jueves, 6 de septiembre de 2007


El presente de insultos


Cerca de Tokyo vivía un gran samurai, muy anciano, que se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes. A pesar de sus años, circulaba la leyenda que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.

Cierta tarde, un guerrero -conocido por su total falta de escrúpulos- apareció por allí.

Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba que su adversario hiciera

el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para aprovecharse de los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante.El joven e impaciente guerrero

jamás había perdido un combate. Conociendo la reputación del samurai, estaba allí para derrotarlo y hacer crecer su fama.Todos los estudiantes se manifestaron contra la idea,

pero el viejo aceptó el desafío.Fueron todos a la plaza de la ciudad y el joven comenzó a

insultar al viejo maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió el rostro, le gritó

todos los insultos que conocía -y que ofendían incluso a sus antepasados. Durante horas hizo

todo para provocarlo, pero el viejo permanecía impasible.

Hacia el final de la tarde, sintiéndose exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró.Molestos por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos preguntaron:-¿Cómo pudo soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usó su espada,

aun sabiendo que podía perder la lucha, en vez de actuar como un cobarde delante de todos nosotros?-Si alguien llega hasta ti con un presente y tú no lo aceptas, ¿a quién le pertenece

el presente? -preguntó el samurai.-A quien trató de entregarlo -respondió uno de los

discípulos.-Es lo mismo con la envidia, la rabia y los insultos -dijo el maestro-.

Cuando no se los acepta, le continúan perteneciendo a quien los trae consigo.


Paulo Coelho.


ENVIADO POR : Patricio Gallardo V.

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