que Dios nuestro Señor en esta vida me tiene hechas y hace todos los días, es ésta una, que en mis días vi lo que tanto deseé, que es la confirmación de nuestra regla y modo de vivir.
Gracias sean dadas a Dios nuestro Señor para siempre, pues tuvo por bien de manifestar públicamente lo que en oculto a su siervo Ignacio y padre nuestro dio a sentir.
El año pasado os escribí el número de las misas que en estas partes de las Indias por el Rmo. cardenal Guidación dijimos micer Paulo y yo: y las que de un año acá dijimos, no sé el número de ellas: creed que todas nuestras misas son por él. Por consolación nuestra hacednos saber cuánto se señala en servicio a Dios S. S. Rma., y también para acrecentarnos la devoción a micer Paulo y a mí, para que seamos perpetuos capellanes suyos. No deje de escribirnos del fruto que en la
Iglesia hace.
Acabo rogando a Dios nuestro Señor que, pues por su misericordia nos juntó y por su servicio nos separó tan lejos unos de otros, nos torne a juntar en su santa gloria. […]
De Cochín a 15 de enero, año de 1544.
Vuestro carísimo en Cristo hermano,
Francisco
Ante esta carta, ¿qué sentimientos te surgen?
¿Con qué consolación vives tu experiencia de misión?
Javier les cuenta a sus amigos sus “santas cupaciones”
itinerantes y sus dificultades con la lengua. Necesita la ayuda de otros.
Aquí está el famoso párrafo en el que resuena su tiempo de estudios en la Sorbona, un texto que suscitó, en su tiempo, muchas vocaciones. Javier deja traslucir su elección en los Ejercicios, la realidad actual que está viviendo, con los brazos cansados de bautizar. Un texto lleno de pasión y cercanía. Un texto que invita al “más”.
Intentando quedarse en el anonimato: “Me acaece oir decir a una persona…”. Javier comunica sus afectos: el Señor le envía a la misión y en ella le llena de consolación.
La carta concluye con la referencia a sus “carísimos hermanos”, en ausencia corporal pero siempre presentes, pues son sus “amigos en el Señor”. Y da gracias a Dios por la aprobación de la Fórmula del nstituto por Pablo III, al incluirla en la bula de fundación de la Compañía, y reconoce en Ignacio la paternidad del grupo de los primeros compañeros.
Oración:
Jesucristo,
Rey eterno y Señor universal,
mira a tus siervos,
los miembros de tu mínima Compañía,
esparcidos por todo el mundo
para trabajar contigo,
Envíanos tu Espíritu,
el Espíritu que inflamó
a nuestro padre Ignacio,
ardió en el corazón de Francisco Javier,
e inspiró a tantos santos, hermanos nuestros,
para que, rodeados de tal nube de testigos,
nos quitemos toda afección desordenada,
y corramos con fortaleza
por el camino de la vida,
fijos los ojos en Ti,
que sufriste la cruz,
que te humillaste
e hiciste obediente hasta la muerte,
y Dios te exaltó
y otorgó el Nombre sobre todo nombre,
para que al nombre de Jesús
se doble toda rodilla
y toda lengua proclame
que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre.
FUENTE : www.jesuitas.es/pages/javier/cartas/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.
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