domingo, 2 de septiembre de 2007

Que nos duela el alma...


Que nos duela el alma...
por Iride Isabel María Grillo


Juez Civil y Comercial de la Sexta Nominación, de Resistencia, Chaco. Adjunta de la Cátedra A de Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas de la UNNE
Frente a la mentira nuestra de cada día, que nos duela el alma para rechazarla y darnos cuenta que la verdad libera y al liberarnos nos sana y nos salva...


Frente a la indiferencia nuestra de cada día, que nos duela el alma cuando la pobreza que nos golpea, se huele, se palpa y se ve, cerramos los ojos pretendiendo ocultarla, o peor aún disfrazarla con discursos vergonzosos...

Frente a los egoísmos nuestros de cada día, que nos duela el alma para que seamos verdaderamente pobres de espíritu aceptando nuestras propias debilidades, ignorancias y vulnerabilidades...

Frente a las soberbias nuestras de cada día, que nos duela el alma para bajar la cabeza y aprender a ser humildes, dándonos cuenta que a mayor dosis de poder debe ser mayor la dosis de responsabilidad, de servicio y de piedad, y no a la inversa...

Frente a la falta de vergüenza y de dignidad, por querer parecer lo que verdaderamente no somos, que nos duela el alma, para darnos cuenta que estamos de paso, y emprender el camino sagrado de la santidad al que estamos predestinados...

Frente a nuestras cobardías y apatías inexcusables, que nos duela el alma para luchar siempre como centinelas de la Libertad, defensores de la Justicia, mensajeros de la Paz y portadores de la Esperanza...

Frente a la excesiva confianza en nosotros mismos y en nuestras propias fuerzas, y a la excesiva racionalidad, que nos duela el alma para poner toda nuestra confianza en Dios y aceptar siempre su Voluntad, aunque no coincida con la nuestra...

Frente a nuestros miedos individuales y colectivos que nos duela el alma, para sortearlos en la lucha diaria, honesta, coherente y comprometida, y que nos permite caminar firmes sobre aguas turbulentas...

Frente a la falta de Justicia, que se levanta como un clamor ciudadano, individual y colectivo, especialmente nosotros, los abogados y primordialmente nosotros, los jueces de la república, que nos duela el alma, para hacer lo que debemos hacer y sobre todo para no transformarnos en víctimas ni menos aún en victimarios, como muchas veces lo hacemos...

Que nos duela el alma por la violencia que nosotros, los adultos instalamos en todos los ámbitos y que después pretendemos adjudicar a los jóvenes, que siempre nos enseñan y que no son sino el espejo de lo que somos como sociedad...

Que nos duela el alma cuando vemos transitar calles y caminos como escudos humanos, rehenes de la pobreza, de la falta de trabajo y de equidad, a nuestros niños y mujeres...

Que nos duela el alma para aceptar este estado de cosas y con dolor del alma transformarnos en granitos de mostaza, en buenas levaduras, para que podamos ser fecundos y dar buenos frutos.

Que nos duela el alma para despojarnos de todas las caretas y disfraces que nos impiden vernos tal cuales somos y aprendamos a mirarnos y a reconocernos, como nos conoce Dios...


Patricio Igor Gallardo

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