domingo, 23 de septiembre de 2007

¿ CÓMO HE DE VOLAR ?

¿ CÓMO HE DE VOLAR ?



Soy un ave que disfruto del viento, del sol y de con mis pares al
amanecer. ¿Querés que te cuente lo que me pasó una tarde?

No sé si fue una rama o un cable, pero .... volando descuidadamente
choqué contra algo y ... lo que recuerdo es que me vi ya en el suelo
con un ala sangrando.

Se acercó un humano de manos tibias , era un niñito que me dijo: "Te
voy a poner en esta jaula porque así, herida, no vas a poder volar"

Pasé días y días mientras mi ala se recuperaba, una vida muy cómoda
por cierto, no me faltaba comida, no necesitaba refugiarme de la
lluvia, incluso oía a mis amigos trinar cerca mío y me unía al
jolgorio pero con un canto lastimero casi un sollozo, porque ardía
de ganas de poder estar allí afuera volando como ellas.

Hasta que una mañana (por alguna razón que nunca supe) la puerta de
la jaula quedó abierta, y fue el canto de algún ave pasajera que me
motivó a salir y surcar el cielo.

En tres saltitos llegué al borde de la puertita y ahí miré hacia
abajo: estaba muy alto y me invadió el temor de pensar que puede
haber perdido la capacidad de volar. Entonces fue cuando dudé de
aquello que sentía que era lo más anhelado por tanto tiempo: ¡volar!

Sentí en ese momento que la vida en la jaula se me había hecho tan
cómoda sin tener que buscar alimentos ni pasar frío, por lo que me
cuestionaba todo el sacrificio que implica vivir afuera, amén del
miedo de caer en el vacío y estrellarme contra el piso. Me invadían
las dudas y los temores aunque oía el llamado de mis amigos y los
veía saltar de rama en rama. Era entonces cuando me daba cuenta de
cuán infeliz era en el encierro.

Todavía busco la razón que me llevó a cerrar los ojos y lanzarme, por
lo que los siguientes dos segundos fueron interminables. Mientras me
sentía caer por inercia. hasta que luego percibí que me remontaba y
al abrir los ojos ¡ya estaba volando!

Percibí distintos momentos. Al principio un ¡uf! Me salvé!, luego
caramba, era realmente bueno volar, y al final miles de volteretas y
saltos de rama en rama como los demás.

Es cierto, tengo que buscar día a día mi alimento y huir de la lluvia
y el frío, pero nadie puede privarme del gusto de cruzar los cielos
con el corazón rebosante de alegría.

Autores: Rocìo Soledad Sayas Ramire
Fuentes: Red Latinoamericana de Liturgia CLAI
www.selah.com.ar/
www.fotoplatforma.pl/fotografia/
ENVIÓ : Patricio Gallardo V.

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